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La primera cita entre los hijos de Cayetana y Alfonso Diez, "un auténtico caballero"
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La primera cita entre los hijos de Cayetana y Alfonso Diez, "un auténtico caballero"

Cayetano Martínez de Irujo solo escribe buenas palabras sobre el último marido de su madre. Le agradece su talante: "Aportaba armonía en unas relaciones tan deterioradas"

Foto: Alfonso Diez y algunos de los hijos de la duquesa de Alba, en una misa en su recuerdo. (EFE)
Alfonso Diez y algunos de los hijos de la duquesa de Alba, en una misa en su recuerdo. (EFE)

“Enseguida nos dieron cita: lugar, día y hora”. Al máximo detalle. Así es como recuerda Cayetano Martínez de Irujo su primer encuentro con Alfonso Diez. Lo convinieron él y su hermano mayor, Carlos, al conocer las noticias que llegaban de Sevilla sobre su madre y un nuevo novio. Era Alfonso Diez, un funcionario más de 20 años más joven que ella. “Era inaudito. ¡Mamá tenía 84 años y planes de boda!”. Los dos hermanos hablaron con su madre, Cayetana, la duquesa de Alba, y le comunicaron que querían conocer al pretendiente. Fue a los pocos días “en el salón Verde a las siete u ocho de la tarde”.

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“Alfonso se presentó con un amigo. Cuando lo vimos, imaginamos que sería su abogado. Lo era. Mi madre se sentó en su sillón, el que solo ocupaba ella. Alfonso a su derecha, Carlos a mi lado, y yo decidí colocarme algo más alejado para tener perspectiva de la escena y observar de frente a este hombre”. Al final, para Cayetano, Diez es "un auténtico caballero". Veamos por qué.

placeholder Cayetana y Alfonso Diez, en su boda. (Getty)
Cayetana y Alfonso Diez, en su boda. (Getty)

Los hermanos salieron del encuentro con una cosa clara: Cayetana se iba a casar, pesara a quien pesara. En las memorias ‘De Cayetana a Cayetano’, que ha publicado La Esfera y que están llenando páginas y páginas, Cayetano cuenta que su madre y su futuro esposo se conocían desde hacía años y que su reencuentro, en un cine, fue un flechazo. “¡Un flechazo con 84 años! Se mostraba encandilada y enamorada como una niña. Y Alfonso, compungido en el palacio, junto a su mito y sometido al interrogatorio de un hijo”.

"Era muy guapo"

Alfonso Diez argumentó ante los hijos de la duquesa los motivos por los que se quiso casar con ella: “Tu madre es muy religiosa. No concibe la relación entre dos personas, más allá de una amistad, sin celebrar el matrimonio previamente. Yo no lo veo así, pero estoy de acuerdo con ella si su deseo es casarse”. “Nos queremos casar y nos vamos a casar”, dijo la duquesa contundente. “Después de eso -escribe su hijo Cayetano en sus memorias-, solo quedaba decirle al novio ‘encantado de haberte conocido”.

placeholder Alfonso Diez en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Alfonso Diez en una imagen de archivo. (Cordon Press)

Tras el primer encuentro, las relaciones se fueron destensando. “Carlos y yo salimos de la reunión convencidos de que ella estaba dispuesta a cualquier cosa para ser feliz y que iba a casarse con ese hombre, que era muy guapo y nos aseguraba que también honesto y que no quería nada del patrimonio familiar”.

La duquesa, un mito

El entonces novio de la duquesa fue escrutado por sus hijos. Cayetano se muestra indulgente con él, no ve ningún fallo en la relación que mantuvo con su madre; al contrario, le agradece su papel en la relación de la duquesa con sus hijos. Considera que Cayetana era un mito para su futuro marido, una especie de amor platónico. “Estaba enamorado de un mito, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba. Sentía adoración por su figura y más tarde se enamoró de la mujer, porque mi madre era un personaje muy atractivo cuando intimabas y la conocías a fondo”.

placeholder Vestido inspirado en el cuadro de Goya. (EFE)
Vestido inspirado en el cuadro de Goya. (EFE)

Así, las reticencias iniciales se fueron diluyendo. Sobre todo cuando llegaron a un acuerdo para repartirse la herencia en vida y cuando Cayetano empezó a conocer al que iba a ser su padrastro. Las palabras del hijo menor de los seis hijos de la duquesa de Alba hacia Diez son todas de agradecimiento: “Su influencia sobre ella fue clave, no solo porque le hizo recuperar la ilusión, también porque su opinión nos ayudó a convencerla de que debía someterse a una pequeña intervención quirúrgica para paliar los problemas de movilidad provocados por la hidrocefalia”.

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Cayetana, que entonces debía usar una silla de ruedas y tenía pérdidas de memoria, recuperó bastante su estado de salud tras la operación. Al final, Cayetano no encuentra argumentos en contra de la relación de amor entre su madre y Alfonso, y tampoco en contra de su boda.

"¿Por qué no?"

“¿Por qué no?", se pregunta. "¿Por qué no podía cumplir mamá el sueño de casarse con Alfonso Diez Carabantes?”. Tras el reparto de la herencia, donde hubo más que un rifirrafe entre hermanos y también entre madre y hermanos, el papel de Diez fue cada vez más importante, según Cayetano. Le agradece su talante pacífico y conciliador, y asegura que si no hubo más peleas fue en parte gracias a él. “Gracias a la presencia de Alfonso Diez evitamos las complicaciones que viven muchas familias al abrir testamento”, asegura. “Mamá tenía un gran miedo a la soledad y durante sus últimos años Alfonso Diez estuvo junto a ella. Al resto de la familia nos aportaba simpatía y armonía en unas relaciones humanas tan deterioradas como las nuestras: él nos acercaba y relajaba tensión en los almuerzos”.

placeholder Alfonso Diez y la familia de la duquesa de Alba. (EFE)
Alfonso Diez y la familia de la duquesa de Alba. (EFE)

Las palabras de Cayetano son siempre amables y agradecidas hacia un personaje que apareció en sus vidas cuando menos lo esperaban y que al principio parecía ser una amenaza. Ni siquiera hizo el más mínimo gesto en el momento más crítico, cuando los hermanos se repartieron el legado de la duquesa para permitirle casarse con su novio. “Demostró con creces que no le movía el interés crematístico. Alfonso Diez podía haber paralizado en cualquier momento la operación”. Así lo define su ‘hijastro’: “Fue un auténtico caballero”.

“Enseguida nos dieron cita: lugar, día y hora”. Al máximo detalle. Así es como recuerda Cayetano Martínez de Irujo su primer encuentro con Alfonso Diez. Lo convinieron él y su hermano mayor, Carlos, al conocer las noticias que llegaban de Sevilla sobre su madre y un nuevo novio. Era Alfonso Diez, un funcionario más de 20 años más joven que ella. “Era inaudito. ¡Mamá tenía 84 años y planes de boda!”. Los dos hermanos hablaron con su madre, Cayetana, la duquesa de Alba, y le comunicaron que querían conocer al pretendiente. Fue a los pocos días “en el salón Verde a las siete u ocho de la tarde”.