Entrevista

Nacho Gay

Fotografía

Valero Rioja

Estilismo

Carla Aguilar

Diseño

Irene de Pablo

Maqueta

Pablo Narváez

La disciplina, dice, la adquirió de la danza, su gran pasión desde muy pequeña. Tocó con los dedos el cielo de la fama, pero aferró sus pies al suelo y supo apearse de ese tren en el momento oportuno. Tenía previsto otro trayecto, el viaje a la maternidad

En ‘Houston, Houston, ¿me recibe?’ (1976), la escritora Alice Bradley Sheldon nos regaló la idea de una original distopía en la que tres astronautas varones ‘alunizaban’ (y alucinaban) en un mundo donde sus semejantes se habían extinguido tras una plaga y la cosa pública era gobernada por mujeres que se reproducían echando mano de algo parecido a la clonación. El texto, de aliento feminista (o quizá no tanto), venía firmado, como gran parte de su obra, bajo el pseudónimo masculino de James Tiptree Jr., y trabajaba la premisa, en tiempos más crueles para este tipo de ideas, de que la mujer puede valerse por sí misma, incluso para hacer el mal. Es decir, en realidad era una falsa distopía, la misma en la que la humanidad ha creído vivir durante siglos.

Mónica Cruz habita, sin embargo, y desde hace mucho tiempo, en un mundo real, al margen de cualquier discusión filosófica sobre ese concepto, en el que las mujeres pueden con todo. Nació en Alcobendas, hace casi 44 años. Su madre era peluquera, su padre comercial. Sí, tirando de tópico, todo deviene en la manida expresión ‘en el seno de una familia humilde’. Ella misma asegura que eso le ha servido para cerciorarse desde muy pequeña de que todo lo que está abajo, con trabajo y disciplina, la que le ha aportado el ejercicio de la danza, puede subir. Pero, sobre todo, de que todo lo que alguna vez tiene vistas al cielo, necesariamente, en algún momento tendrá también que bajar.

Atardecer desde una ventana
Mónica Cruz con un camisón corto de Zara y collar de Aristocrazy
Camisón corto de Zara Collar de Aristocrazy

En este preciso instante estamos subiendo, concretamente en un ascensor a la planta sexta del hotel Bless de Madrid, donde va a tener lugar el shooting. El establecimiento, como mucho otros dentro del gremio, está cerrado al público. Es, sin duda, el signo de los tiempos. Dedicamos esos primeros minutos de encuentro casual, lejos de grabadoras y taquígrafos, precisamente a destripar ese signo. Antes, en los ascensores se hablaba del tiempo, pero ahora solo se habla del covid. Siempre que el aparato sea grande, claro. Ante todo, distancia social. Mónica la ha guardado durante mucho tiempo. Hace unos siete años que fue madre y desapareció de repente, se desvaneció como el noventa por ciento de los sueños en medio de una gran pandemia. Lo hizo, eso sí, por decisión propia, para criar a su hija apostando por un modelo educativo y de familia que defiende con garras de madre leona. Mónica se fue, aunque solo un poco, pero ahora ha vuelto del todo.

¿Qué tiene Mónica Cruz entre manos, profesionalmente hablando, en este momento?

Pues ahora mismo se acaba de estrenar ‘La que se avecina’, participé en la última temporada. Ha sido una experiencia muy divertida porque soy fan de la serie.

No están las cosas como para tirar cohetes en el mundo de la interpretación...

Está la cosa bastante tranquila. Es lo que nos ha tocado vivir.

Como dijo un sabio, creo que fue Humphrey Bogart, siempre nos quedará el streaming… ‘Madres’, de hecho, se puede seguir viendo en Amazon.

Supe de esa serie por internet, leí que habían hecho el piloto, o algo así, pero no sé por qué pensé que ya estaban grabando. Pasaron tres meses y, de repente, un día me llama el productor y me dice: “Mónica, tenemos un personaje para ti”. Me hizo mucha ilusión. Ha sido la primera vez que he interpretado el personaje de una madre, madre de una adolescente en una situación extrema, en un hospital. Ha sido una experiencia bastante intensa, de la cual he aprendido mucho, he tenido compañeras maravillosas, las directoras eran mujeres, éramos un matriarcado potente, y fue una muy buena experiencia vivir esta serie después de haber sido madre y de haber experimentado lo que se siente.

