Lola, Lolita y Rosario, desmadre y secretismo: las 4 bodas Flores antes de Elena Furiase
Las mujeres del clan Flores han dejado el listón muy alto a Elena Furiase, con bodas que fueron únicas, algunas memorables, cada una por motivos diferentes
Fue el verano pasado cuando la actriz Elena Furiase y el músico y empresario Gonzalo Sierra se comprometieron tras cuatro años de relación y un hijo en común, Noah, que está a punto de cumplir 3 años.
Tal y como adelantó Vanitatis, a pesar del secretismo que ha habido en torno a la boda, este sábado 18 de septiembre, la pareja contraerá matrimonio (si no hay cambio de planes de última hora en un intento de preservar la exclusiva que los novios podrían haber pactado) en la finca Montenmedio, en Vejer de la Frontera, un espacio donde se suelen desarrollar competiciones hípicas y que se encuentra en la N-340, a tan solo 16 kilómetros de Caños de Meca, donde vive su tía Rosario Flores con su marido, Pedro Lazaga, y su hijo.
Esta será la quinta boda protagonizada por una mujer del clan Flores. Antes de Elena, cuatro enlaces muy sonados en la familia tuvieron lugar, cada uno de ellos con particularidades que los hicieron únicos e irrepetibles.
En el siguiente artículo vamos a retrotraernos en el tiempo para trasladarnos desde la boda secreta de Lola Flores, con amenazas de muerte de por medio, hasta el desmadrado e inolvidable enlace de Lolita con Guillermo Furiase, una boda que sentó un precedente en la cantante a la hora de celebrar años más tarde su segundo enlace con el actor cubano Pablo Durán, esta vez llevado a cabo con mucha más discreción y tranquilidad, pasando por el repentino y secretísimo matrimonio de Rosario.
Lola Flores y una boda secreta marcada por una disputa familiar
Tras una relación con Manolo Caracol marcada por los celos y los maltratos, las miradas de Lola Flores y Antonio González, el Pescaílla, se cruzaron y el destino de la Faraona cambió para siempre. Fue durante una noche en la que artista actuaba en Barcelona. Miró a Antonio y supo que su historia con Caracol estaba terminada.
En julio de 1957, Lola Flores rompió con todos los estereotipos de la época cuando, sin dudarlo, fue la folclórica quien, estando en la terraza del hotel Lido de Venecia, le pidió a Antonio González, el Pescaílla, que se casara con ella. Pero existía un problema: Antonio estaba casado por el rito gitano con la artista Dolores Amaya, sobrina de la bailaora Carmen Amaya, con quien además había tenido una hija llamada Antoñita que ya tenía 3 años. Dolores vivía en Barcelona con la familia de Antonio. Este se encargaba de su manutención y de la de su hija mientras hacía su vida con total libertad cuando se marchaba de gira.
Además, Antonio esperaba otro hijo fruto de una relación con la bailaora Carmelita Santos, que formaba parte de la compañía de Lola Flores.
A pesar del lío familiar, Lola Flores y Antonio González contrajeron matrimonio el 27 de octubre del 57 en El Escorial. Lola llegó al altar embarazada de 3 meses. Fue un domingo a las 6 de la mañana, en secreto, temerosos de que el clan de los Amaya tomara represalias contra ellos. Este ya se había plantado días antes en la puerta de la casa familiar de la madrileña calle Povedilla donde vivía Lola, tal y como ella misma contó en sus memorias. El padre de la artista fue interceptado por los Amaya en la calle y recibió golpes por parte de estos. A partir del suceso, que a punto estuvo de costarle un aborto a la Faraona, esta decidió acelerar su enlace con Antonio. Sus poderosos contactos le permitieron acordar una fecha rápida y encontrar con total inmediatez un lugar idóneo para la boda y tan emblemático como lo era El Escorial.
Lola Flores volvió a romper moldes al escoger para la ocasión un vestido que ni era largo ni era blanco. La artista lució un diseño corto de Asunción Bastida, una de las grandes modistas de alta costura de la década de los 50, de color gris perla, de encaje con mantilla, que combinó con guantes y zapatos del mismo color.
Como no podía ser de otra manera, y al igual que hizo años después en la boda de su hija Lolita, Lola pronunció en el día de su enlace una frase que quedó para la posteridad. Ante la insistente pregunta del sacerdote de si alguien conocía algún impedimento para que el matrimonio se celebrara, Lola Flores contestó susurrando: “Cállese, padre, no vayamos a liarla a última hora”.
