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Guerra en Bodegas Pesquera: el divorcio fantasma y un paso adelante
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BATALLA FAMILIAR

Guerra en Bodegas Pesquera: el divorcio fantasma y un paso adelante

La batalla en el matrimonio fundador de la empresa sigue en guerra. Mientras, su hija Lucía ha cogido las riendas de un negocio que muestra músculo pese a los problemas judiciales

Foto: Alejandro Fernández. (Cortesía)
Alejandro Fernández. (Cortesía)

Alejandro Fernández y Emilia Esperanza Rivera se conocen desde niños, del pueblo. Cuando el fundador de las Bodegas Pesquera volvió de la mili, Pesquera de Duero estaba en fiestas y él enseguida se fijó en ella. Aquella niña a la que había visto jugar en las calles con sus amigas era ahora la muchacha que terminaría siendo su mujer. Fue aquello una especie de flechazo que dio muchos frutos: cuatro hijas, ocho nietos y una de las empresas bodegueras más prósperas de la DO Ribera del Duero. Fernández es, precisamente, uno de los fundadores de esta denominación.

Parece un camino de rosas, ¿verdad? Pues no: cuando Alejandro y Emilia, a quien todos llaman Esperanza, llegaron a los 80, todo se rompió. Y hasta hoy. La pareja no se pone de acuerdo ni en su divorcio. Mientras la parte de Alejandro asegura que hay una sentencia de divorcio firmada desde antes de la pandemia, la parte de Esperanza señala que no hay acuerdo, no al menos económico.

Es un embrollo de tal magnitud que hay varias causas abiertas en juzgados de diversas ciudades. Hasta en Estados Unidos. Y mientras, la empresa sigue vendiendo sus vinos, renueva instalaciones y diseño, han creado un innovador laboratorio y siguen a la cabeza con un mercado de hasta 75 países. Fernández posee el 49% de las acciones mientras que Esperanza ostenta otro 49% (el porcentaje restante es de las hijas a partes iguales). Según la versión de la esposa, no se llega a un acuerdo económico de divorcio porque ella quiere dividir la empresa en cuatro partes, una para cada hija, mientras que él quiere mantener esas dos mitades.

Números millonarios

La empresa sigue adelante pese a las guerras internas y el negocio goza de un razonable buen rendimiento. Finlandia, Noruega, Suecia y Suiza son, por ejemplo, los mercados en los que más venden, nos cuentan, y además están presentes en el asiático. En sus últimas cuentas (2019) presentadas de Alejandro Fernández Tinto Pesquera SL, la matriz de las muchas sociedades que tiene la familia, los números son brillantes: 82 millones de patrimonio activo y unos beneficios netos de 4,2 millones de euros.

La guerra empezó entre las cuatro hermanas: Lucía, Olga, Mari Cruz y Eva. Esta última y su padre forman una de las partes, mientras que las tres restantes y la madre son la parte contraria. De todos, la única que está fuera de la sociedad es Eva, a quien su padre apoya. Esta guerra fraternal que ha enfrentado a los padres lleva una larga cola de demandas en los juzgados y un proceso de divorcio que, decíamos, no termina de cerrarse por discrepancias que parecen enquistadas.

Foto: Alejandro Fernández. (Cortesía)

El último episodio de lo que muchos medios han bautizado como el ‘Falcon Crest español’ pasa por las ventas de la empresa. Los dos octogenarios siguen enconados en sus disputas y, según cuentan ambas versiones, no han logrado un acuerdo. Como en casi todas las negociaciones que llevan a cabo, ambas partes señalan a la contraria como culpable. Sin división de gananciales, una sentencia de divorcio de poco sirve.

Divorcio, ¿sí o no?

Si nos atenemos a las pruebas, legalmente están divorciados. Hay una sentencia, algo que admiten ambas partes, aunque a una le cuesta más admitirlo que a la otra. Porque la parte de Esperanza asegura que "en España, en cuanto una parte pide el divorcio, se dicta automáticamente si pasa cierto tiempo". Y en este caso, el tiempo ha pasado, sin duda. Un tiempo largo, de años, en el que, añaden, no han conseguido ponerse de acuerdo en lo fundamental: la liquidación de gananciales. Y eso es, según la parte de Esperanza, como seguir casados.

Foto: Alejandro Fernández, junto a sus hijas y su exmujer.

Todos los detalles de la vida de esta familia están judicializados, desde el citado divorcio hasta el reparto de las acciones, así como las ventas en el extranjero y la marcas de cada uno de los vinos. El caso ha llegado incluso a Estados Unidos, donde un juez ha dictaminado que las competencias están en los juzgados de España y que no decidirá nada hasta que haya sentencia aquí.

La tercera generación

Las riendas de la empresa las lleva ahora Lucía, una de las hijas, apoyada por su propia hija y sus sobrinas. Las nietas de Alejandro y Esperanza son todas chicas menos el hijo de Eva, la hermana en conflicto con el resto. Y por ahora, el chico es demasiado pequeño como para poder entrar en la empresa, si es que llega a hacerlo algún día.

“Lucía decidió que, a pesar de todas las rencillas, la empresa tenía que seguir adelante, que tenía que mantenerse en pie y liderando el mercado, por muchas batallas familiares que haya, si la empresa se hunde o si hace malos vinos, de nada sirve ganar o perder”, nos dicen desde su entorno, “así que se ha puesto manos a la obra y ha conseguido que Bodegas Pesquera (la empresa se llama ahora Familia Fernández Rivera) siga siendo una empresa de referencia con unos vinos de excelente calidad”.

De Parker a los Reyes

No hay que olvidar que el gurú del vino Robert Parker, de quien terminó siendo amigo, definió en 1985 el Pesquera como uno de los cinco mejores tintos del mundo. El cantante Julio Iglesias le ha apadrinado en numerosos actos, así como Antonio Banderas y hasta Bill Clinton.

El Tinto Pesquera ahora en litigio es uno de los favoritos del rey Juan Carlos I. El padre de Felipe VI es amigo del fundador de esta bodega desde hace varias décadas. Fernández, de hecho, conoció al actual Rey cuando era niño, de la mano de su padre, y mantiene con él una buena relación. Lo contó el propio bodeguero en 'El Español': se han visto en varias ocasiones, una de ellas en China, cuando la reina Letizia vio al bodeguero y dijo: "¡Felipe!, está aquí Alejandro Fernández, ¡ven a saludarle!".

placeholder El rey don Juan Carlos con Alejandro Fernández, fundador de Pesquera. (Cortesía)
El rey don Juan Carlos con Alejandro Fernández, fundador de Pesquera. (Cortesía)

La de Fernández era una historia redonda, un cuento de hadas. Demasiado bonito para ser verdad, dirían los agoreros, a quienes en este caso habría que darles la razón. El éxito profesional y económico no siempre va ligado al personal.

Alejandro Fernández y Emilia Esperanza Rivera se conocen desde niños, del pueblo. Cuando el fundador de las Bodegas Pesquera volvió de la mili, Pesquera de Duero estaba en fiestas y él enseguida se fijó en ella. Aquella niña a la que había visto jugar en las calles con sus amigas era ahora la muchacha que terminaría siendo su mujer. Fue aquello una especie de flechazo que dio muchos frutos: cuatro hijas, ocho nietos y una de las empresas bodegueras más prósperas de la DO Ribera del Duero. Fernández es, precisamente, uno de los fundadores de esta denominación.

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