6 PERSONALIDADES LGTBI
DE Bandera
Responden a nuestro reto de contarnos alguna experiencia personal significativa para la lucha del colectivo y de plantearnos los grandes retos pendientes en términos legales y sociales
Texto: Juanra López
Diseño: Bolívar Alcocer
Son muchos los nombres propios que han protagonizado hitos estos últimos 12 meses dentro del colectivo LGTBI, pero en esta oportunidad hemos elegido seis, como número simbólico, pues seis son los colores que conforman la bandera del arcoíris, emblema de la comunidad. Y aunque en esta oportunidad hemos optado por nombres propios con enorme visibilidad, no queremos olvidarnos de esos rostros que desde distintos colectivos y profesiones de manera anónima contribuyen al avance de los derechos y son cruciales para la lucha por la igualdad. Queremos, por lo tanto, que todos ellos se sientan aludidos con estas palabras.
En términos de popularidad e impacto social, no podemos sustraernos a uno de los fenómenos televisivos del año, 'Veneno', la serie que ha puesto en su verdadera dimensión a Cristina Ortiz, la Veneno, cuya biógrafa, Valeria Vegas, reivindica la trascendencia de la ley trans en este reportaje. Artífice del recién estrenado podcast 'Orgullo' en Spotify y del libro 'Libérate' (Ed. Dos Bigotes), se ha convertido también en una de las voces de la crónica social más requeridas en los últimos tiempos.
De notable importancia ha sido también el nombramiento de Izaro Assa de Amilibia como presidenta de REDI (Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGTBI), cargo que ostenta y compagina como responsable de Diversidad del BBVA, entidad que ha creado recientemente una guía para sensibilizar y acompañar a empleados trans. De igual manera, queremos destacar la figura de Lluís Guilera, director desde diciembre del año pasado del programa 'La hora de la 1', uno de los espacios informativos de referencia en la televisión pública y que nos regala unos significativos recuerdos personales que ejemplifican el trecho que todavía queda por caminar en pos de la igualdad.
La lucha contra la homofobia ha tenido este año una voz protagonista en el jugador de waterpolo de la selección nacional Víctor Gutiérrez, quien denunció públicamente los insultos de un jugador rival que acabaría siendo sancionado, lo que ha marcado un antes y un después en el deporte. Precisamente sobre un episodio de estas características también nos habla el dramaturgo y poeta Alberto Conejero, director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid desde julio del año pasado, para recordarnos que ciertos comportamientos que parecen propios del pasado no se han erradicado.
Y en un año marcado por la pandemia, no podía faltar la voz de Eduardo López Collazo, director científico del Instituto de Investigación Sanitaria, Hospital Universitario La PAZ (IdiPAZ), quien ha realizado una intensa labor de divulgación sobre el covid y ha publicado, entre otros libros, '¿Qué es la sepsis? Algo más que el estado final del paciente con COVID-19' y 'Coronavirus', ¿la última pandemia?', este último en colaboración con José Alcamí Pertejo.
Alberto Conejero
dramaturgo, poeta y director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid
"Era verano y acababa de cumplir los 20 años. Estaba de viaje por una ciudad europea, que había amado de adolescente en los libros. Esperaba a un amigo. En una cabina de teléfono, un muchacho le contaba a su abuela —en castellano y con el acento de mi tierra— cómo era el atardecer en una isla cercana. Colgó. Me sonrió y ya no nos separamos. Al anochecer nos besamos en una verja metálica que cuidaba las ruinas. De repente, una pareja de policías apareció de la nada y nos pidió la documentación. Me llevé la mano al bolsillo para sacar el pasaporte. Uno de ellos me pegó un golpe con la culata en la muñeca, el otro encañonó a mi compañero. Nunca olvidaré aquel terror en sus ojos. Nos dijeron que dejáramos de hacer 'mariconadas' y se fueron entre risas.
Gracias a la lucha de muchas personas, las cosas están cambiando. Adquirimos derechos y libertades que situaron a nuestro país en la vanguardia. Me sentí feliz y orgulloso de ser ciudadano de este rincón del mundo. Pude y puedo a día de hoy vivir públicamente la verdad de mí mismo. De adolescente, me fue hurtada la posibilidad de un primer amor que no fuera ligada al miedo, a la clandestinidad, a la vergüenza. Cada vez que veo a dos chicas o a dos chicos cogidos de la mano por la calle, algo sana, se repara y se apacigua en el adolescente que fui.
Son logros frágiles que nunca han dejado de estar amenazados, pero que en los últimos tiempos están siendo atacados sin reparos. Los derechos de las minorías son los primeros arrasados en las derivas reaccionarias. Las agresiones homófobas y tránsfobas se suceden en nuestro país —escribo esto con el recuerdo de lo sucedido a Ekain en Basauri-, las redes se han llenado de odio por la tramitación de la ley trans, el Parlamento de Hungría ha aprobado leyes homófobas que convierten la escuela en un lugar hostil para los jóvenes LGTB, etc.
