Enrique Ponce y las claves de la venta de la Cetrina: amor y liquidez
La finca es un paraíso y la vivienda que decoró Paloma Cuevas, espectacular, pero no forma parte de la vida actual del torero, que quiere ir ligero de equipaje
La venta de la finca Cetrina, el buque insignia de Enrique Ponce, ha sido uno de los secretos mejor guardados desde que el torero comenzó su relación con Ana Soria. Hasta la semana pasada, ni las amistades más cercanas estaban al tanto de esta decisión. Si Paloma Cuevas era conocedora de esta decisión era algo que formaba parte de ese acuerdo de confidencialidad que firmaron ambos en julio pasado cuando dieron por finiquitado su cuarto de siglo matrimonial.
Una noticia que, según ha publicado ‘El Español’, está ya en un punto de no retorno. Según este diario, hay personas interesadas en la compra de este campo que representaba el broche de una brillante carrera profesional del torero. Aquí se han celebrado todas las reuniones importantes de la familia: desde las Navidades hasta los cumpleaños, incluidos los de los hermanos, padres, primos y sobrinos Ponce, hasta la primera comunión de la hija primogénita.
El próximo 11 de septiembre será la última fiesta que se organice en la Cetrina, que ya tiene el cartel de ‘se vende’. Según confirman a Vanitatis, es una decisión que ha tomado Ponce por indicación de su nueva familia: “Para Enrique no ha sido fácil, pero, como buen torero, él sabe que hay que estar templado y con la cabeza libre de sentimientos cuando hay que lidiar. Y esta es una lidia más desde el momento en que apostó por comenzar una nueva vida con Ana. No quiere ataduras del pasado, ni compartir con su novia espacios que tienen la luz del pasado. En Cetrina todo es Paloma”.
A este apartado afectivo también hay que añadir la parte económica. A pesar de algunas informaciones que ponían el altavoz en Paloma Cuevas, los negocios y empresas de Ponce los han llevado su hermano y su socio. Unas veces han ganado y otras no. La exmujer, licenciada en Económicas ‘cum laude’, tiene sus propios negocios y solo intervino cuando se presentaron algunas cuestiones relacionadas con Hacienda. La finca Cetrina nunca formó parte de los gananciales matrimoniales, ni Cuevas planteó su titularidad en el divorcio.
Campo o coche
Cuando comenzó a despuntar en los carteles taurinos y aún no había comenzado su relación con la hija de Victoriano Valencia, una de las grandes figuras del toreo de los años 60, Ponce quería ser como el resto de sus colegas ya consagrados. Su primera ilusión era el Mercedes y así se lo hizo saber a su apoderado, Juan Ruiz Palomares. Este, con buen criterio a la hora de plantear inversiones a largo plazo, le dijo: “Primero el campo y después el coche”.
Y así fue. Adquirió la finca en Navas de San Juan (Jaén) que con los años fue agrandando con la compra de terrenos adyacentes. Hoy en día, esta explotación agrícola de 900 hectáreas cuenta con toros bravos que llevan su hierro, sementales, vacas nodrizas y vacuno de cebo con los que se mantiene la finca de recreo. En la Cetrina hay una importante zona de olivos que Paloma Cuevas se encargó de poner en marcha comercializando el aceite en circuitos de restaurantes de lujo en España y con la exportación en México gracias a la amistad de la familia Ponce con el principal accionista del imperio Jumex, Eugenio López Alonso.
Así estaban las cosas. La finca no daba dinero, pero era el paraíso del torero y su familia. No hay que olvidar que el diestro pasó el confinamiento junto a Paloma, sus hijas y sus suegros cuando nadie intuía que existía su relación con Ana Soria. Ahora todo ha cambiado y su circuito vital es otro, como aseguran a Vanitatis: “Ha dejado su profesión aparcada. Es verdad que en estos momentos su caché sigue siendo el mismo y es complicado para los dueños de las plazas ganar dinero si no hay aforo completo. Era cabeza de cartel en fiestas grandes de Bilbao, San Sebastián y otras ciudades con gran afición taurina que aún no se han recuperado de las medidas sanitarias por el coronavirus. Ponce sigue siendo un número uno”.
Lejos de los toros
La situación actual del torero es diferente. Su prioridad es su vida afectiva que tiene el nombre de Ana Soria. Vive en Almería y sus visitas habituales a Madrid están centradas en pasar tiempo con sus hijas, a las que adora, y siempre ha sido y es un buen padre. Su exmujer da todas las facilidades para los encuentros familiares. No hay días ni horarios fijados legalmente. Paloma Cuevas tiene la custodia de las hijas y en ningún momento ha puesto excusas para que no hubiera encuentros con el padre, sino todo lo contrario.
El próximo 11 de septiembre (si no hay cambios de última hora), la fiesta por la primera comunión de Bianca reunirá a los Ponce y a los Cuevas. Será el broche de oro a un campo que el torero compró hace más de un cuarto de siglo cuando era un joven prometedor en el escalafón taurino.
Vender la Cetrina es uno de las muestras de amor de la nueva agenda emocional del torero. No quiere que nada material le ate al pasado y así se lo ha transmitido a la joven Soria. La finca es un paraíso y la vivienda que decoró Paloma Cuevas, espectacular, pero no forma parte de la vida actual de Ponce, que quiere ir ligero de equipaje.
La venta de la finca Cetrina, el buque insignia de Enrique Ponce, ha sido uno de los secretos mejor guardados desde que el torero comenzó su relación con Ana Soria. Hasta la semana pasada, ni las amistades más cercanas estaban al tanto de esta decisión. Si Paloma Cuevas era conocedora de esta decisión era algo que formaba parte de ese acuerdo de confidencialidad que firmaron ambos en julio pasado cuando dieron por finiquitado su cuarto de siglo matrimonial.
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