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Rafael Amargo y la química recreativa
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OPINIÓN

Rafael Amargo y la química recreativa

Vistas las hilarantes y espontaneas declaraciones del flamenco nada más ser puesto en libertad sin fianza, me ha parecido que acababa en camisa de once varas

Foto: Rafael Amargo durante la rueda de prensa en la presentación de 'Yerma'. (EFE)
Rafael Amargo durante la rueda de prensa en la presentación de 'Yerma'. (EFE)

Peleando mis dos únicas neuronas válidas se hallaban en el discernir de saber si pecaba de homonimia o polisemia (o de nada) a la hora de recurrir al título más fácil y evidente del artículo cuando salta la noticia de la amarga (¡joder mira que intentaba evitarlo y qué pronto caigo!) queja del sujeto. Sujeto, objeto de la noticia, que parece no haber predicado mucho con el ejemplo a la vista de las acusaciones que le han tenido un par de días a la sombra y tres minutos a la luz de todas las cámaras de España.

Foto: Rafael Amargo. (EFE)

Queja que no pueden perderse y que ha sido retransmitida en directo desde las puertas de la comisaría y que el artista, evito el entrecomillado, ha realizado sin pudor parapetado tras máscara rojinegra y gorra de corte beisbolero a ritmo verbal de bulería. Pero no de bulería normal. De esa bulería fin de fiesta que se acelera al final de los conciertos flamencos auténticos y que, si ha ido todo como debería, acaba siempre con la camisa partida del bailador al final de su éxtasis (prometo que no va con segundas).

placeholder Rafael Amargo actúa durante un pase gráfico para presentar el espectáculo 'Yerma'. (EFE)
Rafael Amargo actúa durante un pase gráfico para presentar el espectáculo 'Yerma'. (EFE)

Hoy, vistas las hilarantes y espontaneas declaraciones del flamenco nada más ser puesto en libertad sin fianza, más que en camisa partida víctima de éxtasis artístico me ha parecido que acababa en camisa de once varas víctima de inconsciencia, tras impedir la mínima reflexión sobre su situación la excitación de verse libre de la trena.

Creo que me han parecido a mí, y me atrevería a decir que a su abogado vistos los gestos compulsivos que realizaba en un no muy discreto segundo plano, casi autoincriminatorias. A pesar de lo serio del asunto recomiendo el visionado repetido del momento a todo adulto en persecución de una sonrisa y solicito a las autoridades pertinentes la obligatoriedad del estudio de la escena a todo estudiante de derecho penal que aspire a una carrera profesional de más de quince días y al menos un no condenado.

El acusado nombrando a Pablo Escobar, diciendo que si va la policía a su casa igual se queda por lo bien que se lo pueda pasar, “aunque allí no hay nada” dice textualmente, o expresando con convicción y vehemencia lo que le gusta celebrar la vida, “como a todo el mundo” dice “el artista” –ahora si entrecomillado-, me han resultado casi cómicas.

placeholder Rafael Amargo actuando en San Sebastian. (EFE)
Rafael Amargo actuando en San Sebastian. (EFE)

Es tal la inconexión del discurso con el que intenta defenderse que si yo fuera el fiscal creo que me iría sin problema de puente. Y si fuera su abogado la verdad que también, que no me gusta mucho perder el tiempo ni aparentar que trabajo. Desconozco el detalle de los cargos lo que fortalece mi presunción de inocencia pero, sin ser detective, no me ha sido difícil detectar expresiones y comportamientos en la improvisada rueda de prensa que podrían apuntar a cierta relación con el mundo de la química recreativa.

No sé si rumor o mito, la capacidad de ciertas sustancias de extraer de uno los matices más artísticos que posea, es una constante. Desde los tiempos de la absenta a nuestros días, artistas de variados espectros, desde románticos a post punk, parece que encuentran en la capacidad de alterar la percepción de la realidad de su cerebro inspiración o consuelo según les demande el momento. No es ajeno a quien conozca de cerca la vida de un creador, no importa el medio, la presencia de sustancias sin registro sanitario en estudios, camerinos o escenarios.

placeholder Rafael Amargo. (EFE)
Rafael Amargo. (EFE)

Parece, vista la frecuencia, que aquellos humanos más cercanos a producir o percibir las vibraciones energéticas de más alta frecuencia, que al poner en común solemos definir como arte, necesitaran mejorar la sinapsis de sus neuronas para garantizarse o mejorar el resultado de sus performances. Aun siendo consumidor habitual… de arte, no seré yo quien defienda el uso de la ventaja artificial en ninguno de sus formatos. Ni alcohol ni ningún tipo de droga debería ponderarse incluso con la acreditación de sus resultados, que no digo que no nos vengan a la mente la constatación de sus mejoras si repasamos la lista de nuestros artistas preferidos y su relación con los estupefacientes. Ni lo pondero ni lo valoro con la convicción de que nunca he necesitado su uso para investigar mi capacidad de acercarme a algo parecido a lo que definimos como arte.

Pero seamos realistas. Hay más tipos de drogas integradas en nuestra sociedad que tipos de cereales procesados para desayunar. Y se está perdiendo la unanimidad a la hora de perseguir y criminalizar algunas hoy en día, por lo que no sabemos qué nos deparará el futuro en cuanto a nuestra relación con los, cada vez más sofisticados y precisos, alteradores químicos de nuestro cerebro. No defiendo su consumo, defiendo el debate, que, me temo, resulta a estas alturas inevitable.

Creo que si le hacemos participar a Rafael Amargo del mismo acertaría a anticipar de qué lado de la mesa se pondría. Intuyo que defendiendo más su condición de cliente que de empresario del ramo por cierto. Lo que puedo asegurar es que no me pienso perder ni un capítulo de esta serie, empezando por ver los efectos, del altercado me refiero, en la próxima función a la que pueda acudir, de Yerma.

Peleando mis dos únicas neuronas válidas se hallaban en el discernir de saber si pecaba de homonimia o polisemia (o de nada) a la hora de recurrir al título más fácil y evidente del artículo cuando salta la noticia de la amarga (¡joder mira que intentaba evitarlo y qué pronto caigo!) queja del sujeto. Sujeto, objeto de la noticia, que parece no haber predicado mucho con el ejemplo a la vista de las acusaciones que le han tenido un par de días a la sombra y tres minutos a la luz de todas las cámaras de España.

Rafael Amargo
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