El padrino fue el productor de cine Cesáreo González, la madrina, Paquita Rico, y entre los escasos 22 invitados, compuestos por familiares y amigos, estuvieron Perito Chicote, Carmen Sevilla o el actor Vicente Parra. Este último fue testigo de cómo, después del banquete, celebrado en el hotel Felipe II y al que, según afirmó la propia artista en ‘El coraje de vivir’, asistieron unas 300 personas, Antonio González cogió en brazos a Lola Flores para cruzar el umbral de la suite nupcial para acabar ambos rodando, entre risas, por el suelo.
El desmadre de la boda de Lolita y el llanto de la novia
En 1982, Pastora Vega ejerció de celestina al presentar a Lolita al argentino Guillermo Furiase en la madrileña discoteca Joy Eslava.
Un año después, el 25 de agosto de 1983, la pareja se dio el ‘sí, quiero’ en un enlace que, aunque hoy es recordado con humor, fue vivido por los protagonistas con total angustia.
Parte de la culpa la tuvo la propia novia, quien, de manera inocente, afirmó ante José María Íñigo, mientras la entrevistaba en ‘Estudio Abierto’ el 25 de mayo de 1983: “Toda la gente que realmente quiera a Lolita, puede entrar en la iglesia. Estáis todos invitados”.
Nunca pudo imaginar Lolita que el pueblo de Marbella tomaría esas palabras al pie de la letra. 4.000 personas se aglomeraron una hora antes del comienzo de la ceremonia, a las puertas de la iglesia de la Encarnación. La plaza y el interior del templo se abarrotaron de gente. Lolita llegó del brazo del torero Manuel Benítez, el Cordobés. Guillermo Furiase lo hizo junto a Lola Flores.
Los novios se veían incapaces de llegar hasta el altar. Lo hicieron a base de empujones y codazos.
Rostros conocidos como los de Carmina Ordóñez, Julián Contreras, Cari Lapique, Rocío Jurado y Pedro Carrasco, Pastora Vega, Massiel, Carmen Sevilla, Marina Danko, Palomo Linares, Encarnita Polo, Marian Conde, Tita Cervera y el barón Thyssen, Lita Trujillo, José Luis de Vilallonga o Laura Valenzuela fueron algunos de los invitados famosos que presenciaron esta locura de boda.
La ceremonia tenía que comenzar a las 19:00 de la tarde. Eran las 20:30 y había sido imposible. La cara de Lolita se descomponía por momentos hasta que Lola Flores perdió los nervios. Micrófono en mano se dirigió al pueblo de Marbella: "Por favor, si me quieren como dicen, dejen que vea a mi hija ante el altar mayor, casándose con mi yerno. La mayor ilusión de mi vida es ver casarse a Lolita. Tengan consideración". Después añadió la famosa frase: "¡Si me queréis, irse!".
Finalmente, el sacerdote navarro Francisco Echamendi decidió casar, en 3 minutos, a Lolita y Guillermo en el despacho de la sacristía, con sus padres y padrinos como testigos.
Al salir de la iglesia, Lolita tuvo que ser escoltada por policías hasta el coche que la trasladó a casa de su madre. Repuestos del susto, los novios y sus familias se dirigieron al restaurante libanés Montazah Al Salemiah. Los problemas continuaron allí. Se esperaba la asistencia de 400 personas. Acudieron 800. El restaurante estaba a rebosar.
A pesar de todo, se sirvió un banquete por todo lo alto y la alegría y la fiesta supieron imponerse hasta las 7 de la mañana.
Lolita y Guillermo pusieron fin a su matrimonio en 1995.
La segunda boda de Lolita con la lección aprendida
Diez años después de su separación, Lolita rehízo su vida con el actor cubano Pablo Durán, con quien contrajo matrimonio el 14 de mayo de 2010 en los jardines del madrileño Castillo de Viñuelas, en una emotiva ceremonia civil que se celebró al aire libre.
Aprendida la lección con su boda anterior, esta vez todo estuvo controlado y Lolita pudo disfrutar de un emotivo e íntimo enlace en el que lució un vestido de seda color rosa palo de Pronovias.
