Doña Ana Martín (madre de Isabel Pantoja): sedada, estabilizada y en planta

Desde el pasado jueves 3 de octubre, Isabel Pantoja vive su horas más amargas. Su madre, Ana Martín, de 88 años, está ingresada en el hospital Puerta del Mar de Jerez de la Frontera, a una media hora de camino de su domicilio en Medina Sidonia, la finca Cantora. Fue trasladada hasta allí al sufrir un ictus que se repitió ya en el hospital. Junto a ella estaban sus hijos e Isabel fue avisada de inmediato y se trasladó desde Madrid a Jerez el mismo día.

La cantante ha paralizado todos sus compromisos profesionales; de hecho, había comenzado a grabar su nuevo programa para Telecinco, 'Idol Kids', presentado por Jesús Vázquez y en el que ella interviene como jurado ante artistas infantiles. Isabel no se separa de su madre desde que llegó. Su hermano Agustín es quien la ha llevado a casa durante algunas horas para asearse. Ella ocupaba el asiento de atrás y, protegida por los cristales tintados, no tiene ánimos ni para levantar la mirada. En su rostro se reflejaba la angustia.

De Triana al mundo

Son ya varios los años que doña Ana lleva luchando con su delicada salud. La vida en el campo le ha sentado bien y su familia se ha reunido en torno a ella en Cantora. Madre de cuatro hijos, Bernardo, Juan, Isabel y Agustín, tiene tres nietos, Anabel, Kiko e Isa, y cuatro biznietos. La matriarca de los Pantoja ha ejercido también casi como una madre para sus nietos mayores, Anabel y Kiko, que adoran a su abuela. Su presencia al lado de su hija en toda su carrera artística ha sido constante y fue la primera en creer en sus cualidades artísticas.

Ana estaba casada con Juan Pantoja, cantaor que pertenecía al grupo Los Gaditanos, que falleció muy joven, y ella se hizo cargo de una familia numerosa que vivía en Triana en el barrio de El Tardón. Una placa en la casa en la que vivió lo recuerda, en la calle Juan Díaz de Solís, que inauguró la propia Isabel acompañada de su madre y sus hijos. Ana nunca volvió a casarse ni a tener pareja, dedicada plenamente al cuidado de sus hijos y centrada en la carrera artística de Isabel.

También Ana procedía del mundo artístico, habiendo sido bailaora en espectáculos de Juana Reina, pero al casarse se retiró y se dedicó a su familia. Incluso estuvo trabajando en un puesto de frutas para sacar a sus hijos adelante. Su niña, a la que su marido dedicó una canción que luego Isabel Pantoja ha cantado ('Qué bonita que es mi niña'), fue siempre su ojito derecho. Isabel se puso por primera vez ante el público con ocho años. Comenzó bailando, pero después incluyó el cante.

Con 13 años se fue a trabajar a Palma de Mallorca junto a su primo hermano Antonio Cortés Pantoja y su primera esposa, Amparo Cazalla, que fue quien le dio su primera oportunidad profesional. A los 17 se convirtió en una joven que llamaba la atención en el escenario por su feminidad, su estilo propio y una melena larga e inconfundible. Compañeros de juegos en la infancia fueron Jorge y César Cadaval (Los Morancos) y sus cuatro hermanos que vivían en la misma calle y también Chiquetete, primo mayor de Isabel que ya triunfaba cuando ellos empezaban.

Isabel y su madre formaron equipo y, aunque Ana jamás concedió ninguna entrevista, su presencia siempre causó mucha curiosidad. Ella aconsejaba a su hija en su forma de aparecer en público y cuidó siempre mucho su imagen pública. Le presentó a Lina, la modista de las grandes del flamenco, que casi siempre hizo todo su vestuario. Isabel también ha permanecido fiel a sus estilistas, peluqueros y maquillador, como Juan Pedro Hernández. La opinión de su madre en su vida profesional y personal siempre ha sido muy importante.

Visitas familiares

En estas horas, multitud de recuerdos se agolpan en su mente. Su hijo Kiko, con su mujer Irene, ha pasado por el hospital. También Anabel Pantoja, que este lunes se incorporaba en televisión a su puesto de trabajo. Isa, que ha tenido varias discusiones con su madre porque no tiene una relación cercana con su abuela, ha estado cerca pero no ha llegado a ir al hospital. Su tensa relación con su tío Agustín aconseja que en estos momentos tan difíciles mantenga la distancia. Su familia no esperaba que aparezca en el hospital.

La última hora del estado de salud de doña Ana era que seguía estable aunque sedada y en la primera planta del hospital. Su familia no quiere hablar, la acompañan y esperan pacientemente que pasen las horas con la esperanza de que una vez más su fortaleza venza a la gravedad de la situación.