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Rosa Esteva: "Mientras algunos no pagan, nadie de la familia real se deja invitar jamás"
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ENTREVISTA

Rosa Esteva: "Mientras algunos no pagan, nadie de la familia real se deja invitar jamás"

La fundadora del Grupo Tragaluz y actual propietaria del mítico Mordisco habla de la pandemia, la crisis económica y de los clientes que han pasado por sus famosos locales

Foto: Rosa Esteva, en su restaurante Mordisco. (Cortesía)
Rosa Esteva, en su restaurante Mordisco. (Cortesía)

Les presentamos a uno de los personajes más potentes de la historia reciente de Barcelona. Una mujer que montó un imperio empresarial y lo desmanteló cuando le pareció necesario. Una señora de 80 años que podría estar jubilada, en casa jugando a cartas con sus amigas o de gin-tonics o, yo qué sé, dándole al golf en el Empordà. “Tú no te has enterado de nada de esta conversación", dice cuando se le plantea esa posibilidad. Rosa Esteva es la voz de una modernidad que se antoja antigua en Barcelona -sí, aquella europea y cosmopolita- porque queda lejana. Esa Barcelona posolímpica, llena de energía, loca y creativa, agoniza. “Está tocada de muerte”, nos comenta.

Rosa Esteva es un mito para aquellos que disfrutamos de Barcelona en todo su esplendor, una pionera en tantas cosas, una mujer 'empoderada' cuando el 'empoderamiento' no era cosa tan manida. ¿A que acojona?. Pues agárrense porque tiene para todos. "Muchos políticos nacionalistas no pagaban, como tampoco pagaban muchos socialistas. En cambio, la infanta Cristina, la reina Sofía, toda la familia real no se dejaban invitar jamás, pedían que les cobráramos. Y ahora les critican porque se han vacunado, ¡menuda estupidez!”.

placeholder Rosa Esteva, con su amigo Joan Roca. (Cortesía)
Rosa Esteva, con su amigo Joan Roca. (Cortesía)

Ya ven que no se calla lo que piensa. Y es así en todo. Habla en esta entrevista, sentada en su restaurante, junto a Paseo de Gràcia, una calle en la que esta crisis se ha hecho más visible que otras anteriores y muchos vecinos de Rosa, como el celebrado Petit Comité de Nando Jubany, han cerrado a la espera de nuevas.

Sentadas ya a la mesa, Esteva nos cuenta mientras pide que bajen el volumen de la música, reclama que le llenen la copa de vino (“y a la periodista, que se pensará que somos unos rancios”), saluda a los clientes y besa a algunos empleados. La fundadora del Grupo Tragaluz, buque insignia de locales punteros como el hotel Omm (Barcelona) y el restaurante Tomate (Madrid), sigue al pie del cañón -nunca tan literal- en el Mordisco, el único negocio de que no se ha querido ni podido desprender tras más de 50 años en la restauración.

Mapa sentimental de Barcelona

La oferta gastronómica de Barcelona no sería lo que es sin el nombre de Rosa Esteva. Y no es peloteo, lo dice ella tan clarito como lo dice cualquiera que conozca algo el mapa sentimental y de manteles de la capital catalana. Nos ha sentado en una bonita mesa bajo un mural que pintó Mariscal después de una copiosa y bien regada comida. Nosotras hacemos lo propio en la cita: comemos y bebemos, casi sin mesura y con garantía de calidad y buena mesa. ¿Quién es capaz de decirle no a la Esteva? Entre churros de patata, carpaccio de champiñones, con trufa y limón, ensalada de brócoli, judía y salmón, ‘pepitos’ (ella los ha rebautizado como ‘rositas’) y un buen vino blanco y seco, esta empresaria nos cuenta su vida y nos suelta lo que piensa de todo.

placeholder La cultura barcelonesa de los 90 en un local de Rosa Esteva. (Cortesía)
La cultura barcelonesa de los 90 en un local de Rosa Esteva. (Cortesía)

Pregunta.- ¿Le preocupa dejar huella, marcharse habiendo dejado una herencia?

