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Sonsoles Ónega: "Habría que escuchar más lo que dice la Reina para saber lo que piensa"
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ENTREVISTA

Sonsoles Ónega: "Habría que escuchar más lo que dice la Reina para saber lo que piensa"

La periodista, que acaba de publicar novela y estrena programa, 'La casa fuerte', reflexiona con nosotros sobre el momento actual a partir de 'Mil besos prohibidos'

Foto: Sonsoles Ónega, con su novela. (Carlos Ruiz B. K.)
Sonsoles Ónega, con su novela. (Carlos Ruiz B. K.)

'Mil besos prohibidos' (Ed. Planeta) es el sugerente título de la sexta novela de Sonsoles Ónega, la trepidante historia de Costanza Mendiola, una abogada de éxito separada, y el padre Mauro, un sacerdote con el que vivió un amor de juventud, que renace tras un encuentro fortuito por las calles de Madrid. Un 'page-turner', como denominan los anglosajones a aquellos libros que no puedes parar de leer una vez que los has comenzado, en el que son clave las culpas del pasado, la fuerza del destino, como cantaba Mecano, y el gran proceso de cambio que ha experimentado España en los últimos años, también en términos morales.

Entrevistamos a su autora apenas una hora antes de que se hiciera público que la Fiscalía del Supremo investiga al rey Juan Carlos por un presunto delito fiscal y blanqueo de capitales. La periodista, que está al frente de 'Ya es mediodía' y este jueves estrena 'La casa fuerte', también en Tele 5, nos habló, ajena a esta noticia de gran calado, de la frontera que ha marcado el rey Felipe VI entre la anterior jefatura del Estado y la actual, de cómo está ejerciendo su papel como reina doña Letizia, con quien mantiene una gran y discretísima relación de amistad, así como de grandes retos a los que tiene que hacer frente nuestra sociedad (y que están muy presentes en la novela) como la lucha contra la corrupción o el derecho a una muerte digna.

PREGUNTA: A los que somos de tu generación nos marcó mucho la novela 'El pájaro espino', de Colleen McCullough, y por la adaptación para televisión protagonizada por Richard Chamberlain. ¿Lo tuviste presente cuando escribiste 'Mil besos prohibidos'?

RESPUESTA: Totalmente. Tengo más la referencia televisiva, pero después, cuando estaba empezando a escribir, leí el libro. Efectivamente, cuando les conté el argumento a mis editoras fue lo primero que les vino a la cabeza y me la leí, no fuera que hubiera alguna analogía y se nos pudiera acusar de algo. Entonces vi que no, que no tiene nada que ver, que son tiempos totalmente distintos y que el amor del padre Ralph es casi por una niña. La serie me marcó muchísimo y quizás la tenía ahí, en algún espacio remoto de la memoria.

P: Y al leerla también me vino a la memoria 'el pasado siempre vuelve', el eslogan del programa 'Hormigas blancas' de Tele 5, en el que se revisitaba el pasado de los famosos a través de la hemeroteca...

R: No estoy muy segura de que el pasado siempre vuelva, aunque en esta novela vuelve como un tsunami que arrasa a los personajes. Sí es una novela que reflexiona sobre el paso del tiempo y sobre esas trampas que nos tiende la memoria haciéndonos creer que el pasado fue mejor que nuestro presente. Es muy humano y a veces necesario recurrir a momentos en los que fuimos felices y que así los archivamos en la cabeza, que nos redimen de un mal presente. Ese tema de los caprichos de la memoria es uno de los fundamentales del libro. De alguna manera todos tenemos un primer amor de cuando nos creíamos las promesas del amor eterno, que no necesariamente nos ha perseguido de manera obsesiva como a los personajes de este libro, pero a ellos les ocurre. Para el padre Mauro tiene algo de maldición, pero ella lo vive al revés, considera que la vida se lo paga con él, porque le debe mucho desde hace tanto tiempo. Y para ella el amor tiene una fuerza transformadora que le permite volver a ser feliz.

