Chábeli, Enrique... La relación de Carlos Falcó con los hijos de Preysler

Chábeli, Julio José y Enrique se pusieron en contacto con su hermana Tamara en cuanto supieron que el marqués de Griñón había ingresado en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Tienen un chat familiar y, desde el primer momento, estuvieron enviando mensajes de ánimo. Los tres querían mucho al que fue el segundo marido de su madre. Convivieron con él desde 1980 hasta el 14 de julio 1985, cuando Carlos Falco abandonó el chalet de la colonia de El Viso de Madrid con la llegada de Miguel Boyer.

Isabel Preysler consiguió la nulidad matrimonial en el tribunal de la diócesis de Brooklyn (Estados Unidos) de Julio Iglesias y ya, una vez libre de ataduras, se casó con el marqués en la finca Casa de Vacas, en Malpica del Tajo. Los niños Preysler ya mantenían trato con el amigo de su madre que, para ellos, era el tío Carlos. Tenían entonces 9, 7 y 5 años, respectivamente. Griñón ha sido muy niñero y la relación con los hijos de su mujer siempre funcionó muy bien.

La familia y una más

Acudían a menudo a Safari Park, una reserva de animales semilibres, propiedad del aristócrata, y a la casa de campo de Toledo, donde Chábeli y sus hermanos disfrutaban con juegos al aire libre que compartían con Xandra y Manolo Falcó. Los hijos de Griñón convivieron en la casa familiar de la calle Arga durante el tiempo que duró el matrimonio. Todos juntos, en una unidad que no siempre fue cómoda para ellos. Se encontraban en plena adolescencia y les costó asumir el cambio de domicilio de la calle Fortuny con la abuela Hilda Fernández de Córdoba, como cuidadora, al chalet de Isabel Preysler. Griñón, siempre como nexo de unión entre todos ellos. A pesar del divorcio, siempre procuró que el trato entre hermanos fuera excelente.

En 1981 nace Tamara, que se convierte en el juguete de la casa. La ganadora de 'MasterChef Celebrity' ha sido siempre la alegría de la familia Falcó. A diferencia de Boyer, que no adjuntó sus hijos (Miguel y Laura) a su matrimonio con Isabel Preysler, Griñón fue todo lo contrario. Y no solo con los suyos, sino también con los ajenos, como fue el caso de Chábeli, Julio y Enrique. De aquella época hay anécdotas de cómo el marqués, en más de una ocasión, tuvo que dar un toque a los varones que hacían trastadas en la finca. Con los chicos siempre se llevó muy bien, y sobre todo con Julio, al que le encantaba el campo.

Leones e internados

Los niños Preysler presumían en su colegio del zoo que tenía Griñón en Aldea del Fresno. En el St. Anne's School todos querían ser amigos suyos para que el sábado y el domingo les invitasen al Safari Park. Decían: “Mi tío tiene leones, elefantes y de todo”, y Carlos Falcó se llevaba a la tropa para que disfrutaran de los animales.

Cuando el servicio de la finca le comentaba: “Señor, estos niños son unos salvajes”, el tío Carlos suavizaba las travesuras y quitaba hierro al asunto. El marqués también estaba pendiente de Chábeli, que fue siempre la más caprichosa.

A veces Falcó acompañaba a su mujer a Londres para ver a la hija que estaba interna y no lo pasaba muy bien. Acostumbrada a no hacer ninguna tarea doméstica en casa, en el colegio debía hacerse la cama y organizar su ropa. Después, cuando llegó el divorcio, los chicos lo sintieron mucho; Chábeli menos porque tuvo una adolescencia complicada. Los tres han sentido un gran aprecio por Carlos Falcó, que siempre fue una persona generosa y que les dedicaba tiempo y cariño. Por eso, su muerte también les ha afectado.