Mosaico de fotos de Mónica Cruz

Me suena mucho todo esto al método del Actors Studio, al Group Theatre, a Stanislavski...

Cada una tiene sus métodos y sus formas para trabajar, pero creo que si no hubiera sido madre antes de este papel, me hubiera quedado todo mucho más pequeño, más plano. Vivir la experiencia antes y saber lo que se siente al ser madre, las emociones que provoca, los miedos, te ayuda mucho a construir un papel como el de ‘Madres’, porque es tener una hija y se abre ante ti de repente otro mundo.

Háblame de ese mundo que se abrió ante ti hace siete años.

Yo no sé qué hacía antes de tener a mi hija. Lo pienso y no lo recuerdo. De jovencita viajaba mucho, trabajaba mucho en las giras con Joaquín Cortés y yo siempre decía: “Puedo estar sin comer, pero no sin dormir”. Y la maternidad te da una fuerza que no sabes de dónde sale. De repente, puedes con todo y no sabes realmente de dónde sacas a veces las fuerzas ni tenías conocimiento real de que esa fuerza existía dentro de ti. Aparte de eso, todo lo demás es maravilloso y no lo cambias por nada. Los momentos buenos, los malos, los regulares. Yo, gracias a Dios, he tenido suerte, fue una bebé muy fácil y lo es también ahora.

“Cuando fui madurando, lo tenía muy claro: si llegaba la persona adecuada para formar una familia genial y si no también”

Decidiste ser madre soltera, ‘matar’ a Disney...

Es una cosa muy meditada durante muchos años. Yo siempre he tenido claro que lo hubiera hecho a los 20, pero también era consciente de que era muy joven y que hay que trabajar y quemar una etapa, porque la época que viví desde que empecé con Joaquín Cortés ha sido un no parar. Cuando fui madurando, lo tenía muy claro: si llegaba la persona adecuada para formar una familia genial y si no también. No quería verme con 50 años sin ser madre, me hubiera hecho muy infeliz.

También es otra época. Antes lo de ‘madre soltera’ era una especie de sambenito reaccionario.

Y todavía creo que en ese sentido hay que avanzar un poco, abrir un poco la mente, pero las cosas han cambiado mucho y hay que animar a las mujeres que quieren ser madres a que lo hagan, solas o en compañía de quien les apetezca.

Quisiste llevarlo un poco en secreto y eso disparó ciertas especulaciones...

Yo lo que no quería es tener que estar explicando mis cosas, porque tengo todo el derecho del mundo, como cualquiera, a una cierta vida privada. Y tenía muy claro que en este proceso quería respetarme a mí, a mi hija, a mi familia, mi trabajo. Yo no he escondido nunca a mi hija, pero una niña tiene que vivir su infancia. La ley les protege. Y más la protejo yo, faltaría más.

¿Ese era tu único objetivo entonces, la protección?

Sí, no había ningún problema más allá de eso. Además, creo que puedo ayudar a muchas mujeres a dar ese paso. De hecho, antes de la pandemia estaba colaborando con el IVI, haciendo charlas.

Por aterrizar, en tu caso hablamos de inseminación artificial.

Sí, claro, yo tuve a mí hija a través de un proceso de inseminación. No me gusta aconsejar, pero si hay mujeres que quieren preguntarme por ello, yo encantada de contarles mi experiencia. Al final se trata de criar a un hija y ya está. ¿Estás sola? ¿Y qué? También hay veces que veo una pareja por ahí y pienso: “¡Madre mía, de la que me he librado!”.

Bienvenidos al siglo XXI...

Eso es. Mi hija es una niña muy feliz, la miro y creo en este concepto de familia. No tiene que ser todo sota, caballo y rey. Y hay que educar a los niños también para que ejerzan su libertad.

Hay muchas mujeres a las que les da miedo porque ese proceso a veces fracasa y puede ser duro en diversos sentidos...

