Sin velatorio y en la más estricta intimidad: el último adiós a la madre de Isabel Preysler
Tamara, Mario Vargas Llosa y algunos nietos pudieron despedirse de la abuela Beba, cuya salud ya era delicada. La han incinerado en el tanatorio crematorio de Fuenlabrada
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El domingo Isabel Preysler comunicaba a sus íntimos que su madre, Beatriz Arrastia, de 98 años, había fallecido. Tras unos meses con vaivenes en su salud, la hija ya no quiso trasladarla a un hospital y quiso que pasara los últimos días de su vida tranquila. Isabel Preysler, Tamara y los hijos de su hermana Beatriz, que viven en Madrid, han estado junto a la madre y abuela y de ahí que nada se supiera este verano de sus vacaciones.
Las dos mujeres estaban desaparecidas. La razón se ha sabido ahora. Beatriz Arrastia, Betty para la familia y Beba para los nietos, estaba a punto de cumplir su ciclo de vida como así ha sido. La hija Isabel cumplía lo que han sido sus últimos deseos. Un adiós en familia y acompañada del padre Ángel, que ha sido quien ha celebrado la liturgia y el responso final. Isabel Preysler ha preferido para resguardar su intimidad y la de su madre que el velatorio se hiciera en la mansión de Puerta de Hierro, donde la madre ha vivido los últimos diez años.
Una vez que ha terminado el velatorio, el coche fúnebre ha abandonado la casa de Puerta de Hierro rumbo al tanatorio-crematorio de Fuenlabrada, donde está siendo incinerada. No está previsto que la familia se deje ver por allí.
El sacerdote mantiene una excelente relación con Isabel Preysler. Fue Nuria González la que ejerció las presentaciones hace ya muchos años. Tamara cedió parte de su premio en 'MasterChef' a su ONG, Mensajeros de la Paz. Y su madre fue una de las que estuvo presente el pasado 19 de marzo en el aniversario de los sesenta años de sacerdocio del padre Ángel.
Según ha explicado el fundador de Mensajeros de la Paz a Vanitatis, “en esas últimas horas han estado con ella Isabel, Mario, Tamara, dos nietos y estaban esperando a que llegaran Enrique, Julio y Chábeli. Era una mujer muy religiosa, muy buena y con una paz interior importante que, según me contaban, ha sabido transmitir a los suyos”.
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Beatriz Arrastia fue mujer luchadora en unos tiempos y en un país donde las condiciones para estudiar y ser independiente como sí lo ha sido su hija no eran fáciles. Su vida ha estado marcada por la tragedia que supuso para ella la muerte de tres de sus hijos. La última fue Beatriz, que falleció de cáncer en el año 2011 a los 53 años. Su profunda fe la ayudó a sobrevivir a estos trances tan antinaturales. La religión y su misa diaria sirvió para afrontar esas desdichas.
Beatriz era la hija de Enrique Arrastia y Teodorica Ramos. Nació en la plantación de Lubao y tuvo ocho hermanos. Siete mujeres, -Estela, Tessy, Baby, Lili, Elvira, Mercy- y dos varones, Valentín y Francisco. En cuanto pudieron los padres enviaron a sus hijos a estudiar a Manila. Betty Arrastia, al ser la primogénita, fue la primera que abandonó la plantación. Tenía 17 años cuando Carlos Preysler, un joven de ascendencia española (su padre fue campesino navarro que emigró a Filipinas) al pedir su mano se encontró con la oposición frontal de los futuros suegros, que no lo consideraban un buen partido. Se comprometieron a finales de 1944, casi al término de la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación japonesa en Filipinas. La boda fue secreta y se presentaron ante los padres con los hechos consumados.
A diferencia de algunas de las tías de Isabel, que se casaron con lo que se denominaba buenos partidos y con los años se divorciaron, Betty y Carlos Preysler fueron un matrimonio feliz y estable a pesar de las dificultades. Tuvieron seis hijos –Victoria, Enrique, Carlos, Beatriz y Joaquín- y la que con el tiempo se convirtió en una figura mediática. Era una mujer apacible pero con fuerte carácter y trabajó fuera de casa junto con su hermana Mercy en una inmobiliaria en Manila que llegó a funcionar muy bien.
Betty Arrastia era el motor de la familia. Unas cualidades afectivas que con el tiempo heredó su hija como organizadora del especial organigrama familiar. Los cinco hijos que Isabel tuvo con sus tres maridos –Iglesias, Falcó y Boyer- mantienen una relación estrecha y se cuidan unos a otros. En cambio, con los hermanos de los respectivos padres esa unión no existe salvo Tamara con los hijos que tuvo el marqués de Griñón con Jeannine Girod y Fátima de la Cierva.
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Durante un tiempo y a pesar de ser familia numerosa, Beatriz Arrastia trabajaba fuera de casa sin desatender a los hijos y al marido. Siempre estuvo pendiente de que no perdieran el norte, aunque con dos de ellos no lo consiguió. Isabel era la preferida de su padre. Era una chica estudiosa, querida por las monjas del colegio de La Asunción al que acudía y con poca actividad social.
Mamá Betty tuvo que intervenir
Al superar la adolescencia, la novia de Vargas Llosa comenzó a tener un gran éxito entre el sector masculino de Manila. Y fue entonces cuando intervino mama Betty al ver que su hija tonteaba con un joven con fama de play boy llamado Juni Kalw. El carácter suave de Beatriz no impidió que se plantara ante su marido para que Isabel emigrara durante un tiempo a España. En Madrid vivían la tía Tessy y el tío Miguel Pérez Rubio, muy bien relacionados socialmente. Isabel con 18 años no pudo negarse al imperativo paterno. Quién tomaba las decisiones era Carlos Preysler, aunque fuera por mediación e indicación de la madre.
En febrero de 1969, Isabel Preysler llegaba a la capital del reino y la vida de toda la familia tomaría un rumbo inesperado, gracias a la decisión de Beatriz Arrastia Pérez de Tagle. El destino ya comenzaba a escribir los nuevos capítulos en la vida de la que sería la Reina de Corazones.
El domingo Isabel Preysler comunicaba a sus íntimos que su madre, Beatriz Arrastia, de 98 años, había fallecido. Tras unos meses con vaivenes en su salud, la hija ya no quiso trasladarla a un hospital y quiso que pasara los últimos días de su vida tranquila. Isabel Preysler, Tamara y los hijos de su hermana Beatriz, que viven en Madrid, han estado junto a la madre y abuela y de ahí que nada se supiera este verano de sus vacaciones.