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Del ministro de Justicia (con Batet) a la novia de Rufián: el amor que cocina la política
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POLÍTICA

Del ministro de Justicia (con Batet) a la novia de Rufián: el amor que cocina la política

Más allá de Pablo Iglesias e Irene Montero, en la nueva legislatura que arrancó hace un mes hay varias relaciones de pareja

Foto: Meritxell Batet, presidenta del Congreso. (EFE)
Meritxell Batet, presidenta del Congreso. (EFE)

Según un informe elaborado por el portal especializado en la búsqueda de empleo Infojobs, el 31% de la población española ha mantenido una relación sentimental con una persona de su entorno laboral. Si uno de cada tres españoles (forzando el porcentaje) se ha enamorado en la oficina, es muy probable que pase lo mismo entre los políticos, que son, al fin y al cabo, la representación de la ciudadanía. En la legislatura que arrancó a principios de diciembre y en el nuevo Gobierno que se acaba de formar hay varias parejas sentimentales, algo que en la empresa privada, por cierto, no está demasiado bien visto.

La más conocida de todas las relaciones sentimentales del Ejecutivo es la formada por el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Igualdad, Irene Montero. Es de sobra conocido que la pareja se conoció en los fogones de Podemos y entre los platós de Tele K. A principios de 2015, Iglesias anunció su ruptura con la hoy diputada autonómica por Mas Madrid Tania Sánchez. Después, hubo un apagón informativo sobre la intimidad del líder de la formación morada, y no fue hasta febrero de 2017 cuando el portal 'Ok Diario' publicó una foto de Irene Montero e Iglesias en actitud romántica que no dejaba dudas sobre la naturaleza de su relación. Aunque les costó, finalmente 'salieron del armario' y le dieron naturalidad a su relación. En marzo de 2018 anunciaron que serían padres de mellizos en sendos mensajes desde sus redes sociales. El resto (incluido el ya famoso chalé de Galapagar) es historia.

placeholder Nadia Calviño felicita a Arancha González Laya, en presencia de José Luis Ábalos. (EFE)
Nadia Calviño felicita a Arancha González Laya, en presencia de José Luis Ábalos. (EFE)

"La mitad de las parejas nacidas en el entorno laboral se forjaron fuera del lugar de trabajo. En concreto, la mayoría empezaron tomando algo después del trabajo y en menos cantidad las parejas nacieron en la cena de Navidad, a raíz de un convenio o en un viaje de trabajo". Es lo que dice el citado estudio de Infojobs. Desconocemos si nuestra siguiente pareja se empezó a mirar con otros ojos fuera de los despachos. El flamante ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, mantiene una relación con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. El runrún de su relación se hizo público cuando el nombre de Campo empezó a sonar para sustituir a Dolores Delgado al frente de la cartera de Justicia. "Su nombre cuenta con la bendición de buena parte de la judicatura y es amigo personal de dirigentes cercanos a Pedro Sánchez como Merixell Batet, con la que es frecuente encontrarlo en verano en restaurantes costeros de la provincia de Cádiz", escribía en junio 'El Independiente'.

Batet ya sabe lo que es enamorarse de un político en el Congreso. La presidenta del Congreso conoció a su exmarido, José María Lassalle, cuando ambos eran diputados novatos en la legislatura de 2004 (ella del PSC-PSOE por Barcelona y él del PP por Cantabria). Se casaron en el verano del año siguiente, tras siete meses de noviazgo, y tuvieron dos mellizas, aunque su matrimonio se rompió en el año 2016. Se conocieron en el Congreso y su amor les llevó a contraer un fulgurante matrimonio en verano de 2005. Una historia de amor que duraría hasta 2016, cuando la pareja, padres de dos niñas mellizas de cinco años, Adriana y Valeria, decidió poner fin a su unión. Ahora, él, quien estuvo muy vinculado al PP de Mariano Rajoy, ha dejado la vida pública, mientras Batet ocupa uno de los cargos más relevantes del Estado.