Sí, sí, yo siempre lo he contado. También es muy diferente la inseminación artificial de otros escenarios que pueden resultar más complejos. Yo me quedé embarazada a la primera y fue muy sencillo. Cuando hay procesos hormonales es otra historia, claro. Aparte del gasto económico, está la desilusión que puede conllevar recibir constantemente malas noticias sobre el estado del proceso. Yo he tenido mucha suerte y no he pasado por ahí, pero cuando eres mujer y tus sueños pasan por ser madre, yo les digo que sí, que lo hagan, no te pueden comer los miedos.

Mónica Cruz posa frente a un espejo
Vestido lencero blanco de Temperley London, sujetador negro de Triumph y collar de Aristocrazy

¿Cuál fue tu conclusión después de vivir todo el proceso?

Que un hijo te cambia la vida para bien cuando lo haces porque quieres. Y yo le di tres años el pecho, no salí a ningún lado, trabajaba en cositas que me permitían estar con ella y me daba igual si se olvidaban de mí.

¿He oído bien, le diste tres años el pecho?

Así es. Fue una decisión meditada y personal. Quería hacerlo y lo hice. Educarla así.

¿Y después del pecho, educación digamos tradicional, método Waldorf, Montessori…?

Simplemente yo quiero criar a mi hija como un ser libre y es lo que estoy haciendo, porque eso va a poder hacer que se respete a sí misma, que respete a los demás. Sí que soy partidaria de una educación libre.

Es decir, no tradicional.

Yo no quiero que mi hija salga a las cinco del colegio y tenga que estar toda la tarde haciendo deberes y de ahí a la ducha y a la cama, y al día siguiente lo mismo. No quiero porque eso desmotiva. Tanto los colegios demasiado light como los colegios demasiado estrictos tienen el mismo resultado: se pierde la motivación. Y eso es lo peor.

Una habitación con una planta junto a una persiana blanca echada
Mónica posa mirando a la cámara

Si fuera investigador, diría que hay indicios de que tuviste una mala experiencia propia con la educación digamos tradicional.

Yo pienso en mi colegio y recuerdo a muchos profesores con mucho cariño, pero a otros no tanto. Por suerte, tenía el apoyo de mis padres, también Penélope, y salíamos del colegio y nos íbamos las dos a la academia de baile. Y cuando decidí tomármelo en serio, dejé el instituto y me apoyaron. Si no hubiera tenido eso para mí, hubiera sido como vivir en una cárcel, porque yo a los 17 entré en la compañía de Joaquín Cortés, comenzaba a las diez de la mañana y terminaba a las diez de la noche.

Háblame de aquellos maravillosos años...

Comía en el metro, entre Lavapiés, los estudios y Alcobendas. Y había muchos profesores que me metían mucha caña, me decían que iba a ser una inútil, una muerta de hambre. ¡Qué buena respuesta! Veremos, pensaba yo en mi interior, la vida es muy larga y soy muy joven... Pero, claro, esa fuerza la tenía porque en mi casa me apoyaban.

Y bailaste. Vaya que si bailaste. De repente, para millones de españoles en la serie ‘UPA Dance’.

Fue una locura. No podíamos ni salir a la calle, pero como estábamos todo el día grabando, ni nos dimos cuenta.

“Había muchos profesores que me metían mucha caña, me decían que iba a ser una inútil, una muerta de hambre”

Es la hermana de la oscarizada actriz Penélope Cruz, “y a mucha honra”, asegura, pero Mónica lleva trabajándose un nombre propio desde que era una adolescente. Se casó con la danza en la niñez y a los 17 ya giraba por España de la mano de Joaquín Cortés, en cuya compañía encontró su primera familia política. De ahí a la televisión, donde protagonizó la serie ‘UPA Dance’, uno de los primeros hitos del mainstream catódico español. Después vinieron varias películas y varias series, incluso participó junto a su hermana en el rodaje de una de las películas de la saga hollywoodiense ‘Piratas del Caribe’. “Johnny Depp me cuidó mucho”, afirma. Tras el nacimiento de su hija echó el freno y cambió de prioridades. No solo para cuidar de ella, sino de sus otros seis bebés, una coneja y cinco perros, porque no se puede resistir a adoptar cuando escucha la historia de ciertos “animales”, en referencia a los antiguos dueños.

