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Cronología de los últimos meses en la vida de Álex Lequio y sus padres
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"somos una familia que sonríe"

Cronología de los últimos meses en la vida de Álex Lequio y sus padres

En la dura lucha que la familia ha mantenido este tiempo contra la enfermedad siempre perduró una idea: la de intentar que afectara lo menos posible al buen ánimo de los tres

Foto: Álex Lequio, en una imagen de archivo. (Getty)
Álex Lequio, en una imagen de archivo. (Getty)

Una de las expresiones que más utilizaba Ana Obregón desde que a su hijo Álex le detectaron el cáncer fue “hay que desdramatizar”. Y la mantuvo en sus apariciones públicas y en sus entrevistas de estos últimos años porque era la que le había transmitido su grandullón, como ella lo llamaba. Durante ese tiempo, esa máxima ha sido la constante en la vida de esta unidad familiar.

Para todos ellos la esperanza era lo último que se podía perder. Dos años antes, Álex y sus padres tomaron el camino a Nueva York, donde en aquel momento estaba la cura. Ana se quedó allí sin moverse, alquiló un apartamento cerca del hospital y, como el tratamiento funcionaba, Alessandro Lequio regresó a Madrid y volvió a su colaboración en el espacio de corazón de 'El programa de Ana Rosa'. Al igual que Ana y Álex, él también puso en marcha ese especie de mantra que consistía en desdramatizar.

placeholder Álex, con sus padres, Ana y Alessandro. (Cordon Press)
Álex, con sus padres, Ana y Alessandro. (Cordon Press)

El colaborador del programa de Mediaset estaba arropado por los compañeros que, tras intercambiar los buenos días, le lanzaban la pregunta de rigor: “¿Cómo está Alex?”. Las contestaciones iban del bien al regular, pasando por el “está respondiendo al tratamiento”. A veces, incluso mostraba alguna imagen de chico valiente en la habitación del hospital con sus vías y sonriendo, siempre sonriendo.

Entiendo la gravedad de la situación, pero nos lo hemos tomado con humor

Alguna vez explicaba que el cáncer de su hijo no era peor ni mejor que otros: “El problema es que es raro y eso dificulta todo”, declaraba. No había comentarios ni preguntas del resto de colaboradores y compañeros de redacción. El único interés era transmitir cariño y alabar la manera que tenía Álex de afrontar su enfermedad, pues desde el principio se negó a utilizar eufemismos. “Entiendo la gravedad de la situación, pero nos lo hemos tomado con humor. Somos una familia que siempre sonríe. Tengo cáncer”, decía.

Tiempo para la esperanza

Llegaron las vacaciones de verano y Álex y Ana permanecieron en Nueva York. La madre coraje respondía a los wasaps con largos mensajes en los que a veces se notaba la soledad de noches sin dormir esperando que llegara la hora de volver al hospital. “Lo peor es cuando llego al apartamento y no puedo hablar con nadie porque en España son las tres de la mañana”, contaba.

placeholder Álex y Ana, en una imagen de archivo. (Getty)
Álex y Ana, en una imagen de archivo. (Getty)

Eran las horas donde el desdramatizar servía para poco aunque las noticias que quisiera dar al resto de su entorno fueran buenas. “La diferencia horaria es muy mala para la soledad”, decía. Para cambiar el registro se ponía a escribir historias de proyectos futuros que le servían para retomar la esperanza y el optimismo genético que también formaba parte del ADN de Álex.

Por fin madre e hijo volvieron a Madrid y a Lequio se le veía feliz en la tertulia de Ana Rosa. El camino recorrido por el valiente chico en Nueva York parecía encauzado y con buenos augurios. Antes de que comenzara la pandemia y el confinamiento, la unidad familiar puso rumbo a Barcelona donde le iban a tratar en el hospital Quirón. Ana Obregón montó la intendencia para no separarse de su hijo. “No salgo ni para teñirme y tengo unas raíces tremendas”, informaba por WhatsApp mientras aún había esperanza de que el destino se portara como era de esperar. No fue así. La injusticia se confirmó el miércoles pasado cuando los padres tuvieron que afrontar la gran tragedia de sus vidas: Álex tenía 27 años y una vida por delante llena de proyectos y de ilusiones que ese mal destino no quiso promocionar.

Una de las expresiones que más utilizaba Ana Obregón desde que a su hijo Álex le detectaron el cáncer fue “hay que desdramatizar”. Y la mantuvo en sus apariciones públicas y en sus entrevistas de estos últimos años porque era la que le había transmitido su grandullón, como ella lo llamaba. Durante ese tiempo, esa máxima ha sido la constante en la vida de esta unidad familiar.

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