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Helga de Alvear: la discreta galerista que ha donado un millón contra el covid-19
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Helga de Alvear: la discreta galerista que ha donado un millón contra el covid-19

Procedente de una adinerada familia de industriales alemanes, a Helga Müller el flechazo con un arquitecto cordobés le cambió la vida. Acaba de regalar una gran cantidad para investigación

Foto: Helga de Alvear, en una imagen de archivo. (EFE)
Helga de Alvear, en una imagen de archivo. (EFE)

Helga de Alvear no es tan conocida como la baronesa Thyssen, pero podría serlo. Porque, como la aristócrata, tiene una colección de arte cuyo valor (artístico y pragmático) es incalculable, y porque también la tiene cedida para que disfruten de ella todos los españoles. En su caso, a un Centro de Artes Visuales que lleva su nombre en Cáceres y que está a punto de terminar una ambiciosa ampliación en la que la Junta de Extremadura ha invertido dinero y años. La institución ha mostrado estos días virtualmente cómo han quedado las instalaciones, a la espera de poder inaugurar por todo lo alto cuando la crisis acabe y se haya puesto todo a punto. En su seno, el nuevo Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear albergará una de las mayores colecciones de arte contemporáneo de Europa, construida con mimo desde el año 1967 por esta mujer de origen alemán que no sale en las revistas.

No le gustan los saraos, las fiestas ni el relumbrón. Esta semana ha trascendido que Alvear (Helga Müller de soltera) ha donado un millón de euros destinados a la investigación contra el coronavirus. Los fondos irán destinados a apoyar el trabajo que está desarrollando el equipo del virólogo Luis Enjuanes, quien dirige junto a Isabel Sola y Sonia Zúñiga, la búsqueda de vacunas, antivirales y anticuerpos contra el coronavirus. Fue la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Rosa Menéndez, quien reveló la donación realizada por Helga de Alvear, y agradeció el gesto "por lo que supone de apoyo para la investigación que desempeñan Enjuanes, Sola y Zúñiga, pues permitirá mejorar especialmente el equipamiento de los laboratorios de seguridad que requiere el manejo del virus, pero también por la muestra de confianza en la investigación básica desde las instituciones públicas, que el CSIC representa". Según la nota de prensa enviada, la galerista lo ha hecho porque desea que la sociedad tome conciencia de la gran importancia que la investigación tiene para el desarrollo y el bienestar de todos los ciudadanos.

placeholder Isidro Fainé junto a Soledad Lorenzo (izquierda), Elena Assins (centro) y Helga de Alvear. (EFE)
Isidro Fainé junto a Soledad Lorenzo (izquierda), Elena Assins (centro) y Helga de Alvear. (EFE)

"Mi único interés y deseo es poder ayudar en estos momentos tan difíciles y encontrar la vacuna para frenar el virus", explica a Vanitatis. Le preguntamos cómo ve el estado de la Cultura en estos momentos, y responde críptica: "Son momentos difíciles..."

Helga de Alvear es una de tantas personas anónimas que hoy están componiendo el puzle de esta España solidaria y malherida. Nacida en Renania en el año 1936, Alvear procede de una familia que hizo dinero en la industria alemana. Su padre, Jakob Müller, fundó su empresa en 1957. A día de hoy, el Grupo RKW se ha convertido en uno de los principales fabricantes mundiales de plástico industrial y cuenta con cerca de 3.000 empleados.

La joven Helga recibió la mejor educación. Siendo una veinteañera viajó a España para aprender el castellano. "La nieta de la señora en cuya casa vivía se casaba con un arquitecto. Y en esa boda a la que me invitaron había un chico que se enamoró de mí. Fue inmediato. Me sacó a bailar y me dijo: 'Yo me caso contigo'. Y yo le respondí: 'ja, ja, ja'. Tenía 12 años más que yo y estuvimos casados 51", contó ella en una entrevista en 'El País Semanal'.

Historia de amor

Su marido, el arquitecto Jaime de Alvear, era de un pueblo de Córdoba. La galerista ha recordado en varias ocasiones el auténtico shock que supuso para ella encajar en una sociedad española que estaba en las antípodas de lo que estaba sucediendo en Europa, le costó una depresión. "Hay una foto de familia al lado de Córdoba, en Villa del Río, que es el pueblo donde nació, en la que todas las mujeres aparecen con medias, faldas y manga larga, mientras que yo llevo unos pantalones de campana anchísimos, años sesenta. Y claro, me odiaban a muerte... Por eso creo que nunca he podido encontrarme con los Alvear", reveló en la misma charla. Tuvo que recibir ayuda psicológica.

placeholder La galerista, con la entonces ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en Cáceres. (EFE)
La galerista, con la entonces ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en Cáceres. (EFE)

Jaime de Alvear, al que el párkinson acabó llevándose tras diez años de enfermedad, fue un arquitecto con gran sensibilidad social. Firmó junto a Francisco Javier Sáenz de Oíza y Manuel Sierra Nava la reordenación de la zona de Entrevías, donde construyeron el famoso poblado con viviendas de renta y espacios limitados para tratar de absorber el chabolismo existente en la zona. Helga siempre quiso que el apellido 'de Alvear' prevaleciera sobre el Müller, porque la suya fue una gran historia de amor. "Él lo era todo para mí", reconoció en 'EPS'.

Talón en blanco

Comenzó en el mundo del arte en el año 1967. "Ocurrió que conocí a Juana Mordó, que me dijo que tenía problemas económicos con la galería. Y yo le dije que la iba a ayudar. Le di un talón en blanco", reveló en 'Vanity Fair'. El 'máster' en galerista le costó un dinero y cuatro años de aprendizaje mano a mano con Mordó, hasta el punto de que finalmente la alemana tomó las riendas de la galería al mismo tiempo que empezaba una colección personal que ya es una de las más relevantes del continente. Hoy su centro de operaciones está en la emblemática sede de la calle Doctor Fourquet de Madrid, a la espalda del Museo Reina Sofía.

Estos días, desde la web de la Fundación Helga de Alvear se puede disfrutar de las últimas adquisiciones de Alvear en la reciente feria ARCO, una obra de Liechtenstein y otra del también norteamericano Larry Bell. ¿Qué pasará con todo eso el día que ella decida jubilarse? Helga y su marido tuvieron tres hijas. Una es compositora, otra pintora y la tercera es madre de familia numerosa, así que no está demasiado claro. Aunque parece que es un día aún lejano.

Helga de Alvear no es tan conocida como la baronesa Thyssen, pero podría serlo. Porque, como la aristócrata, tiene una colección de arte cuyo valor (artístico y pragmático) es incalculable, y porque también la tiene cedida para que disfruten de ella todos los españoles. En su caso, a un Centro de Artes Visuales que lleva su nombre en Cáceres y que está a punto de terminar una ambiciosa ampliación en la que la Junta de Extremadura ha invertido dinero y años. La institución ha mostrado estos días virtualmente cómo han quedado las instalaciones, a la espera de poder inaugurar por todo lo alto cuando la crisis acabe y se haya puesto todo a punto. En su seno, el nuevo Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear albergará una de las mayores colecciones de arte contemporáneo de Europa, construida con mimo desde el año 1967 por esta mujer de origen alemán que no sale en las revistas.

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