De repente, renunciaste a todo eso por voluntad propia.

Como me quedé embarazada sabía que mi prioridad iba a ser mi hija. No suponía renunciar a nada, sino aferrarme a un reto completamente nuevo y que deseaba. Yo quería seguir trabajando, pero en ese momento quería hacer otras cosas que me permitieran no tener que dejar a mi hija en una guardería o poder estar con ella y, si trabajaba, llevármela, porque para eso me esforcé mucho los años anteriores, para tener una tranquilidad económica. ¿Irme a un rodaje de seis de la mañana a seis de la tarde? No, en ese momento, no. Repito, le di el pecho tres años, y para eso tienes que estar ahí siempre.

Lo de los tres años no es muy habitual.

Estoy a favor completamente de la lactancia materna porque le estás regalando salud a tu hijo y es la única vez en la vida que lo vas a poder hacer.

Mónica posa sobre una bañera
Vestido blanco con escote en pico de P.A.R.O.S.H.

¿Valoraste las consecuencias estéticas?

Es que eso me daba igual. En ese momento no me preocupaba. No, porque cuando engordé 24 kilos con el embarazo, todo aumentó primero y todo volvió a sus sitio después.

24 kilos son mucho kilos...

Sí. Yo tenía pecho y de repente me puse en una talla que decía: “Esto no es mío”. Desde el tercer mes de embarazo te miras al espejo y ves a alguien que no eres tú. Y fue un no parar. Yo tenía una tripa hasta aquí (señala sus piernas). Pero soy pequeña y aun así todo ha vuelto a su posición. No quería hacer una dieta, porque no es lo mejor si quieres dar el pecho.

Pero Mónica Cruz normalmente cuida su alimentación, ¿no?

Yo me cuido, pero me como una hamburguesa o unas chuches con mi hija cuando me apetece.

¿Cómo te cuidas?

No parando nunca. La niña ya va creciendo, pero nunca, nunca, nunca paras. Aun así, es una cosa que te crea adicción. Esa es mi dieta principal: moverme todo el día. También es cierto que intento cuidar mucho la alimentación, dormir lo que puedo. Tampoco hay mucho misterio. Yo sé que voy cumpliendo años y me encanta, y ojalá pueda cumplir muchísimos más. Cada etapa tiene sus cosas maravillosas.

¿Solo moverse? Me falta el gym en esta ecuación.

Bueno, antes del covid estaba enganchada al bikram yoga. Ahora tengo un entrenador por videollamada. Y me sigue encantando bailar, claro está.

¿Cómo te ves dentro de diez o quince años?

A mí me gustaría seguir con el diseño de ropa porque es algo que me fascina, que me gusta mucho, que creo que tiene mucho que ver con mi profesión. Al final va todo unido. La danza es interpretación no verbal y el vestuario es fundamental cuando bailas. Todo está estrechamente ligado.

Un mosaico de fotos de Mónica posando sobre una bañera

Del futuro al pasado. ¿Cómo has vivido este año tan extraño y en muchos sentidos prescindible?

Pues al principio los meses de confinamiento fueron duros, porque los niños lo pasaron mal, y estábamos las dos solas y la veía como triste. Pero, bueno, los niños te demuestran que se adaptan a todo muchísimo mejor que nosotros.

¿Has podido celebrar la Navidad con tu hermana Penélope, tu madre, el resto de la familia?

No quisimos. Podríamos haber sido perfectamente un grupo reducido, pero hemos preferido hacerlo cada uno en su casa, porque también nos da miedo por mi madre, que está muy bien, pero ya sabes que esas edades son más peligrosas. Entonces es mejor así, no pasa nada, ya vendrán más Navidades.

El hecho de llevar tu apellido, ¿alguna vez ha sido una cruz?