P: El hecho de que Mauro, el protagonista, sea sacerdote es una de las claves de la historia de amor. ¿Ha llegado el momento de que la Iglesia se plantee seriamente el debate del celibato?

R: No soy yo quien lo debe decir, no lo sé. En esta novela es un dilema que se plantea, porque si no, no se entendería la historia. Lo que sí quería era acercarme a la Iglesia y a un personaje como el padre Mauro desde el respeto y el poco conocimiento que puedes tener cuando te estás documentando. He trabajado la parte emocional con un sacerdote que me ha ayudado a hacer verosímiles y reales las reacciones de uno ante la irrupción de una pasión. No quería que fuera una novela frívola ni superficial. Podemos imaginarnos lo que siente un sacerdote cuando se enfrenta a una pasión, a un amor imprevisto. ¿Hasta qué punto se la raja el mundo que pisa? Es algo sobre lo que no sabía nada y he aprendido mucho de la Iglesia al prepararlo. Incluso te diré que mis raíces son católicas y lo soy, que no pasa nada por decirlo, que ahora entiendo mucho más a los sacerdotes. De todas formas, el padre Mauro es el hombre casado, cualquier hombre casado. Quería elegir un personaje muy sólido en sus convicciones para contraponerlo también al mundo que vivimos. 'Mil besos prohibidos' es una novela de personajes destruidos en sus circunstancias, pero en un entorno que también se está desmoronando poco a poco. Con los movimientos del 15-M llega el cuestionamiento de nuestra democracia, de nuestra transición y de nuestras instituciones. El padre Mauro tiene que hacer también esa transición. Es un hombre muy sólido, que no es vapuleado por nada hasta que le ocurre. Igual que a este país. Quería establecer un paralelismo entre el paisaje de la novela y los personajes que la habitan.

placeholder Sonsoles Ónega, en 'Ya es mediodía'. (Mediaset España)
Sonsoles Ónega, en 'Ya es mediodía'. (Mediaset España)

P: A través de Rosalinda, la madre de la protagonista, abordas la cuestión del derecho a una muerte digna y has declarado en estos días que no se está dando la respuesta política correcta. ¿Cómo crees que se debería abordar?

R: La historia de Rosalinda es un retorcimiento de la realidad con una trama complicada, pero que busca denunciar esa gran asignatura pendiente que tenemos y que creo que ya podemos abordar desde la madurez de más de 40 años de democracia, elegir cómo morimos. Rosalinda es una mujer que tiene una parte emocional, el rebelarse contra el envejecimiento, y otra es qué hacer cuando le han diagnosticado un padecimiento incurable. Es un ingrediente más en la novela que pretende ser una reflexión. A tu pregunta concreta, ¿los políticos la van a abordar?, pues en esta legislatura me temo que ya no. Siempre es una línea en los programas electorales, tanto de la derecha como de la izquierda, pero con matices, "ley de paliativos", "ley de muerte digna"... Le cambian el título a un asunto pendiente. Lo que yo sí creo es que debería haber un gran consenso en torno a esta ley si es que alguna vez la hay. Porque los matices, en este caso ideológicos, son muy importantes. Todos deberían escucharse para llegar a un punto de encuentro. Llegará un día que lo hagamos, por propia inercia de la sociedad, que necesita regularlo. Claro que si no nos ponemos de acuerdo ni para reconstruir este país, cómo ponerse de acuerdo para legislarla...

P: Otro asunto clave en la trama es la corrupción, a través de la figura de Gerardo Barrios, un banquero al que la protagonista intenta salvar de la cárcel. ¿Seguimos siendo muy permisivos con ella en función del partido político al que apoyamos?

