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Un año sin Blanca: los ocho hermanos Fernández Ochoa, una vida en torno al esquí
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TRISTE NOCHEBUENA

Un año sin Blanca: los ocho hermanos Fernández Ochoa, una vida en torno al esquí

Nacieron en Carabanchel, pero la familia se trasladó a Cercedilla. Su padre era gerente de la escuela de esquí del Puerto de Navacerrada y su madre, cocinera

Foto: Los ocho hermanos, en una imagen de su perfil en redes sociales.
Los ocho hermanos, en una imagen de su perfil en redes sociales.

"Vivíamos en el Puerto de Navacerrada. Mi padre [Francisco] era gerente de la escuela española de esquí y mi madre [Dolores], la cocinera del edificio. Salíamos de casa y lo teníamos todo para hacer el salvaje. El esquí empezó como un juego. Luego pasó a ser una obsesión. Y más tarde mi profesión. Recuerdo una infancia muy dura. Fui seleccionada para el equipo español de promesas y me enviaron con 11 años interna a un colegio en Viella, en el Valle de Arán. Me alejaron de mis padres, de mi casa, de mis amigos y lo pasé francamente mal, lloré mucho, hasta que arranqué y empecé a vivir".

[La otra vida de Blanca Fernández Ochoa; 'realities', 'coaching' y electroestimulación]

Blanca Fernández Ochoa, de cuya muerte y desaparición se cumple ahora un año, contó en muchas entrevistas las anécdotas de su infancia. Cómo el esquí pasó de ser algo que no le gustaba a una obsesión para casi toda la familia. Cuando tenía ocho años, una madrugada se despertó al escuchar gritar a toda su familia en el salón. Era 13 de febrero de 1972 y el mayor de los hermanos acababa de ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Sapporo. "Tu hermano Paco acaba de hacer historia". Todos bajaron después a Cercedilla a tocar las campanas de la iglesia.

Veinte años después del histórico éxito de Sapporo, su hermana Blanca Fernández Ochoa también fue medallista olímpica, al conseguir el bronce en Albertville. En medio, mucho trabajo y el convencimiento de que el gen Fernández Ochoa podía dar grandes alegrías al árido deporte blanco en nuestro país. Sus padres, responsables de ocho hermanos, decidieron enviarles a internados "pensando que era lo mejor" para los chavales.

placeholder Lola Fernández Ochoa, de gran parecido físico con su hermana, atiende a los medios. (EFE)
Lola Fernández Ochoa, de gran parecido físico con su hermana, atiende a los medios. (EFE)

De ese trabajo y de ese tesón salieron hasta seis hermanos olímpicos: Paco, Juan Manuel, Ricardo, Luis, Blanca y Lola (solo quedaron José María y Jesús). De hecho, los cronistas del ramo admiten que la historia deportiva de España en los juegos de invierno se puede resumir prácticamente a través de las anécdotas de esta familia (con permiso del ceutí Regino Hernández, bronce en Pyeongchang).

El más brillante

Paco, el más brillante (deportivamente hablando) de todos ellos, murió prematuramente a los 52 años. Hacía tiempo que se había retirado. Entre otras cosas, había fundado con sus hermanos una cadena de tiendas especializadas en artículos de esquí. También Blanca se metió en eso, aunque no salió bien, como contó en El Confidencial: "Yo me meto en todos los fregados. Tuvimos varias tiendas de deportes con mis hermanos, pero lo tuvimos que dejar por la crisis y porque nos ahogaba. Ahora hemos montado una empresa de electroestimulación y vamos a domicilio; lógicamente hemos empezado con amigos y amigas que, a su vez, lo han ido diciendo y nos va bastante bien. A mí me encanta, me lo paso fenomenal, la gente es superagradecida y se pone en forma”.

La familia ha sido siempre una piña y quien más quien menos sigue vinculado al esquí (eventos deportivos, viajes organizados, etc). Mantienen un perfil en Facebook, Hermanos Fernández Ochoa, en el que se puede ver una entrañable imagen de los ocho hermanos, con Paco aún vivo, un día de invierno en medio de la nieve. Una de las hijas del emblemático Paquito, Paula, es abogada y trabaja en la Real Federación Española de Deportes de Invierno. Luis, que se casó con la hija del fundador de Ópticas San Gabino, también se ha dedicado al alquiler de esquíes en Navacerrada o a los viajes de esquí. La madre, nonagenaria, aún vive con Juan Manuel en Los Molinos.

placeholder Paquito Fernández Ochoa, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Paquito Fernández Ochoa, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

El asunto de las tiendas no salió bien. Lo intuía ya José María Fernández Ochoa en 2010, cuando abrieron la división online: "FOSS [Fernández Ochoa Sport Shop] es una marca de referencia en el mundo del esquí, tanto para bien como para mal. Para bien porque el cliente sabe que somos buenos prescriptores y generamos confianza y para mal porque no podemos vender otra cosa que no sea esquí. Hemos probado con otros deportes para desestacionalizar las ventas pero no funcionó". Al final, la crisis pudo con ellos.

En septiembre del año pasado, Lola Fernández Ochoa era la responsable de hablar con los medios y trasladarles su emoción por la colaboración ciudadana en la búsqueda de su hermana Blanca. Las dos mujeres de la familia estuvieron siempre muy unidas. De hecho, Blanca residía en los últimos tiempos en casa de Lola y su marido, en Aravaca, tras vender su casa para solventar algunos problemas económicos. Parte de los hermanos también participaron en las batidas que se organizaron para buscarla, porque conocían tan bien como ella el Valle de la Fuenfría, los Siete Picos y La Peñota, donde finalmente la encontraron y donde tantas veces jugaron de niños. Fue Luis, precisamente, quien vio el coche de Blanca en el aparcamiento de Las Dehesas.

Todos ellos esperaban verla regresar tarde o temprano, "aunque fuera accidentada". Finalmente, no pudo ser.

"Vivíamos en el Puerto de Navacerrada. Mi padre [Francisco] era gerente de la escuela española de esquí y mi madre [Dolores], la cocinera del edificio. Salíamos de casa y lo teníamos todo para hacer el salvaje. El esquí empezó como un juego. Luego pasó a ser una obsesión. Y más tarde mi profesión. Recuerdo una infancia muy dura. Fui seleccionada para el equipo español de promesas y me enviaron con 11 años interna a un colegio en Viella, en el Valle de Arán. Me alejaron de mis padres, de mi casa, de mis amigos y lo pasé francamente mal, lloré mucho, hasta que arranqué y empecé a vivir".

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