El pasado puede estar a la vuelta de la esquina, por eso es tan necesario el ejercicio de la memoria. Esta se ocupa del recuerdo de las víctimas y también de los responsables de los frágiles logros y conquistas que ahora disfrutamos. La memoria no solo se ocupa del pasado: es también vigilancia para no perder lo ganado aquí y para que quienes, en muchas partes del mundo, no puedan vivir la verdad de ellos mismos logren hacerlo pronto".
Eduardo López Collazo
físico nuclear, inmunólogo y director de IdiPAZ
"La infrecuencia siempre es diana para el olvido, el recurrido 'no es urgente' y un largo etcétera. Lo derechos alcanzados para las personas LGTBI son frágiles estamentos con una enorme tendencia a dejar de ser considerados como esenciales. Es por ello que se necesita una fuerte labor educativa para fortalecerlos y pasen a formar parte de aquellas cosas que están fuera de toda discusión posible. Una vez logrados la equiparación, el matrimonio igualitario y el apoyo jurídico que nos protege de los delitos de odio, se necesita que todo se perpetúe a través de la educación que les damos a las nuevas generaciones. Urge la inclusión del movimiento LGTBI en la historia que se enseña, así como referencias claras en las clases de biología de que nada tiene que ver con una patología. La aparición de tendencias políticas que, desde un discurso con claras bases en la fobia a la infrecuencia, puede, por una parte, hacer peligrar todo lo logrado, mientras, por otra, frenar la equiparación de nuevos derechos necesarios.
Es importante que en esto participemos todos desde cada uno de nuestros ámbitos, personales y profesionales. Si no podemos incidir directamente en la creación de planes educativos, sí podemos generar referentes. Estos tienen un valor incalculable para quienes se están forjando una personalidad. Las imágenes de un científico con su pareja también hombre, de una periodista de la mano de su esposa, de un policía que le regala una flor a su chico, un director de cine que recibe el Goya al lado de su esposo y con la hija de ambos, dos profesoras de educación infantil exhibiendo su amor, una presentadora de televisión hablando de su novia y un ministro abiertamente homosexual son poderosos mensajes que regularizan la infrecuencia. Llegará el día en que no seremos noticia, pero mientras alguien se escandalice porque en un anuncio publicitario se besen dos personas del mismo sexo o esté protagonizado por una persona transexual, seguirá siendo necesario reforzar nuestra presencia para contribuir a la generación de referencias positivas en la sociedad".
Valeria Vegas
periodista y escritora
"Siento que hemos legitimado durante mucho tiempo el hecho de que a las personas LGTBI se nos pueda considerar ciudadanos y ciudadanas de segunda. Una gran mayoría de la gente negará esa realidad y jurará que no considera que exista tal distinción de clases. Pero la hay. Que hayamos obtenido ciertos derechos no quita que en buena parte del subconsciente colectivo no exista esa idea de "ya tenéis lo que queríais". Como si estuviesen dando las migajas de una propina.
Si nos remontamos al año 2005, era constante un cierto tipo de opinión que venía encabezada por “no tengo nada en contra de ellos, pero no me parece bien que se casen”. La palabra 'pero' siempre esconde detrás una condición o, en el peor de los casos, un prejuicio. La gente que nace con derechos, bien sea contraer matrimonio o tener tu documentación acorde a tu identidad, no valora lo importante que es para quienes no se encuentran en igualdad de condiciones. Resulta constante en la historia de la humanidad.
Todavía hoy, en cuanto a la ley trans, estamos viendo normal que se cuestionen y sean motivo de debate los derechos y decisiones de otras personas, considerando que podemos inmiscuirnos en la vida de los demás. Siempre digo que podría desvincularme de dicha ley, por la sencilla razón de que hace ya varios años que llegué a mi meta personal y esta nueva legislación no me afecta en nada. Pero pienso en las generaciones venideras. Pienso que quiero estar rodeada de personas felices, con las que cruzarme por la calle o en el supermercado.
Hemos pasado de que décadas atrás estuviese prohibida y penalizada la operación de reasignación sexual a que hoy en día se pueda modificar el DNI. De que existiesen leyes como la de peligrosidad social o la de escándalo público, con un sistema bastante arbitrario, a que se pueda considerar delito de odio un ataque de LGTBIfobia. Por supuesto que hemos avanzado a nivel legislativo, faltaría más. Pero mientras se sigan cuestionando los logros obtenidos, seguirá haciendo falta recorrer camino".
Víctor Gutiérrez
jugador de la selección nacional de waterpolo
"Míchel, Míchel, Míchel, maricón. Guti, Guti, Guti, maricón. Cristiano, maricón. 40 años han pasado entre el primer jugador y el último, y aunque el fútbol y el deporte han cambiado muchísimo a lo largo de este tiempo, hay algo que no lo ha hecho en absoluto: la homofobia.
Yo he crecido como niño y me he convertido en deportista profesional normalizando este tipo de comportamientos en los recintos deportivos. Y nunca pasó nada.