Para mí es algo bueno, porque mi familia no la cambiaba por nada del mundo, y el ejemplo que he tenido con mi hermana desde chiquititas ha sido una motivación permanente. Ver su esfuerzo, su trabajo, que deriva un poco también de la educación que hemos recibido en casa y el compromiso con el esfuerzo que hemos adquirido las dos a través de la danza. Es una disciplina en la que nadie te regala nada, cuyos frutos nacen del sacrificio de largo recorrido. Para mí eso es sagrado porque lo he asumido en familia. Y mi familia, claro, también lo es, porque tengo una familia maravillosa.

Una habitación con una planta junto a una persiana blanca echada
Mónica Cruz posando con un body negro
Body negro de Etam, bata de terciopelo de Zara y anillos de oro con piedras de color de Elena Carrera
Mónica Cruz posando vestido palabra de honor
Vestido palabra de honor de Pedro del Hierro, collar de Aristocrazy y pendientes de Elena Carrera

En el plano personal lo suponía, ¿y a la hora de trabajar?

No te voy a decir que no, el apellido sí que me ha podido cerrar puertas o que algunos tengan más reparo a la hora de conocerme o de hacerme una prueba o de llamarme para un trabajo. Pero no me importa, porque cuando yo trabajo, demuestro lo que soy, me tomo las cosas siempre desde el respeto, la humildad y la formación. Soy bailarina y esa es mi filosofía de vida y mi mentalidad. Un bailarín nunca termina de aprender.

¿Te ha llegado a afectar eso anímica o psicológicamente alguna vez?

Soy muy disciplinada, me tomo las cosas muy en serio y estoy ahí las horas que tenga que estar. Entonces, lo otro me da igual porque no voy a dejar que eso me pueda afectar a la relación con mi familia.

“No te voy a decir que no, el apellido sí que me ha podido cerrar puertas o que algunos tengan más reparo a la hora de hacerme una prueba”

En el plano personal lo suponía, ¿y a la hora de trabajar?

No te voy a decir que no, el apellido sí que me ha podido cerrar puertas o que algunos tengan más reparo a la hora de conocerme o de hacerme una prueba o de llamarme para un trabajo. Pero no me importa, porque cuando yo trabajo, demuestro lo que soy, me tomo las cosas siempre desde el respeto, la humildad y la formación. Soy bailarina y esa es mi filosofía de vida y mi mentalidad. Un bailarín nunca termina de aprender.

¿Te ha llegado a afectar eso anímica o psicológicamente alguna vez?

Soy muy disciplinada, me tomo las cosas muy en serio y estoy ahí las horas que tenga que estar. Entonces, lo otro me da igual porque no voy a dejar que eso me pueda afectar a la relación con mi familia.

Hablemos un poco más de eso, ¿cómo es la relación ahora que tu hermana, Bardem y los niños viven en España?

Siempre ha sido muy buena. A veces por distancia, por trabajos, hemos estado bastante tiempo sin vernos, pero hay mucha comunicación. A lo mejor, al estar más liada con los niños y tal, al estar más liadas las dos, pues nos vemos un poco menos. Pero ahora al que echo más de menos es a mi hermano, que también ha sido papá, y que está en Los Ángeles.

¿Conoces a ese sobrino?

Sí, lo conocí cuando nació, justo antes de todo esto, pero desde entonces no hemos podido ni ellos venir ni nosotros ir para allá. Pero, sí, la familia está muy muy unida. Mi madre vive enfrente de mí y este año, como nos ha pasado un poco a todos, ha habido muchos días, muchas semanas que ni siquiera la he podido ver. Sobre todo por la niña, porque va al colegio.

Todo pasa.

Sí, todo pasa, pero hay que disfrutar cada momento.

Fondo de una persiana echada

Mónica Cruz en 10 tics

Te levantas y… Corro (pero no en sentido literal)

Siempre llevas en la maleta… Las cosas de la niña

La marca que reina en tu armario es… Sinceramente, Zara

Algo que escuchar… Me encanta Luis Miguel

Ese restaurante que te entusiasma… El Filandón (Madrid)

Un lujo habitual… Un masaje

Tu objeto fetiche… No soy fetichista

Un perfume… El clavel, que me recuerda a mi abuela

El mejor lugar… Mi casa

El pecado confesable más recurrente… Una Whopper