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Adiós a Álex Lequio, el "grandullón" de Ana que nunca perdió la esperanza
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OBITUARIO

Adiós a Álex Lequio, el "grandullón" de Ana que nunca perdió la esperanza

Recordaba con sentido del humor al niño 'comemicrófonos' de su infancia. Se fue a Estados Unidos a estudiar, a donde le siguió su madre. "Es una mujer increíble, nunca la he visto mal", decía

Foto: Álex Lequio, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Álex Lequio, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

Álex Lequio tenía 27 años. Era un chico fuerte, animoso, positivo, con un sentido del humor muy parecido al de su madre y una ironía a veces ácida heredada de la rama paterna. Antes de nacer ya ocupaba portadas y la tripa de embarazada de Obregón fue una de las más fotografiadas en 1991. Pocos días antes de su nacimiento, sus padres acudieron al hotel Miguel Ángel, donde se celebraba la entrega de los premios Naranja y Limón. Esa noche Álex ya estaba revoltoso y no paraba de moverse. Antes de que acabara la fiesta se marchaban y Ana ya adelantaba: “Menuda guerra me va a dar”. Y la verdad es que en esa primera etapa de su vida no creó más complicaciones que las habituales para una madre primeriza. Después, tampoco.

Fue un bebé buscado, deseado y muy querido con una infancia feliz en la que sus padres le quisieron proteger del interés mediático, aunque era prácticamente imposible. Ya mayor recordaba con una sonrisa esos primeros años en los que Ana le vestía de pequeño lord. “Cuando veo las fotos con esos rizos, los pantalones bombachos, la camisita de chorreras, le digo a mi madre que tendría que ser un delito, que debería estar penado. No se puede vestir así a nadie". Y la madre se mosqueaba muchísimo y decía que era el bebé más guapo del mundo. Verdad o leyenda, la actriz contaba que desde Estados Unidos la habían llamado para que Álex hiciera un catálogo infantil. Cuando la prensa le preguntaba por este tema respondía con su ironía: “Pero, bueno, aún no os habéis enterado de que mi madre es Antoñita la fantástica”. Y también recordaba muerto de risa sus momentos de niño 'comemicrófonos'. “Alguna vez que he vuelto a ver las imágenes me parto de risa con mi madre perdiendo los nervios y atacando con sprays a la prensa”. Ana dejó de trabajar los primeros años para ocuparse de su bebé. Para ella, la maternidad lo ha sido todo.

Tuvo una infancia muy protegida, divertida, con una familia muy unida y un abuelo materno al que adoraba. Todos los veranos, hasta este último, se reunían en el chalé de la Costa de los Pinos, en Mallorca. Para los primos era una cita obligada, como él mismo contaba en su Instagram.

placeholder Ana García Obregón y Álex Lequio, en un mercadillo solidario. (CP)
Ana García Obregón y Álex Lequio, en un mercadillo solidario. (CP)

Álex consiguió lo más difícil. Pasar de una infancia con focos y altavoces a una adolescencia y juventud privadas. Alessandro y Ana decidieron que si su hijo en el futuro quería una vertiente pública sería por su propia elección y no de manera impuesta. Y así se hizo. Se fue a Estados Unidos a estudiar, donde nadie sabía que su madre era uno de los personajes más conocidos en España y su padre tataranieto del Alfonso XIII. “En mi universidad había hijos de las grandes fortunas de medio mundo y como comprenderás mi perfil pasaba totalmente desapercibido”.

Su madre fue tras él

Y su madre se fue tras él. Tenía previsto alquilar una casa cerca del campus y esa vez Álex se puso firme. Más o menos le dijo: “Me puedes venir a ver siempre que te apetezca, pero no quiero que estés tan cerca”. La actriz se instaló en Miami y era el hijo el que iba a verla o a la inversa. Muchas veces Ana recibía la visita sin avisar pero encantada de la llegada de su "grandullón" y sus amigos. La actriz reconocía que fue una época agridulce: “Feliz cuando aparecía y nostálgica durante unos días cuando se marchaban”.

Madre e hijo estaban muy compenetrados y Álex llegó a convocar un premio en su universidad a la “madre más enrollada” que, por supuesto, recayó en la actriz multitareas.

placeholder Álex Lequio, en la apertura de una tienda en Málaga, hace un año. (Getty)
Álex Lequio, en la apertura de una tienda en Málaga, hace un año. (Getty)

Después llegaría la enfermedad, la decisión de los padres de viajar a Nueva York para el tratamiento contra el cáncer que padecía. A pesar de la dureza y la injusticia que suponía ser protagonista de una historia trágica, Álex Lequio nunca perdió la ilusión ni la esperanza. Tampoco escondía la gravedad de su enfermedad, que compartía con sus seguidores. En su última aparición pública, en noviembre pasado, demostró esa entereza y esa fuerza y quitaba importancia a su situación: “Creo que es una cuestión de actitud. Al fin y al cabo yo lo veo como un contratiempo. Voy al hospital como quien va a hacerse unos análisis. Encima tengo muchos amigos que están conmigo. Y, por supuesto, mi familia. Mis padres siempre han estado ahí. Mi madre es una mujer increíble. Nunca la he visto mal”.

Álex Lequio García fallecía este miércoles en el hospital Quirón de Barcelona rodeado de sus padres y familia directa. Ahora queda para Ana y Alessandro un duro camino que tendrán que recorrer con la imagen de ese hijo divertido, emprendedor, bueno y cariñoso.

Álex Lequio tenía 27 años. Era un chico fuerte, animoso, positivo, con un sentido del humor muy parecido al de su madre y una ironía a veces ácida heredada de la rama paterna. Antes de nacer ya ocupaba portadas y la tripa de embarazada de Obregón fue una de las más fotografiadas en 1991. Pocos días antes de su nacimiento, sus padres acudieron al hotel Miguel Ángel, donde se celebraba la entrega de los premios Naranja y Limón. Esa noche Álex ya estaba revoltoso y no paraba de moverse. Antes de que acabara la fiesta se marchaban y Ana ya adelantaba: “Menuda guerra me va a dar”. Y la verdad es que en esa primera etapa de su vida no creó más complicaciones que las habituales para una madre primeriza. Después, tampoco.

Ana Obregón
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