Respuesta.- Sí, sin duda. Quiero ser recordada y no solo por aquellos que me conocen. Yo no pienso en el éxito, pienso en el futuro. Y sueño con una Europa en la que la juventud piense que hay algo más que el dinero. La prensa nos presenta a todos como a unas putas que nos abrimos de piernas, y yo seré una tortura hasta que me muera, no pienso callarme y denunciar lo que considero injusto.

P.- ¿La prensa?

R.- Algunos medios. Mira, quiero hablar de Telecinco, lo odio, tengo miedo de que mis nietos quieran follar con alguien de Telecinco para montar un negocio. Que esa sea la vida a la que aspiren los jóvenes.

"Quiero hablar de Telecinco, lo odio, tengo miedo de que mis nietos quieran follar con alguien de Telecinco para montar un negocio"

P.- Entonces ve usted Telecinco.

R.- Sí, lo veo para poder criticarlo. (Lo dice y se parte de risa)

P.- Se pasa el día clamando contra las injusticias. Pero es que hay muchas, eh.

R.- Dímelo a mí. Estoy harta. He tenido los restaurantes cerrados (tiene una sucursal de Mordisco en La Roca Village, al aire libre) y ahora solo puedo abrir a mediodía. Eso sí, por la calle veo a jóvenes y no tan jóvenes sentados en el suelo, comiendo cerca de las cloacas y la mierda. Yo compré un aparato (Urban Air Purifier) que purifica el aire, una inversión carísima que la Administración no ha tenido en cuenta. Es más puro el aire de mi restaurante que el de la calle. Pero estos políticos no sirven para nada: tienen que luchar por que las empresas continúen, por que haya dinero, para que la gente no se muera de hambre. Pero, claro, para eso tiene que cambiar el cerebro de los políticos. ¿Sabes lo difícil que es despedir a alguien? Despedir a alguien es tremendo.

placeholder Rosa Esteva, de paseo con parte de su staff. (Cortesía)
Rosa Esteva, de paseo con parte de su staff. (Cortesía)

Lo cuenta Rosa mientras saluda a la hija y la nieta de su primera cocinera, una mujer sencilla que le entregó la vida y que creció en su grupo hasta que la ‘ficharon’ en otra empresa. Hija y nieta se sientan un rato en la mesa y dan besos y cariño a Rosa, que dice que esta es su casa y ellos su familia. Se suman a los vinos y a los postres (delicia) y a la charla, claro. Pese a la alegría de la socialización, el pesimismo sobrevuela la conversación.

P.- ¿Qué ha pasado?

R.- Aquí han aprovechado la pandemia para hundir más a Barcelona. A mí me da vergüenza ser catalana de una Cataluña de la que ya no formo parte.

P.- Eso lo dice siempre que puede. No se corta un pelo. Está usted en campaña y se ha convertido en líder de opinión de muchos sectores.

R.- Puede ser. ¿La verdad? Yo quiero que Barcelona vuelva a ser lo que era, una ciudad alegre y positiva, un lugar de acogida, que acariciaba al visitante. Nada de lo que somos, nada de nada sería posible sin las personas que vinieron de Extremadura, Andalucía, Murcia, Galicia… Tenemos que darles las gracias, repito, las gracias, por habernos convertido en lo que somos. Yo me dejo meter en la cárcel, yo me dejo matar, por que Barcelona vuelva ser lo que era.

P.- Pero el mundo ha cambiado, no solo por la pandemia; hay plataformas de venta online que arrasan con los locales.

R.- Siempre digo que la pandemia la ha creado Amazon para forrarse (risas). En serio, todos estos ‘supermarkets low cost’ son baratos al principio para matar al comercio local, una vez ya no hay competencia, suben los precios y nos hunden a todos. ¿Somos ingenuos o qué?

"Quiero que Barcelona vuelva a ser una ciudad de acogida, donde te quieren, una ciudad que te da felicidad"

P.- Y Barcelona sufre las consecuencias.

