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La soledad de Esther Doña, viuda del marqués de Griñón, en El Rincón
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CONFINAMIENTO

La soledad de Esther Doña, viuda del marqués de Griñón, en El Rincón

La situación actual de Esther Doña no es fácil. Mantiene el aislamiento y solo está asistida por el matrimonio que se encarga de las tareas domésticas

Foto: Esther Doña. (Getty)
Esther Doña. (Getty)

El marqués de Griñón quiso que la finca El Rincón, en Aldea del Fresno (Madrid), fuera su domicilio habitual cuando comenzó su relación con Esther Doña. Hasta esa fecha prefería vivir en Casa de Vacas, el campo de Malpica del Tajo (Toledo) donde tenía las viñas y organizaba catas y encuentros gastronómicos con invitados de todo el mundo. Era su paraíso y el lugar donde sus hijos llevaron sus cenizas el pasado 23 de marzo tras fallecer por coronavirus. En Casa de Vacas pasó los veinte años que duró su matrimonio con Fátima de la Cierva y también fue allí donde se criaron sus hijos Duarte y Aldara.

Seguramente por ese pasado afectivo, Falcó quiso cambiar de escenario y comenzar de cero con su joven novia. Eligió la espectacular quinta El Rincón para disfrutar de su nuevo proyecto de vida. Se casaron en una ceremonia civil y privada a la que solo acudieron el alcalde y dos amigos más. Meses más tarde, el matrimonio celebró una gran fiesta con invitados famosos que habían tenido poca relación con el marqués en su vida anterior pero servían para dar color a la exclusiva. Todo era un poco para que su mujer se sintiera aceptada en sociedad.

placeholder Carlos Falcó y Esther Doña. (Getty)
Carlos Falcó y Esther Doña. (Getty)

Campo o ciudad

A partir de la boda, Esther Doña y Carlos Falcó abrían con frecuencia el palacete del siglo XIX para recibir al grupo de amigos más cercanos. Eran fines de semana y fiestas navideñas compartidas con los más íntimos y donde la señora de la casa ejercía de anfitriona. Estas invitaciones servían a Esther para socializar con nuevas relaciones y, sobre todo, eran una manera de sentirse menos aislada. Mientras el marqués de Griñón adoraba el campo, su mujer era, y es, urbana. De hecho, hacía un mes que Carlos Falcó había alquilado un piso cerca de su antigua casa familiar, en la calle Fortuny, para que fuera primera vivienda. Así lo habían decidido.

Vivir en El Rincón era un privilegio pero quedaba muy lejos y, en realidad, a Esther nunca le gustó lo suficiente. El traslado a Madrid lo iban haciendo, poco a poco, hasta que la cuarentena y el fallecimiento de Carlos Falcó trastocó los planes. La marquesa viuda, también infectada por el coronavirus, no tuvo más remedio que permanecer en el palacio sin poder acompañar a su marido a la Fundación Jiménez Díaz, donde finalmente murió.

placeholder El marqués de Griñón y Esther Doña, en una imagen de archivo. (EFE)
El marqués de Griñón y Esther Doña, en una imagen de archivo. (EFE)

Aislada y (casi) sola

La situación actual de Esther Doña no es fácil. Mantiene el confinamiento y solo está asistida por el matrimonio que se encarga de las tareas domésticas. Su familia no ha podido trasladarse desde Málaga a la finca para estar con ella y Esther tampoco puede viajar. Por ahora sus planes no tienen más recorrido que permanecer aislada en el que fue el hogar conyugal, donde también está empadronada. Su idea es abandonar El Rincón en cuanto el Gobierno permita la movilidad, para instalarse en el piso que Griñón eligió en el barrio de Chamberí.

Esther Doña es propietaria de dos inmuebles en Majadahonda y esta opción también sería válida si llegara a un acuerdo con algunos de los actuales inquilinos para que liberaran las viviendas. Lo que resulta inviable en el futuro de la marquesa viuda es mantener económicamente la finca. La herencia de Carlos Falcó es, por ahora, una incógnita y parece que, desde hace ya tiempo, fue cediendo su patrimonio a los hijos.

El marqués de Griñón quiso que la finca El Rincón, en Aldea del Fresno (Madrid), fuera su domicilio habitual cuando comenzó su relación con Esther Doña. Hasta esa fecha prefería vivir en Casa de Vacas, el campo de Malpica del Tajo (Toledo) donde tenía las viñas y organizaba catas y encuentros gastronómicos con invitados de todo el mundo. Era su paraíso y el lugar donde sus hijos llevaron sus cenizas el pasado 23 de marzo tras fallecer por coronavirus. En Casa de Vacas pasó los veinte años que duró su matrimonio con Fátima de la Cierva y también fue allí donde se criaron sus hijos Duarte y Aldara.

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