Chillida
ENTRAMOS EN EL ESTUDIO
DE LA NIETA DEL ESCULTOR

Gabi
Chillida
INSPIRACIÓN,
FAMILIA NUMEROSA
Y SU GRAN MECENAS

ENTRAMOS EN EL ESTUDIO
DE LA NIETA DEL ESCULTOR

Gabi
Chillida
INSPIRACIÓN,
FAMILIA NUMEROSA
Y SU GRAN MECENAS

Chillida


Con su madre como mecenas y una creatividad desbordante, Gabriela Calderón Chilida tomó hace cuatro años la determinación de seguir los pasos de su abuelo materno en el mundo de arte

Texto: Patricia Izquierdo
Fotos: Chus García
Diseño: Bolívar Alcocer


Las manos de su abuelo, el gran Eduardo Chillida, dieron forma a algunas de las obras más reconocidas del imaginario escultórico español. Un referente artístico que siempre marcó la vida y actitudes de quizá su nieta más creativa. Gabriela Calderón Chillida (Gabi Chillida es su nombre artístico) tomó la decisión hace unos años de seguir los pasos de su abuelo materno. Tras tocar varios palos (de la pintura a la joyería) y con unas habilidades creativas que le vienen desde la cuna, Gabi ha sabido encontrar su nicho en este competitivo mercado que es el del arte.

“Gracias a mi madre me puedo dedicar a esto. Ella es mi mecenas, la persona que me ha apoyado a pesar de lo alto que estaba el listón en casa con mi abuelo. Es mi gurú”, asegura la artista en conversación con Vanitatis.

Una confianza que ha dado sus frutos a lo largo de los años. De todos los nietos de Chillida (el escultor tuvo ocho hijos), ella es la única que vive del arte que ella misma crea, desde su diseño a su montaje final. Unas obras que han conquistado a algunos de los locales de moda de Madrid (de la tienda Maksu al restaurante Le Café de Paris de la calle Conde de Aranda) y los armarios de mujeres tan elegantes como María de la Orden con sus originales diademas de estaño.



Chillida

Gabi Chillida posa en su taller para Vanitatis.


Todo lo que produce lo hace desde el estudio que hace dos años instaló en una edificación que preside el imponente jardín de casa de sus padres en Madrid. Ella vive junto a su familia justo detrás, donde termina la parcela. Para ella la conciliación es fundamental a la hora de desarrollar su gran pasión. Más aún ahora, con un bebé en casa de pocos meses.

“Tengo un bebé recién nacido y tampoco quiero crecer ahora tanto. Todo eso me da un poco de vértigo y sobre todo sé el sacrificio que supone de tiempo. Quiero disfrutar de mi bebé”, afirma cuando le preguntamos sobre cómo hace para llegar a todo.

“Paso toda la mañana en el taller y algunas tardes. El fin de semana, si tengo mucho trabajo, también vengo o me llevo cosas a casa. Hay procesos compatibles con estar mirando a los niños cómo juegan y eso es una gozada. Pero tiene sus riesgos, como te descuides en un momento te la lían”, dice divertida.




Chillida

Los fanales son su gran estrella y llenan su taller de una luz que es pura magia.

Chillida

“El viernes es subidón máximo. Se llena el taller de bomboncitos".

Chillida

Los fanales son su gran estrella y llenan su taller de una luz que es pura magia.

Chillida

“El viernes es subidón máximo. Se llena el taller de bomboncitos".




Relevo generacional

Gabi empezó hace cinco años creando sus primeras piezas. “Empecé muy poco a poco, pero en serio hace 3 años. Y cada vez mejor, más contenta… Cuanto más hago, más gente me conoce, me encargan más y, sobre todo, tienen más confianza en mí”.

Un crecimiento lento pero seguro en el que su familia ha sido su mayor respaldo. Su madre estudió interiorismo, pero nunca se dedicó a ello profesionalmente; no obstante, tiene muy buen ojo para el arte y un gran gusto estético. “Mi madre es como Dios para mí. Sabe mucho y tiene un gusto muy bueno. Tiene una memoria visual brutal. Siempre le consulto y hay veces que te dice que no y que no le hago caso (risas)”. Una rebeldía necesaria en todos los procesos creativos que la llevó a tocar muchos palos hasta que encontró su verdadera vocación.

