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Miguel Bosé y los pasajes más duros: la ira del padre y una madre en la calle sin dinero
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Miguel Bosé y los pasajes más duros: la ira del padre y una madre en la calle sin dinero

Ve la luz 'El hijo del Capitán Trueno', el libro de memorias de Miguel Bosé, que cuenta los aspectos más íntimos de su vida

Foto: Miguel Bosé, en una imagen de 1978. (Getty)
Miguel Bosé, en una imagen de 1978. (Getty)

Este miércoles sale a la venta la biografía de Miguel Bosé titulada 'El hijo del Capitán Trueno' (Espasa). Escrita por él, abarca desde su nacimiento hasta el día que triunfó en Florida Park el 26 de abril de 1977. Una fecha que nunca olvidará. Por un lado, su triunfo como artista y, por otro, el reconocimiento (al fin) por parte de su padre, Luis Miguel Dominguín. A través de veinte capítulos, la falta de sintonía entre ambos es el denominador común. Era el chico, el hombre de la casa, con unas características de personalidad muy diferentes a la que habría esperado el torero. Dominguín, quien representaba en aquellos años la virilidad a través del machismo, una manera de ser marcada por múltiples infidelidades admitidas por la sociedad. Peleas matrimoniales con insultos físicos y verbales que dejaban a los tres hijos temblando.

Miguel Bosé era el heredero y el torero quería que su primogénito fuera un machote, agresivo y no “una nenaza y una maricona”, que con estas palabras se dirigía a él cuando no quería matar animales en las cacerías que tanto gustaban a Dominguín y que se organizaban tanto en la finca Viola Paz como en La Virgen. En este campo fue donde finalmente se retiró el 'padre padrone' con Rosario Primo de Rivera, su segunda mujer, con la que vivió en paz hasta su muerte

placeholder  Lucía Bosé.
Lucía Bosé.

En los primeros capítulos -"mi casa, mi país, mi tierra mi familia"-, Bosé relata una vida de lujo, brillo y esplendor donde la apariencia era lo que vendía. De puertas afuera formaban una familia feliz. Dentro no era así. Unos niños que no veían a sus padres. Lucía, una madre poco cariñosa de la que el hijo estaba enamorado. Luis Miguel, el hombre todopoderoso capaz de colocar al niño Miguelón en situaciones dolorosas al borde de la muerte.

“Mi padre me da miedo… Le quiero mucho, pero le tengo tanto respeto que siento que me apoco cuando estoy ante él... Él es perfecto y valiente. Yo no soy nada y además soy un miedica”. Durante su infancia, esta admiración la convertía el torero en humillaciones: ”Siempre le decepcioné. Ya fuese por falta de hombría o por timidez le fallé. Permití que me dominara hasta mandar en mí con todo el peso y abuso de su tiranía”.

Un viaje dramático

El libro no comienza con su nacimiento sino con un viaje desesperado de Lucía Bosé con sus tres hijos el día de Nochevieja a Villa Paz. Esta finca que había pertenecido a la infanta Paz era el lugar de encuentro de Dominguín con su prima Mariví, con la que mantuvo una relación que fue motivo de escándalo en aquellos años. Ese día, los hermanos están presentes en lo que será una de las muchas peleas del matrimonio. Cuando Miguel ve que su padre la sacude de mala manera para echarla de casa, interviene al grito de “¡No, papá! ¡No, así. no!, la haces daño. Me lancé contra mi padre, trepándome a él con toda, intentando detenerlo”.

Los hijos son testigos de la respuesta de la madre, que asegura que quemará la casa con todos dentro: “Yo no me voy de aquí hasta que no salga la puta de tu prima por la puerta de mi casa o te pego un tiro”.

placeholder Luis Miguel Dominguín y Miguel Bosé. (Getty)
Luis Miguel Dominguín y Miguel Bosé. (Getty)

Este es el comienzo de 'El hijo del capitán Trueno', donde Mighelino (como le llamaba Lucia) va narrando su existencia en Somosaguas. Un chalet único en las afueras de Madrid que en la actualidad es de su propiedad y donde en aquellos años se organizaban las fiestas más exclusivas con personajes internacionales. Corría el champán como si fuera agua. Lola Flores, Claudia Cadinale, Deborah Kerr, el marqués de Villaverde, el astronauta Neil Armstrong, Lola Flores. Todo el que era alguien pasaba por la casa del torero y la italiana.

Momentos muy duros

Miguel Bosé va desgranando situaciones difíciles, duras, divertidas y felices de unos niños privilegiados que tenían de todo hasta que llegó la separación (no había divorcio en España). Fue entonces cuando el nivel de vida bajó hasta no poder utilizar la calefacción y cenar un vaso de leche con pan que nunca faltaba porque lo regalaba el panadero.

Dominguín no admitía que su mujer le hubiera dejado y esos años fueron muy dolorosos para los hermanos. Cuenta Miguel que los primeros días su madre dormía en el coche aparcado en la puerta de la casa porque Luis Miguel le tenía prohibida la entrada al chalet. La tata con los niños le llevaban el desayuno hasta que por fin el matrimonio llegó a un acuerdo y pudo volver al que había sido el domicilio conyugal.

placeholder Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé. (Cordon Press)
Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé. (Cordon Press)

Hay anécdotas divertidas como el odio que el cantante sentía por un mono que había en la casa, por la cocinera Hilaria o por un chico del Liceo Francés al que estampó contra la pared. Cuatrocientas ochenta páginas donde Miguel Bosé narra sus vivencias, el despertar de su sexualidad, los amantes de su madre, la vida desinhibida de sus padres, Mónica, la primera niña que le gustó, su admiración por Marisol, el amor por Picasso y el odio a Jacqueline, su mujer, sus amistades de Somosaguas.

Lo más llamativo es que el nombre del Capitán Trueno, como define al torero, solo sale una vez en todo el libro. En cambio, hay una mujer omnipresente que siempre ha estado en su vida y cuyo nombre aparece en todos los capítulos. Se trata de Remedios, la tata, que desde su nacimiento se encargó de él y de sus hermanas. Protegió a Lucía Bosé y la única que se enfrentó en todas las ocasiones al todopoderoso torero.

Este miércoles sale a la venta la biografía de Miguel Bosé titulada 'El hijo del Capitán Trueno' (Espasa). Escrita por él, abarca desde su nacimiento hasta el día que triunfó en Florida Park el 26 de abril de 1977. Una fecha que nunca olvidará. Por un lado, su triunfo como artista y, por otro, el reconocimiento (al fin) por parte de su padre, Luis Miguel Dominguín. A través de veinte capítulos, la falta de sintonía entre ambos es el denominador común. Era el chico, el hombre de la casa, con unas características de personalidad muy diferentes a la que habría esperado el torero. Dominguín, quien representaba en aquellos años la virilidad a través del machismo, una manera de ser marcada por múltiples infidelidades admitidas por la sociedad. Peleas matrimoniales con insultos físicos y verbales que dejaban a los tres hijos temblando.

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