Nunca recriminaron a nadie. Nunca pusieron una multa ni cerraron un estadio. Jamás vi una campaña de denuncia por estas actitudes. Barra libre. Y yo me preguntaba: ¿seré el único gay en el deporte? ¿Por qué nadie hace nada? Y entonces, en un acto de coherencia y responsabilidad, decido contar públicamente que soy homosexual y que estoy en la élite de un deporte. Para visibilizarlo y para mandar un mensaje positivo. Que se puede llegar siendo tú mismo, sin careta. Para convertirme en el referente que nunca tuve. Y porque otros pelearon para que yo tuviese los derechos y libertades que tengo, y yo también quería contribuir a hacer el camino de los demás un poquito más fácil.
Y 5 años después, cuando pienso que estoy absolutamente empoderado, y que he conseguido hacer de mi deporte un espacio seguro, llega un rival y me dice eso que he escuchado toda mi vida. Maricón. Y entonces vuelvo a ser ese niño de 8 años al que por primera vez le insultaron. Y esa herida que pensaba que estaba cerrada se vuelve a abrir. Porque desde aquel primer insulto hasta los 18 viví mi identidad sexual con miedo. Y con vergüenza, con mucha vergüenza. Y el proceso hasta entenderme, quererme y abrazarme ha sido muy largo, y lo peor es que lo viví solo. Sin apoyarme en nadie.
Ante mí se abrieron 2 caminos. Seguir siendo parte del problema o intentar ser parte de la solución. Continuar perpetuando aquello que llevo oyendo y viendo toda la vida o plantarme y denunciarlo. Porque si esto me pasa a mí, que soy un deportista profesional, visible y de 30 años, y consigue afectarme…, ¿qué no le pasará a un chico o una chica de 12 o 13 años en un vestuario o en un patio de un colegio?
Y por fin, tras 40 años de oscuridad, llega un poco de luz y se sanciona por primera vez en la historia del deporte en España la homofobia. Se dice 'basta'. Y aunque por supuesto que un insulto no marca mi vida, cosas así desgraciadamente sí marcan la vida de muchos chicos y chicas. Y lo hacen para siempre. Más que la sanción en sí, esto sienta un precedente y puede significar que esa palabra no le haga más daño a otros. O que si lo hace, y se denuncia, por fin se empiece a combatir. Porque en el deporte que yo conozco, cabemos TODXS".
Izaro Assa de Amilibia
responsable de Diversidad del BBVA y presidenta de REDI
"Cuando era pequeña no imaginaba que de mayor me señalarían por ser yo. No tenía ni idea de que pertenecía a una minoría, ni de que me rechazarían por no formar parte de la mayoría. Qué castigo tan duro...
De adulta entendí el impacto de todo esto. Sentí el miedo a lo diferente, a salirme del camino, a no dar la talla en lo que me exigía la sociedad... Y con cada cosa en la que no encajaba, apagaba una de mis luces, para obtener el maravilloso lujo de pertenecer. Y así fui dejando mi panel con palancas bajadas y mi esencia a oscuras.
Qué triste es vivir haciendo de tus luces tus sombras... Y es así como nos acostumbramos a convivir con nuestros miedos; es mucho más sencillo que enfrentarnos a nuestro poder.
Pero 'eso' sigue ahí. Un día llama a la puerta levemente. Otro tira una china a la ventana. Después toca el timbre sin parar... Y todos tenemos de 'eso': una esencia aprisionada bajo capas y capas de pintura y polvo.
Me interesé en estudiar la curiosa manera en la que nos boicoteamos a nosotros mismos y unos a los otros. Y desde hace unos años decidí invertir en nuestra sociedad, en ayudar a las personas a conectar con 'eso', con su potencial, a liberar sus auténticas skills y a despertar consciencias.
Porque que estemos hablando de diversidad, con visión de inclusión, no es otra cosa más que la muestra evidente de la evolución urgente que necesita nuestra cultura y todas las personas podemos aportar para ello".
Lluís Guilera
director de 'La hora de la 1'
"Conocí a mi marido hace 15 años. La primera vez que salimos a pasear por el centro de Madrid quiso cogerme de la mano, como cualquier pareja. No pude. Le dije que me encantaría, pero me obsesionaba que esa muestra de cariño en público nos generara alguna situación violenta. Llevo 15 años con él, 10 casados y 5 con dos hijos, y sigo sin darle la mano en público.
No he ocultado jamás que soy gay. Vivo con normalidad la familia que hemos formado. Pero sigo sin cogerle de la mano en público. Hay algo que me lo impide, algo que me marcó en el pasado. No le he dado muchas vueltas, pero supongo que son esas burlas que sufría de adolescente por ser 'diferente'. Soy consciente de que debería ser más valiente. Lo he sido en otros ámbitos, pero en este sufro una especie de bloqueo.
Cada uno de nosotros tiene su historia, su pasado. Y eso le ha condicionado y condiciona. Es por esto que nunca debemos dejar de defender nuestros derechos. Los que tenemos gracias a todos aquellos que un día se cogieron de la mano en público sin importarles las consecuencias".