Vargas Llosa, de paseo por Madrid con su hija Morgana y sus nietas

Como en el anuncio de los turrones, Morgana y su familia han vuelto a Madrid para pasar las Navidades con Vargas Llosa. Una visita anual a la capital que nunca se rompió e incluso se mantuvo cuando llegó la ruptura matrimonial de sus padres. Precisamente, la separación inesperada hizo que los tres hijos tomaran partido.

Morgana y Gonzalo optaron por la madre y Alvaro se colocó junto al que era hasta ese momento cabeza de familia. Durante un tiempo, los dos no querían saber nada de su padre y eso traía como consecuencia que el progenitor tampoco pudiera ejercer de abuelo. La ruptura filial fue muy dura para los dos bandos, que un buen día decidieron que no tenía sentido mantener el distanciamiento familiar.

La hija, que adora a su padre, fue el nexo de unión para que las aguas volvieran a su cauce como así fue. Y las nietas, Isabella y Anais, aún más felices por recuperar al abuelo, con el que mantienen una relación habitual a través de Skype y medios telemáticos similares.

El año pasado, una de las salidas de Vargas Llosa con su familia fue a Segovia y se fotografiaron, como cualquiera de los muchos turistas, delante del acueducto y en otros lugares emblemáticos de la ciudad. Los testigos presenciales aseguraban que se le veía feliz y orgulloso de compartir esos momentos con ellas. Esta vez, y debido al confinamiento, no han salido de Madrid y eligieron una ruta cultural. Visitaron el Museo del Prado y la exposición 'Reencuentro'. Esta muestra, ubicada en la Galería Central, recoge buena parte de las obras más emblemáticas de la pinacoteca madrileña.

Una vez que terminó el recorrido, abuelo y nietas dieron un paseo por la zona pese a que el día no resultaba apacible. Como en otras ocasiones, las personas que le reconocieron le saludaron y algunos le felicitaban por su compromiso a través de la asociación Libres e Iguales, en la que participa. La mañana no era apacible, pero eso no fue impedimento para que el grupo paseara por los alrededores antes de compartir el almuerzo. En estos encuentros del escritor con su familia limeña no estaba presente Isabel Preysler, que prefiere no interferir y mantenerse al margen.

Antes de la ‘era Preysler’, Morgana y sus hijas se instalaban en el domicilio familiar en la calle Flora, un imponente piso de trescientos metros cuadrados en el centro de Madrid. Este piso le tocó en el reparto del divorcio al nobel y es muy posible que, dadas las buenas relaciones actuales, la hija y las nietas estén viviendo en ese lugar.