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Íñigo y Fernando Ramírez de Haro: los Caín y Abel de la aristocracia española
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Íñigo y Fernando Ramírez de Haro: los Caín y Abel de la aristocracia española

El primero se ha querellado contra el segundo por la venta de un cuadro de Goya. Le acusa de estafa, falsedad documental, apropiación indebida y de un delito contra Hacienda y el Patrimonio

Foto: Fernando Ramírez de Haro, en un acto en Vejer de la Frontera. (EFE)
Fernando Ramírez de Haro, en un acto en Vejer de la Frontera. (EFE)

Beatriz Valdés, marquesa de Casa Valdés y condesa viuda de Bornos hasta su fallecimiento, era una mujer cultísima, educada en los mejores ambientes, filántropa. Nacida en mayo de 1926, se casó siendo apenas veinteañera con el militar Ignacio Fernando Ramírez de Haro y Pérez de Guzmán, otro aristócrata y grande de España. El matrimonio tuvo seis hijos: Beatriz, Fernando, Juan José (ya fallecido), Íñigo, Javier y Gonzalo. Cuando murió el patriarca, en 2010, se creó una comunidad hereditaria participada a partes iguales por los seis hijos, aunque Fernando, que no era el primogénito, se quedó con el título de más relumbrón de la familia, el condado de Bornos. En la masa hereditaria, entre terrenos, inmuebles, joyas familiares, títulos y demás, se encontraba un retratito de Valentín Bellvís de Moncada y Pizarro firmado por un autor desconocido.

Fernando y su familia (está casado con Esperanza Aguirre, con la que tiene dos hijos) vivieron siempre en el palacete familiar madrileño con doña Beatriz, en pleno centro de Madrid. Allí colgaba este óleo de 115 x 83, un cuadro que formaba parte de los bienes históricos de la familia y que se había transmitido de generación en generación. Cuando los hijos lo heredaron, ese óleo no valía más de 10.000 euros. En 2013, cuando Fernando Ramírez de Haro lo vendió, superó los cinco millones de euros.

placeholder El conde de Bornos y su esposa, Esperanza Aguirre, en el tenis. (EFE)
El conde de Bornos y su esposa, Esperanza Aguirre, en el tenis. (EFE)

¿La razón? Que en ese tiempo se certificó que el verdadero autor del cuadro era Francisco de Goya. El conde de Bornos lo vendió a Juan Miguel Villar Mir en un mal momento económico y con la connivencia de la familia, pero, según la versión de Íñigo Ramírez de Haro, nunca repartió los beneficios. Tras hablar con su hermano y comprobar en un almuerzo que no tenía intención de harcelo, el diplomático y escritor se alzó en armas de forma pública contra el marido de Esperanza Aguirre. Entre otras muchas cosas, concedió varias entrevistas en las que contaba que Fernando se había comprometido a repartir las ganancias entre los hermanos en un documento privado y que ahora se negaba a cumplir. En ese documento, según Íñigo, se exponía que el retrato habría sido vendido por 5,1 millones de euros y que cada hermano recibiría alrededor de 853.000 euros. La cantidad debería desembolsarse como muy tarde después de morir la madre, algo que no ha sucedido.

En público, no

La familia se enfrentó abiertamente. Ninguno entendió que Íñigo hiciera público el desencuentro. Se habló de demandas. “Han pasado cinco años de la venta, ha muerto nuestra madre y ahora ha dicho que no nos va a devolver ese dinero. No me queda más remedio que ponerle una demanda por haber incumplido su palabra”, insistía Íñigo en 'Vanity Fair', ante el horror de su familia. Lo cierto es que la ley amparaba a Fernando, dado que en el momento de testar se desconocía el nombre del autor real del cuadro.

placeholder Íñigo Ramírez de Haro (derecha), en los premios anuales de la Hispanic Society, en Nueva York. (EFE)
Íñigo Ramírez de Haro (derecha), en los premios anuales de la Hispanic Society, en Nueva York. (EFE)

Ahora, 'Voz Pópuli' ha desvelado que Íñigo Ramírez de Haro ha materializado sus amenazas y presentó en verano una querella contra el marido de Esperanza Aguirre. La querella ya ha sido admitida a trámite y en ella Íñigo acusa a Fernando de estafa, falsedad documental, apropiación indebida y de un delito contra Hacienda y el Patrimonio Histórico por la venta del cuadro. Uno de los argumentos es que, tras constatar que se trataba de un Goya, cualquier transacción con la obra debía haberse regido por la Ley del Patrimonio Histórico Español. "Esto implica que había que comunicar a las autoridades su existencia y hacer una oferta de venta que, según se sugirió, podría ser al Museo del Prado", se explica en el citado artículo.

Íñigo Ramírez de Haro, marqués de Cazaza en África, ha sido siempre un verso suelto de la aristocracia española. Es diplomático, aunque a menudo ha sido más conocido por su vertiente como escritor y como autor teatral. En 'El caso Medina Sidonia', Ramírez de Haro hablaba sobre su tía, la duquesa roja, describiendo sin piedad las complicadas relaciones familiares. Más sonada aún fue su obra de teatro 'Me cago en Dios', por la que recibió miles de denuncias tras su estreno en el Círculo de Bellas Artes y que logró llevar a Nueva York, donde trabajó como cónsul. En 2015 fue destituido como ‘número dos’ en la embajada española en Serbia después de que, durante la promoción de la obra ‘Trágala, trágala’, acusase al ministro García-Margallo de utilizar “métodos inquisitoriales” contra él. El ministro Alfonso Dastis lo recuperó tres años después nombrándole número dos de España ante la Unesco, con sede en París.

Beatriz Valdés, marquesa de Casa Valdés y condesa viuda de Bornos hasta su fallecimiento, era una mujer cultísima, educada en los mejores ambientes, filántropa. Nacida en mayo de 1926, se casó siendo apenas veinteañera con el militar Ignacio Fernando Ramírez de Haro y Pérez de Guzmán, otro aristócrata y grande de España. El matrimonio tuvo seis hijos: Beatriz, Fernando, Juan José (ya fallecido), Íñigo, Javier y Gonzalo. Cuando murió el patriarca, en 2010, se creó una comunidad hereditaria participada a partes iguales por los seis hijos, aunque Fernando, que no era el primogénito, se quedó con el título de más relumbrón de la familia, el condado de Bornos. En la masa hereditaria, entre terrenos, inmuebles, joyas familiares, títulos y demás, se encontraba un retratito de Valentín Bellvís de Moncada y Pizarro firmado por un autor desconocido.

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