La nueva novela de Pilar Eyre, retrato de la burguesía: "Las mismas familias siguen aquí"
En su radiografía de las clases altas catalanas, usa la historia de su familia como hilo conductor. "Recuerdo el olor a perfume de mamá antes de irse a una fiesta", nos dice
Pasaron de la banca privada a los grandes bancos, de plantaciones al textil o al ladrillo, y permanecieron. “Es algo curioso -nos dice Pilar Eyre-, en Cataluña hay de 40 a 100 familias que siguen allí, son los mismos apellidos desde siempre: han cambiado sus negocios porque ganaron suficiente en algún momento como para poder adaptarse al mercado y seguir al frente de la burguesía catalana”.
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Es la que la periodista retrata en su nueva novela, 'Un perfecto caballero' (Planeta), que acaba de presentar. Eyre toma de punto de partida la historia de su familia y su propia experiencia como hija de un matrimonio burgués, unos padres que “salían cada noche”. “Recuerdo el olor a perfume de mamá, el frufrú de sus vestidos -comenta a Vanitatis- Cómo se acercaban los dos a darnos las buenas noches antes de irse a una cena o una fiesta y nosotras nos quedábamos con las criadas”.
Al tratarse de una mezcla de realidad y ficción, la también finalista del Premio Planeta ha preferido curarse en salud y ha llamado a miembros de esas familias de las que habla con otros nombres. Son particulares, personas que no forman parte del show business, amigos de sus padres. Gentes que “todavía ostentan el poder, son nombres muy conocidos, y aunque la mayoría me ha dado permiso para citarlos, otros me han pedido, educadamente, que cambiara la historia o el nombre de su familia”. Hay apellidos propios, como los Valls Taberner, Samaranch, Bofill, y otros que aparecen modificados.
De la ostentación a la discreción
Son familias que permanecen aunque sus costumbres han variado. Para esta experta en aristocracia y élites, la burguesía catalana ha cambiado en las últimas décadas. “Han pasado de ir de estreno cada a día a ser superdiscretos. Como me dice un amigo, son fanfarrones al revés, cuanto menos aparentas, más tienes”. Pone de ejemplo los coches cochambrosos que lucen algunos millonarios catalanes, como las barcas -así se les llama aquí a los pequeños yates- que pasean por la Costa Brava pese a tener otras más grandes y lujosas en puertos como Cerdeña.
Pocas joyas, ropa de fondo de armario… Recordamos incluso una época en la que se llevaban los polos famosos por su cocodrilo y que muchos descosían. Se trata de que se sepa que tienes muchos pero que no te importa. Antes no era así, "antes el lujo era evidente". Hablamos de la época de posguerra, donde vencedores y vencidos compartían muchas veces salones y mesas.
De Camen Amaya a Ingrid Bergman
“Hay una generación olvidada, que es la de mis padres, gente que aunque ganó la guerra estuvo en la cárcel, en checas, les torturaron, y después tuvieron que seguir con sus vidas y olvidar todo aquello”. Estos señores de toda la vida se vieron obligados a mezclarse con las nuevas fortunas fruto del franquismo. Personajes que se enriquecían gracias a la dictadura y que en muchas ocasiones no han sabido mantener esas fortunas.
Esta mezcla de clases y orígenes se regaba con la presencia de artistas. Desde Carmen Amaya, que hizo suyos el Upper Diagonal (así se llama ahora la zona alta y más elitista de Barcelona), las mansiones de la Costa Brava y los círculos literarios. Un ejemplo que aparece en la novela -y que ilustramos aquí con fotos cedidas por la propia Eyre- es la visita de Ingrid Bergman a Barcelona, donde estuvo rodeada de las señoras de sociedad en todo momento. “Vestían como ella, se peinaban como ella y la acompañaron en todo momento”. Sus padres, por ejemplo, eran muy amigos de Alberto Closas, actor estrella del momento.
De capea en Salamanca
Cosas que ya no suceden o al menos no nos enteramos. “La fascinación de la burguesía por la aristocracia es otra de las cosas que han cambiado. Ahora, cerrados en círculos, los burgueses catalanes ya no se mezclan tanto -afirma Eyre-. Antes lo normal era irse unos días de capea a Salamanca, bailar flamenco en Andalucía, ahora es todo mucho más discreto”.
"Nerviosa" como si fuera su primer libro (ha escrito decenas de éxitos), la escritora ha presentado 'Un perfecto caballero' en el Círculo Ecuestre, uno de los tantos escenarios de su novela, en la que aparecen las élites y también las clases más desfavorecidas de la época. Los burgueses catalanes, a falta de palacios reales, crearon sus propios símbolos: el Real Club de Golf del Prat, el Real Club de Polo, el Real Club de Tenis… Todos espacios de ocio que se intercalan, en este fabuloso relato, con encuentros en el bar Sándor y el Boliche. No todos existen todavía y ninguna guarda la pátina de lujo como entonces.
Pasaron de la banca privada a los grandes bancos, de plantaciones al textil o al ladrillo, y permanecieron. “Es algo curioso -nos dice Pilar Eyre-, en Cataluña hay de 40 a 100 familias que siguen allí, son los mismos apellidos desde siempre: han cambiado sus negocios porque ganaron suficiente en algún momento como para poder adaptarse al mercado y seguir al frente de la burguesía catalana”.