El desgarrador testimonio de Fayna tras su matrimonio con Carlos Navarro, el Yoyas, condenado por maltrato

No es la primera vez que Fayna Bethencourt habla sobre su matrimonio con Carlos Navarro y el infierno que supuso para ella esta relación, pero sí es la primera vez que lo hace desde que un juez condenó a su exmarido a casi seis años de cárcel por maltrato habitual dentro del ámbito familiar.

Su amor comenzó dentro de la casa de 'Gran Hermano', aquella edición que ganó Sabrina y en la que Marta López fue la primera expulsada. La polémica rodeó a esta pareja desde el principio y su paso por Guadalix de la Sierra se acabó cuando invitaron amablemente a que Carlos se marchara a causa de su conducta inapropiada. Ella era expulsada por la audiencia poco tiempo después.

Hace tres años que Fayna tomó la decisión de separarse, algo que no fue nada fácil para ella. Ahora, más tranquila, ha querido hablar sobre todo lo que vivió como víctima de violencia de género en una extensa entrevista con ‘Lecturas’, esperando que su testimonio pueda ayudar a otras mujeres que se encuentren en su misma situación a salir de ella.

Fayna confiesa que el maltrato comenzó, como suele ser habitual, poco a poco. “Al principio de la relación me prohibía cosas, como ir a lavar el coche. Me decía que lavando el coche se hacen posturitas y todos se ponían cachondos. (...) Tener contraseña en el móvil era imposible, si la tienes es porque tienes algo que ocultar. Te culpabilizas”.

Ese control dio paso a la violencia física, terribles episodios que recuerda con temor, asegurando que fue el amor por sus hijos lo que la ayudó a tomar la decisión de separarse. “La primera vez que me dio una paliza delante de los niños fue muy duro, me cogió y pensé que no me iba a soltar. Mi hijo con tres años intentó defenderme. Eso me marcó mucho”.

Sus hijos se daban cuenta de lo que estaba pasando y confiesa que su hija mayor le pidió que lo denunciara. “Tras vivir muchos episodios y de que yo le dijera temblando que iba a llamar a la policía, me miró y me dijo: ‘Siempre dices lo mismo, que no va a volver a pasar y siempre pasa’. Mi hija tenía siete años”.

Todavía tardó bastante tiempo en tomar la decisión, pero finalmente cogió a sus hijos y se marchó a Canarias junto a sus padres. “Conseguí salir de casa con los niños mientras él dormía. Esa noche durmieron vestidos con el pijama por encima para poder salir de casa sin hacer ruido”. A pesar de todo, regresó junto a él. “Me amenazaba con quitarme a los niños si no volvía porque aún no le había denunciado”.

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Seis meses después tomó la decisión definitiva y la pareja se divorció: “Él no firmó nunca el divorcio, la primera vez que le presenté un papel, se rio en mi cara. En un juicio nos divorciaron, me concedieron el divorcio y la custodia de mis hijos”.

Ahora su situación es otra, instalada en Canarias junto a sus hijos, una niña de 13 años y un niño de 10, ha recuperado la ilusión por el amor junto a su pareja Misael y de nuevo es feliz: “Mi mayor satisfacción es saber que saqué a mis hijos de aquel infierno”.