Del brazo de su hijo Guillermo llegó al altar sin poder contener las lágrimas, esta vez de alegría pero también de nostalgia, pues si en su boda con Furiase pudo estar arropada por toda su familia, esta vez, las ausencias de los fallecidos Lola Flores, Antonio Flores y Antonio González, el Pescaílla, fueron muy sentidas en un día tan especial.
La duquesa de Alba y su hija Eugenia, Mariola Orellana, Carmen Ordóñez, Los del Río, Cristina, Sebastián Palomo Linares, Marina Danko, Juan Y Medio, Marta Sánchez, Rossy de Palma, Loles, Bibiana Fernández y Vicky Martín Berrocal fueron algunos de los rostros conocidos entre los 400 invitados.
Lolita no dudó en hacer un guiño tanto a su madre como a su boda anterior con Guillermo Furiase, rememorando la famosa frase que pronunció Lola Flores. Micrófono en mano, Lolita dijo a los asistentes: "Si me queréis, no irse".
En enero de 2015, Lolita y Pablo Durán se separaron.
La espontánea y secreta boda de Rosario, sin Lolita
Hace 20 años, Las vidas de Rosario Flores y Pedro Lazaga se cruzaron. Se conocieron durante el rodaje de 'Hable con ella', dirigido por Pedro Almodóvar. El hoy marido de Rosario era asistente de dirección y ella, una de las actrices que participaban en el film.
Si a principios del 2006 ambos se convertían en padres de un niño llamado Pedro Antonio, en el mes de abril se daban el 'sí, quiero' en Barbate, en una ceremonia oficiada al aire libre por el alcalde y rodeados de sus amigos y familiares más íntimos.
La gran ausente aquel día fue Lolita, quien no pudo asistir debido a compromisos profesionales ineludibles. Por este motivo. Elena Furiase jugó un papel clave en la boda. Ella fue la encargada de sostener un teléfono en alto durante toda la ceremonia. Al otro lado de la línea, su madre escuchaba todo lo que ocurría. Nada más terminar la ceremonia, Elena acercó el teléfono a su tía Rosario, quien recibió, emocionada, la felicitación de su hermana.
Fue una boda que surgió de manera muy espontánea, como la propia novia reconoció, a la que solo pudieron acudir un grupo reducido de amigos que se encontraban allí en ese momento, como Mariola Orellana, esposa de Antonio Carmona, o Ana Villa, la que fuera pareja de su hermano, Antonio Flores.
Para una ocasión tan señalada, Rosario Flores se desmarcó del tradicional vestido de novia para lucir un diseño con estampado floral y escote de pico. La hija de Lola Flores presumió de su abundante y rizada melena, la cual adornó con flores blancas.
La boda de Elena Furiase: similitudes y diferencias con el clan familiar
A partir de la multitudinaria boda de los padres de Elena Furiase, la discreción y la privacidad han imperado en las bodas de las Flores. Parece que Elena Furiase seguirá esta dinámica, aunque en su caso, su secretismo no tenga nada que ver con los motivos que llevaron a su abuela a protagonizar un enlace casi de madrugada y a puerta cerrada por miedo a las represalias de un clan gitano que no aceptaba su unión matrimonial con el Pescaílla.
La de Elena será una boda íntima y familiar, después de dos años intentando cerrar una fecha con una pandemia de por medio, en la que no faltarán rostros conocidos como los de la familia Carmona, entre otros.
Según desveló Lolita, su hija lucirá un diseño de Roberto Diz, por lo que parece que Elena Furiase no se saldrá del estilo de novia tradicional (como sí lo hicieron su abuela, su madre en su segunda boda y su tía Rosario), con vestido blanco y largo.
Además, Elena seguirá la estela de Rosario Flores al elegir Vejer de la Frontera como espacio para este día tan importante en su vida, un lugar muy cercano a Barbate, donde contrajo matrimonio su tía.
A pesar de las diferencias con las bodas de su abuela, su madre o su tía, el enlace de Elena Furiase tendrá algo en común con todas las demás. No faltarán los cantes, los bailes y el ambiente de alegría que el clan de los Flores sabe generar como nadie.
Fue el verano pasado cuando la actriz Elena Furiase y el músico y empresario Gonzalo Sierra se comprometieron tras cuatro años de relación y un hijo en común, Noah, que está a punto de cumplir 3 años.