R. Creo que no. Es más, creo que los jueces han hecho una labor fundamental para saciar esa necesidad de justicia que hay en la calle. La calle se incendió no solo por la crisis del año 8, sino por los abusos constantes de las instituciones y de los poderosos. Y eso está presente en la novela a través de este personaje, que no es nadie en concreto y todos en general, a los que yo he visto desfilar por la Audiencia Nacional con una soberbia que ponía los pelos de punta. Al final acaban todos en el banquillo de los acusados y la justicia en este país es muy lenta, porque es muy garantista, pero acaban rindiendo cuentas. No creo que sea una asignatura pendiente, porque poco a poco todos los que van cometiendo fechorías y desfalcos van cayendo gracias a los jueces.

placeholder La periodista y escritora está en un excelente momento profesional. (Carlos Ruiz B. K.)
La periodista y escritora está en un excelente momento profesional. (Carlos Ruiz B. K.)

P: A la protagonista de tu novela la pones en situaciones tan límite como la muerte de su hija, y al leerlo me resultó inevitable pensar en Ana Obregón y su tragedia familiar. ¿Es posible recuperarse de un dolor tan inmenso?

R: Es una mirada que ahora se puede hacer, que antes no, porque no había ocurrido. Cuando se muere un hijo, el vacío inmenso que les queda a los padres jamás se llenará con nada. En esta novela, que tiene una parte personal importante, esto no me ha ocurrido, pero sí creo que es una obsesión y un miedo que toda madre tiene desde el momento que da a luz. Es un miedo que desaparece exactamente en el momento en el que se produce la desgracia y a partir de ahí empieza una tarea de reconstrucción impresionante que no todo el mundo consigue. Yo también he pensado mucho en Ana estos días, porque es terrible, cada vez que sube un texto a sus redes sociales se te parte el alma. No hay dolor más grande que sobrevivir a un hijo.

P: Tú tienes dos y en estos días comentabas que pusiste especial esfuerzo en informar a tu hijo, que es diabético, sobre el coronavirus para que no se sintiera vulnerable. Una causa a la que también estás contribuyendo de manera pública con la campaña '¡Que la diabetes no te pare!'.

R: Es mi pequeña guerra a la que llegué por una cuestión personal, por el diagnóstico de mi hijo pequeño. Yo aporto solo un granito de arena a la cantidad de información que hay sobre esta enfermedad, la diabetes tipo 1. Hay que concienciar a los niños de la necesidad de comer sano, porque su entorno es 'dulce y procesado'. Ahí tenemos que estar todos como sociedad, porque la alimentación insana produce enfermedades crónicas. Es una conclusión a la que llegan los científicos, no yo, lo que pasa es que la industria es muy poderosa y nos engañan con algunos lemas en los envases que no son ciertos. Igual que vemos en una caja de tabaco que fumar mata, estaría bien que en estos productos leyéramos que su consumo produce enfermedades cardiovasculares y un largo etcétera.

P: En la novela describes a la reina Fabiola de los belgas como un referente para las mujeres de nuestro país durante la dictadura, especialmente para las de alta social. ¿En qué medida pueden ser referentes nuestras dos Reinas, la emérita doña Sofía y doña Letizia?

R: Sí era perfecta para esa sociedad, tal como aparece en el libro para reflejar a los antepasados de Costanza. En los periódicos de la época, en la crónica social, la referencia a la reina Fabiola era constante, de orgullo para el franquismo a la hora de trasladar a su sociedad ese ejemplo de mujer abnegada y entregada a la causa de su matrimonio y de ser reina. Todas querían ser Fabiola en determinada clase social o al menos esa es la conclusión que saqué leyendo las crónicas, sobre todo de 'ABC', en todos aquellos años. Hoy en día, las reinas tienen que ser ejemplo de compromiso con las principales causas que hacen una sociedad mejor, la educación, la igualdad o, por ejemplo, la alimentación, de la que hablábamos antes. No hace falta ser reina para reivindicar una comida sana. Ahí tenemos a Michelle Obama, por ejemplo, que de repente se convirtió en la gran plantadora de tomates en la Casa Blanca, en un país que consume tantísimo procesado o bebidas edulcoradas. Son mensajes muy potentes y está muy bien que lo hagan quienes tienen el altavoz para hacerlo.

placeholder Con 'Después del amor todo son palabras' fue galardonada con el XXII Premio de Novela Fernando Lara. (EFE)
Con 'Después del amor todo son palabras' fue galardonada con el XXII Premio de Novela Fernando Lara. (EFE)

P: Manifiestas que eres monárquica por convicción. ¿No se lo ha puesto demasiado difícil el Rey emérito a don Felipe y doña Sofía?

