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Abre los ojos, Olga
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OPINIÓN

Abre los ojos, Olga

Dice Rocío Carrasco que la actual mujer de su exmarido es una villana, un ser despreciable y una cómplice más que necesaria

Foto: Imagen: EC Diseño.
Imagen: EC Diseño.

OA, anteriormente conocida como Olga Moreno, es como alguna que otra balada de Malú. Mala, llena de desgarro, sufrimiento de peli de tarde, un carrusel de emociones que van del cielo al abismo en los que no hay término medio. OA tiene el santo cuajo de decir que se ha puesto en el papel de Rocío Carrasco “desde el minuto uno”, aunque luego afirma que ella “cruzaría mares” por estar con su hija. No como la otra, le faltó decir.

Ha vivido con los dos hijos que su marido tuvo con otra pero no deja de decir “mi” Rocío, “mi” David. “El ‘mí’ lo pongo siempre en mi boca”, dijo en su primera aparición televisiva tras ganar 200.000 euros al vencer en el reality ‘Supervivientes’. “Hablo desde el corazón. No mido mis palabras”, afirmó. Qué intenso, qué bucle, qué aburrimiento.

Telecinco ha decidido soplar y sorber la sopa a la vez. Explicar en prime time y en varios capítulos un caso de violencia de género, ayudarnos a traducir lo que significa violencia vicaria. Pero también mostrarnos a Olga Moreno, a 8.000 kilómetros de aquí, con el pronombre posesivo en la boca, porque ya ha dicho ella que forma parte de su ser. Diciendo todo el rato que daría la vida por casi cualquier cosa y repitiendo que lo que ella ve en su casa de Málaga es amor por los cuatro costados. “Me aman”, “los amo”. Y así bastante rato.

“Parece que he cometido un delito por querer a esos niños”, insistía una y otra vez, en la misma actitud que mantuvo durante toda la entrevista. Una maestra de la copla a la que no le salen ni las lágrimas. Por supuesto, no va a consentir que se cuestione su amor desinteresado y verdadero. A Dios pone por testigo que los suyos nunca van a derrumbarse. Fueron horas metidos en un bucle infinito alrededor de una misma idea. Porque si se le intentaba enhebrar una idea para que se explicara, papel que solo supo hacer Isabel Rábago, Moreno volvía al sentimentalismo barato.

Hay algo profundamente perverso y tenebroso en este toma y daca televisivo. En colocar el foco directamente en los rostros de dos mujeres, a ver si con un poco de suerte se someten a un careo previo pago de su importe. Y se matan, y las matamos. Con lo que nos gustan las peleas. ‘Mujer contra mujer’, como cantaba Mecano. Y entre una cosa y la otra metemos bloques de publicidad pagados a precio de oro, abrimos líneas telefónicas para que España decida con quién se queda. Y volvemos a salvar los muebles y a forrarnos un año más.

Y mientras, el señor que las ha hecho sufrir a las dos, el pater salvatoris, haciendo caja sin moverse del sofá. “Yo les he llevado a los médicos un día sí y otro también. Y a todas las tutorías de los colegios”, dijo Olga. Como si fuera ella la encargada de tan nobles tareas, en vez del padre, que puso lo suyo para traerlos al mundo. Dice Rocío Carrasco que la actual mujer de su exmarido es una villana, un ser despreciable y una cómplice más que necesaria. La que escribe se teme que una y otra son víctimas del ex guardia civil, el padre impío. Un mal hombre.

“Espero que algún día abra los ojos”, deseó Olga Moreno para Rocío Carrasco. La que debe abrirlos, OA, eres tú.

OA, anteriormente conocida como Olga Moreno, es como alguna que otra balada de Malú. Mala, llena de desgarro, sufrimiento de peli de tarde, un carrusel de emociones que van del cielo al abismo en los que no hay término medio. OA tiene el santo cuajo de decir que se ha puesto en el papel de Rocío Carrasco “desde el minuto uno”, aunque luego afirma que ella “cruzaría mares” por estar con su hija. No como la otra, le faltó decir.

Rocío Carrasco
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