Esther Doña, tres años de su boda con Falcó: acuerdo casi millonario, verano sin glamour

Esther Doña no imaginaba, antes de la pandemia del coronavirus, que no podría celebrar su tercer aniversario de boda, que se cumpliría este miércoles 22 de julio. La muerte de Carlos Falcó la convirtió en marquesa viuda y la alejó de la vida social que mantenía mientras vivió con su marido. Estuvo residiendo un tiempo en el palacio El Rincón, en Aldea del Fresno (Madrid), hasta que le resultó inviable su mantenimiento.

De muchos de esos pagos se encargaba, en vida del marqués, su hijo Manolo, que durante los últimos años fue comprando a su padre las acciones de las empresas. En el caso de El Rincón, había también un embargo que Esther no podía asumir, además de los gastos de la economía cotidiana. La marquesa viuda llegó a un acuerdo con los herederos para dejar vía libre a la venta del edificio, los jardines y el campo que lo rodea.

Según las informaciones que aparecieron tras la muerte de Carlos Falcó, tenía legalmente derecho al usufructo de la vivienda familiar por ser domicilio habitual y donde estaba empadronada. Como sucedió con Alfonso Diez al morir la duquesa de Alba, el primogénito, Carlos Fitz James-Stuart, llegó a un acuerdo económico y no hubo más complicaciones. En el caso de Esther Doña sucedió algo parecido, aunque su salida de El Rincón se retrasó varios meses hasta que se cerraron todos los flecos económicos.

Explican a Vanitatis que, con la ley en la mano, podría haberse quedado en el palacio hasta que hubiera querido y, por lo tanto, la venta con ella dentro habría sido más difícil. En este sentido, Esther Doña no tenía intención de hacerse fuerte en un lugar que “se cae a trozos”, según palabras de amigos que conocen El Rincón. El acuerdo económico habría sido muy provechoso para ambas partes: para los herederos porque, por fin, pueden desprenderse de una finca que no era la joya de la corona (lo es Casa de Vacas), y para la viuda supone empezar su nueva vida con una cifra muy importante de varios ceros en su cuenta corriente. Todos contentos con ese acuerdo definitivo. Sobre todo para Esther, para la que vivir tan aislada no era el mejor escenario.

De la familia de su marido solo tiene trato con una prima, Verónica Fernández de Córdoba, a la que suele acompañar a cenas y almuerzos privados. Su círculo social se redujo al máximo tras quedarse viuda.

A finales de julio viajará a Málaga, donde se encuentra su familia. Ya no hay invitaciones a Menorca ni a Marbella, ni a Cannes, ni a ningún lugar de moda como sucedía cuando vivía el marqués de Griñón, muy querido por sus amigos y conocidos.

Un enlace secreto

La boda de Esther y Carlos Falcó fue privada y secreta. El concejal amigo de Aldea del Fresno fue el encargado de oficiar la ceremonia civil en el palacio solo con dos testigos, uno de ellos el abogado Matías Cortes. Sus hijos se enteraron por la prensa del nuevo estado civil de su padre, que con anterioridad les había dado la sorpresa de inscribirse con Esther como pareja de hecho. En septiembre, el matrimonio organizó una fiesta en El Rincón para compartir la buena noticia.

Lo llamativo de esa celebración fue que muchos de los invitados eran personajes para el photocall de la exclusiva que tenían poca o nula relación con los novios. El propio Matías Cortes, íntimo de Carlos Falcó desde su juventud, llegó a decir: “Salvo a Jaime Soto y cuatro más, no conozco a nadie”.