R: Puede que sí, pero con el comunicado emitido por el rey Felipe el 15 de marzo marcando sus líneas rojas y su compromiso con la ejemplaridad marcó una frontera entre los reinados, supongo que desde el agradecimiento por todo lo hecho por el rey Juan Carlos, pero demostrando que su jefatura del Estado pretende ser, primero, trasparente y, segundo, ejemplar. No hay otra manera de entender la Corona y el resto de instituciones por debajo de la Corona. A veces a la Corona se le exige, y está bien que así sea, atributos que al resto de instituciones no. Como primera institución de este país, el rey Felipe tiene claro, y así lo ha dicho, cuáles tienen que ser las señas de identidad de su reinado. En ese sentido a mí me representa, sobre todo en un país de políticos instalados en el insulto y en el reproche, en dinámicas del pasado que no construyen, sino que generan división.

P: ¿Consideras que a la reina Letizia se la critica a veces en exceso o por cuestiones espurias?

R: La crítica es libre porque vivimos en un país con libertad de expresión, pero yo creo que la hoja de servicios de la reina Letizia es impecable. No ha cometido errores y su compromiso con las causas en las que cree es evidente. Quizás habría que escuchar más lo que dice para saber lo que piensa.

placeholder Sonsoles Ónega y Jorge Javier. (Telecinco)
Sonsoles Ónega y Jorge Javier. (Telecinco)

P: La protagonista de tu novela es una mujer decidida, que asume riesgos, y así fue interpretado por muchos que te pusieras al frente de 'Ya es mediodía' y ahora del reality 'La casa fuerte'.

R: Las oportunidades profesionales hay que morderlas y yo creo que esta lo es -dice en alusión al programa que estrena este jueves junto a Jorge Javier Vázquez-. Me va a permitir explorar un formato nuevo. Las dos oportunidades llegaron en momentos en los que estaba muy cómoda con lo que hacía. Estaba muy cómoda en el Congreso de los Diputados, en una época muy convulsa. El presidente Rajoy acababa de aprobar los presupuestos, pero le montaron una moción de censura... Era un momento excitante políticamente. Me llega entonces la oportunidad de trabajar en un magacín y dos años después, casi por las mismas fechas, aparece otra nueva. Un periodista nunca debe dejar de aprender y descubrir nuevos espacios en los que hacer lo único que sabemos hacer, comunicar. Igual que llegué con todas las ganas de aprender cómo era un magacín, ahora quiero vampirizar a todo el equipo para aprender y seguro que me ayudarán.

P: Aseguras que eres de una disciplina germánica, ¿has sentido en alguna ocasión el vértigo al tomar una decisión importante o pensado que te podrías estar equivocando?

R: Personalmente a veces me enredo un poco, pero profesionalmente soy muy práctica. En cada cosa que hago intento ir a lo fundamental. No me dejo llevar por dudas o por miedos. Esto tiene el riesgo de ir acumulando obligaciones. No quiero perder la conversación política y la he mantenido en las tertulias con Carlos Herrera, pero ahora he hecho un paréntesis porque no me da la vida para más, literalmente. Al final, lo que voy a haciendo es una mochila cada vez más pesada de obligaciones.

'Mil besos prohibidos' (Ed. Planeta) es el sugerente título de la sexta novela de Sonsoles Ónega, la trepidante historia de Costanza Mendiola, una abogada de éxito separada, y el padre Mauro, un sacerdote con el que vivió un amor de juventud, que renace tras un encuentro fortuito por las calles de Madrid. Un 'page-turner', como denominan los anglosajones a aquellos libros que no puedes parar de leer una vez que los has comenzado, en el que son clave las culpas del pasado, la fuerza del destino, como cantaba Mecano, y el gran proceso de cambio que ha experimentado España en los últimos años, también en términos morales.

Sonsóles Onega