R.- Yo sufro por Barcelona, una ciudad que era el punto de encuentro de la cultura, de la moda, de las tendencias, de lo último. Y con eso no quiero decir que no tiene que haber ‘castellers’ ni otras tradiciones, todo lo contrario, no me hables en negativo, háblame en positivo, en sumar, en abrazarlo todo para ser global y local. Quiero que Barcelona vuelva a ser una ciudad de acogida, donde te quieren, una ciudad que te da felicidad.

P.- Hace poco un grupo gastronómico decía que Madrid ya le ha pasado la mano por la cara a Barcelona hasta en eso.

R.- Eso no es lo importante, España entera es un referente en gastronomía y con esta pandemia España se está muriendo.

P.- Pero Barcelona está mas cerrada que Madrid y que otras capitales españolas…

R.- Sí, lo que plantó mi generación es la renta de la que vive ahora Barcelona. Si nadie sigue plantando, si la generación de ahora no hace nada, Barcelona se muere. Tiene que haber turistas, tiene que haber movimiento.

"Recuerdo al príncipe Felipe sentado en la barra, comiendo solo y tranquilo. Su hermana la infanta Cristina venía cada día"

P.- Oriol Regàs me dijo un día que ya no había 'locus'. ¿Cómo era entonces?

R.- Por aquí pasaba todo el mundo. Tenías a un escritor en una mesa, al mejor cantante del momento en otra, a un grupo de pintores de charla, al político de turno de reunión y a un rey en una esquina. Recuerdo al entonces príncipe Felipe sentado en la barra, comiendo solo y tranquilo. Su hermana la infanta Cristina venía cada día a comer, y tonteaba con un jefe de sala, era divertidísima. Al casarse vino menos, estaba a otras cosas. Y deja que te diga, bajo mi responsabilidad: el peor al que he conocido es a otro dirigente nacionalista, quien fue al Liceo por primera vez conmigo, un señor que no sabía nada y que nos ha llevado al caos político.

P.- Tiene para todos, eh…

R.- Es que aquí se ve cómo es cada uno. Ahora critican al rey Juan Carlos, pues es una persona que toda su vida se ha dedicado a servir a España. Que haya hecho una tontería al final de su vida nada tiene que ver con el global, con todo lo que ha hecho. España era Venezuela y con Juan Carlos se convirtió en un país de prestigio, de categoría, con idiomas y nivel.

placeholder Rosa Esteva, con muchos de los mejores chefs del país. (Cortesía)
Rosa Esteva, con muchos de los mejores chefs del país. (Cortesía)

Conoce a los Reyes eméritos y a los hermanos Roca (Celler de Can Roca), de quienes habla maravillas. Conoce a políticos de todos los colores y no defiende a ninguno, al contrario. Es amiga de la intelectualidad, que diría el chotis, y son famosas las cenas en su casa (también en su maravillosa finca en Ibiza). En sus citas puedes terminar charlando con Ferran Adrià de viajes y con Mariscal de literatura. Un privilegio.

Rosa Esteva es valiente en un tiempo en el que a nadie se le permite salirse del guion. El 'qué dirán' manda en una sociedad en la que quienes alzan la voz son señalados. Desde aquí recordamos a Lole y Manuel y se lo dedicamos a Rosa: “Que grite la flor y que se calle el cardo”.

Les presentamos a uno de los personajes más potentes de la historia reciente de Barcelona. Una mujer que montó un imperio empresarial y lo desmanteló cuando le pareció necesario. Una señora de 80 años que podría estar jubilada, en casa jugando a cartas con sus amigas o de gin-tonics o, yo qué sé, dándole al golf en el Empordà. “Tú no te has enterado de nada de esta conversación", dice cuando se le plantea esa posibilidad. Rosa Esteva es la voz de una modernidad que se antoja antigua en Barcelona -sí, aquella europea y cosmopolita- porque queda lejana. Esa Barcelona posolímpica, llena de energía, loca y creativa, agoniza. “Está tocada de muerte”, nos comenta.

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