Las razones económicas del 'apagón informativo' de Carmen Martínez-Bordiú
La duquesa de Franco cumple hoy 70 años completamente alejada de la vida pública. Desde que murió su madre, huye del dinero fácil y de la fama. Entre otras cosas, porque puede
Carmen Franco Polo falleció a finales del año 2017. Unos meses después, en verano de 2018, sus hijos, los siete nietos de Francisco Franco, formalizaron legalmente las últimas voluntades de su madre. La herencia se adjudicó sin mayores problemas porque se respetó de forma precisa el testamento de la hija del dictador, que lo legó todo a partes iguales. Aquel verano, los nietos de Franco recibieron principalmente propiedades inmobiliarias y empresas, la mayor parte en régimen de proindiviso (es decir, sin repartir), además de dinero en cuentas, importantes joyas y otros fondos. El grueso de las propiedades se encuentra en Galicia y en Madrid, aunque también hay algo en Jaén, Estepona o Granada. Había varias 'joyas' dentro del legado, como el edificio de la calle Hermanos Bécquer de la capital o el pazo de Meirás, que tantos quebraderos de cabeza les dio posteriormente.
Hasta el momento, la única propiedad que tenía Carmen Martínez-Bordiú a su nombre en España era una coqueta casa rural en Cantabria de la que se deshizo hace poco (su finca de Cazalla de la Sierra, Los Camochos, es propiedad de una empresa panameña, Triana Enterprises SA). El dato es significativo teniendo en cuenta el nivel económico de la familia de la que procede. Y el hecho de que, durante años, Carmen también supo rentabilizar su fama económicamente hablando. La nietísima pasó décadas vendiendo informaciones exclusivas a las revistas sobre sus avatares personales y los de sus allegados. Rizando el rizo de sí misma, Carmen llegó a participar en formatos tan inverosímiles para la nieta de un dictador como '¡Mira quién baila!'.
"Solo pido que todo el mundo se olvide de mí. He querido desaparecer totalmente de los medios y vivir esta etapa de mi vida como lo quiero hacer", pide esta semana la duquesa de Franco desde la portada de la revista '¡Hola!'. Es cierto que los periodistas la llaman y que siempre contesta, amable, para no decir nada. El mismo verano en que firmó la herencia de su madre, decidió también cerrar una etapa de su vida, empaquetar sus recuerdos de Madrid y dejar de nutrir la escaleta de los programas del corazón. Se mudó a una casa cerca de Sintra donde puede disfrutar de las vistas del Atlántico junto a su pareja, y vive alejada de los eventos sociales.
Ni siquiera cuando se exhumaron los restos de su abuelo en otoño de 2019 quiso hablar, aunque tuvo ofertas muy serias sobre la mesa. Aquellos días, la duquesa de Franco pasó por España como un fantasma. Recién aterrizada de Burdeos, donde su hija Cynthia acababa de dar a luz a su segundo hijo, a Carmen le dio tiempo a llegar al Valle de los Caídos casi por los pelos. Después de todo el ceremonial, la nietísima se reunió con el resto de la familia en Hermanos Bécquer y pocas horas después ya estaba fuera de España de nuevo.
Martínez-Bordiú sufraga su nuevo estilo de vida gracias a las rentas. La mayor parte de los bienes inmobiliarios de la familia se gestionan a través de la empresa Fiolasa, que heredaron los siete nietos de Franco. Desde enero de 2018, José Cristóbal Martínez-Bordiú es el presidente de la entidad, de la que son consejeros el resto de los hermanos: Carmen, Merry, Francisco, Mariola, Jaime y Arancha.
Fiolasa, que en vida de Carmen Franco gestionó temporalmente Luis Alfonso de Borbón, tiene un patrimonio en inmuebles de más de 16 millones de euros. En el año 2019, cerró con unos beneficios después de impuestos de 1.807.000 euros, muy superiores a los del año anterior, cuando obtuvo 'solo' 324.500 euros. La razón de este 'pelotazo', según el informe de cuentas, se encuentra en que la familia vendió su participación en dos aparcamientos de la capital.
Dividendo de 3.300.000 euros
Además, la sociedad repartió en 2019 un dividendo extraordinario de 3.300.000 de euros que fueron a parar a su matriz, Sargo Consulting. Sargo sigue el mismo esquema corporativo: en este caso, la presidenta es Arancha y sus hermanos, los consejeros. Además, los hermanos Martínez-Bordiú Franco (o Franco Martínez-Bordiú, en el caso de Francis) también controlan a través de Sargo Consulting otra sociedad limitada, Arroyo de La Moraleja, que es propietaria de lo que les queda de la fabulosa Valdefuentes. En todas las crónicas sobre la fortuna de los Franco se hace referencia a esta finca agraria y ganadera que el propio dictador explotó como empresa en Arroyomolinos (Madrid). Un tercio de los cerca de diez millones de metros cuadrados de Valdefuentes, comprada en 1954, se recalificaron en 2001 convirtiéndose en el negocio más lucrativo de cuantos ha emprendido la familia del dictador. Hoy, en esos metros que pasaron de rústicos a edificables hay construidas casi 3.000 viviendas, tres polígonos industriales y un 'pequeño' centro comercial: el Xanadú.
Lo que queda está en manos de Arroyo de La Moraleja SL, que ahora gestionan los bisnietos del dictador. Cuenta con un activo superior a los ochos millones de euros y en el ejercicio 2019 obtuvo unos beneficios de 44.000 euros.
Por lo demás, es difícil 'olvidar' a Carmen Martínez-Bordiú, como ella pide. La familia Franco protagoniza titulares día sí día también a cuenta de los frentes que mantiene abiertos con el Estado, como la indemnización por la recuperación del pazo de Meirás, el nuevo pulso que podrían librar por la Casa Cornide, o la intención de anular los títulos nobiliarios asociados al dictador, algo que acabaría con el ducado de Franco que ostenta Carmen Martínez-Bordiú. La 'falta de cariño' de su país natal es una de las razones que Carmen esgrimió cuando decidió mudarse a Portugal en 2018. Otro motivo no menos atractivo es la ventajosa política fiscal del país luso.
Carmen Franco Polo falleció a finales del año 2017. Unos meses después, en verano de 2018, sus hijos, los siete nietos de Francisco Franco, formalizaron legalmente las últimas voluntades de su madre. La herencia se adjudicó sin mayores problemas porque se respetó de forma precisa el testamento de la hija del dictador, que lo legó todo a partes iguales. Aquel verano, los nietos de Franco recibieron principalmente propiedades inmobiliarias y empresas, la mayor parte en régimen de proindiviso (es decir, sin repartir), además de dinero en cuentas, importantes joyas y otros fondos. El grueso de las propiedades se encuentra en Galicia y en Madrid, aunque también hay algo en Jaén, Estepona o Granada. Había varias 'joyas' dentro del legado, como el edificio de la calle Hermanos Bécquer de la capital o el pazo de Meirás, que tantos quebraderos de cabeza les dio posteriormente.