Es reciente también otro de los romances más sonados del hemiciclo, el del diputado de Esquerra Gabriel Rufián con la periodista vasca Marta Pagola, jefa de prensa del PNV en el Congreso de los Diputados. La noticia del romance (que tiene visos de acabar en boda en 2020, según las revistas del corazón) se hizo más célebre a raíz del largo lamento en redes de la exmujer de Rufián, Mireia Varela, en Año Nuevo. "He despedido 2019 llorando sabiendo que ya no podré recuperarle. Lloro en este 2020 por perder al amor de mi vida, al que escogí como padre de mi hijo, a mi mejor amigo, a mi apoyo incondicional, a mi alma gemela, a mi amante fiel, a mi eterno defensor, a mi paciente protector, a mi infatigable luchador por mí, a mi sueño de familia ideal. No he perdido a una persona en mi vida, he perdido parte de mí misma en él".

Las relaciones personales de los ministros no suelen trascender salvo que les generen algún conflicto de intereses, como le sucedió a la flamante vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto demográfico Teresa Ribera. Su marido es Mariano Bacigalupo Saggese, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, un organismo con el que la ministra tuvo más de un encontronazo el año pasado a cuenta del recibo de la luz y del gas.

placeholder Mariano Bacigalupo, marido de la vicepresidenta Teresa Ribera.
Mariano Bacigalupo, marido de la vicepresidenta Teresa Ribera.

El resto de los ministros no han sido noticia muy a menudo (de momento) por su vida personal. La ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, sigue casada en los papeles con Rafael Ibáñez Reche, un histórico de la izquierda andaluza que actualmente es gerente de Vimcorsa y vocal de AVS Andalucía. En una entrevista con 'LOC', el abogado reconoció que estaban separados "afectivamente" desde hace años. Carolina Darias, la nueva ministra de Política Territorial y Función Pública, protagonizó una polémica fugaz en 2010 (ella era la delegada del Gobierno en Canarias) cuando su marido, José Alfonso García, consiguió un puesto como inspector de basuras con un 'sueldazo' bruto anual de poco más de 11.000 euros al año.

En un país en el que la tasa de natalidad está en caída libre, llama la atención que varios de los ministros sean padres de familias numerosas. Lo son Nadia Calviño (cuatro hijos), José Luis Ábalos (tiene cinco hijos, fruto de sus tres matrimonios, el último con la ex policía local Carolina Perles), Pablo Iglesias e Irene Montero (tres hijos), o Pedro Duque y la embajadora Consuelo Femenía (tres hijos). En el otro extremo, los solteros como Arancha González Laya o Margarita Robles.

La política es una disciplina absorbente, que requiere de muchas horas y mucha dedicación que, si es compartida, se lleva mejor. Uno de nuestros solteros de oro, José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, se llevó una alegría el pasado noviembre cuando su compañera de partido, Bea Fanjul, se anotó finalmente el escaño por Vizcaya que estuvo bailando entre populares y PNV hasta el último momento. "Además de la relación del partido, a ambos les une el concejal madrileño y presidente del Pleno del Ayuntamiento, Borja Fanjul: familiar de la bilbaína y gran amigo de Almeida desde hace muchos años. Incluso algunos días durante el verano pasado el alcalde y la candidata se vieron por el norte de España coincidiendo con unos días de descanso. Conexiones populares, amistad... ¿algo más?", se preguntaba hace unas semanas El Confidencial. Solo el tiempo dirá.

Según un informe elaborado por el portal especializado en la búsqueda de empleo Infojobs, el 31% de la población española ha mantenido una relación sentimental con una persona de su entorno laboral. Si uno de cada tres españoles (forzando el porcentaje) se ha enamorado en la oficina, es muy probable que pase lo mismo entre los políticos, que son, al fin y al cabo, la representación de la ciudadanía. En la legislatura que arrancó a principios de diciembre y en el nuevo Gobierno que se acaba de formar hay varias parejas sentimentales, algo que en la empresa privada, por cierto, no está demasiado bien visto.

Irene Montero