“Empecé porque tomé la determinación de que me tenía que centrar en algo. Estaba a mil cosas y no me centraba en nada concreto, y de hecho me sigue pasando un poco pero menos”, confiesa risueña. “Por lo menos 4 horas al día le dedico. Por lo menos. Y eso me ha marcado el camino y mi meta. Me pregunté: ¿dónde está mi nicho? Y al final encontré la forma de dedicarme exclusivamente a la decoración. Creí que tendría menos competencia. Y el metal me encanta”. Dos ingredientes que han hecho de su pasión un modelo de negocio de lo más solvente.




Chillida

Una de las prioridades de la artista es poder conciliar. "Todo eso me da un poco de vértigo y sobre todo sé el sacrificio que supone de tiempo”.


Ahora, ha estandarizado su manera de hacer artesanía con procesos que empiezan el lunes con las labores más tediosas (trabajar el metal, cortar…) y terminan los viernes dando forma a sus increíbles piezas. “El viernes es subidón máximo. Se llena el taller de bomboncitos. Lo mejor es cuando entra mi madre por la puerta y me dice: ¡qué rápido lo has hecho todo! Pero no, nada de eso”.

¿Su momento favorito? “Cuando tienes un proceso largo de piezas que tienes que ir preparando, soldando, limpiando y, tras montar todo, ves el resultado después de muchos procesos aparentemente infructíferos. Sin duda, es lo que más merece la pena”, nos comenta.


“Si Patricia Urquiola me pide algo, yo me muero; e Iker Ochotorena, me encantaría que me encargara obras para sus casas. Si me lee, que me llame (risas)”.


“Cuando me toca hacer 50 apliques se vuelve muy mecánico, pero me encanta hacer locuras. Y luego cada vez más gente confía en mí y me dice: ‘Hazme lo que quieras’. Eso me vuelve loca. También te complicas la vida y no te salen ni los números, pero de ahí surge algo que va evolucionando y al final siempre vale la pena”, destaca con los ojos brillantes mientras nos enseña los detalles de algunas de las obras que tiene en el taller a la espera de ser enviadas a sus dueños.

Los fanales, su gran éxito de ventas, están por todas partes. Algunos son pruebas; otros, encargos. Pero verlos todos iluminados a la vez es una de las cosas que más le emocionan todavía: “Es una sensación muy bonita, muy gratificante, la verdad”.

Autodeterminación y disciplina son las bases de su éxito. “Venir aquí solo no es lo mismo que ir a una oficina. No hay rutinas establecidas, depende de ti…”.



Chillida

Los insectos son algunas de sus últimas incorporaciones.


“Mi hermano es San José”

No es la única que se dedica al arte en su familia. “Mis hermanos también. Mi hermano es un carpintero increíble, pero no lo era hasta hace 4 años. De hecho, como tal, lleva 2 años. Trabajaba en una empresa, le habían hecho socio, ganaba mucho dinero, estaba supercolocado, pero no era feliz y le encantaba la carpintería, así que dio un giro a su vida y ahora es carpintero profesional. Ahora es San José (bromea). Hace cosas maravillosas”.

“Mi hermana hace de todo, pero no se centra tampoco en nada. Mi hermana es ama de casa, pero luego hace mil cosas. Sobre todo restauración. Hace esculturas con libros… Cosas espectaculares, pero no se centra en nada. Si lo hiciera, triunfaría”, continúa emocionada.



Chillida

Gabi posa con su prensa, un 'autorregalo' que está deseando estrenar.



Para ella, como decíamos, su familia es muy importante, y el arte es el hilo conductor de su vida y de su manera de transmitirles su esencia a sus hijos. “Siempre me ha encantado trabajar con las manos y he tenido facilidad en el cole, y siempre me he sentido muy orgullosa de eso. Luego también he perdido mucho tiempo dibujando en lugar de atendiendo (risas)”. Unas capacidades que también ve en sus pequeños. Con una tradición familiar como la suya, el orgullo que siente por su apellido es mayúsculo.

Ahora comienza una de sus etapas más boyantes de trabajo. En Navidad, es cuando más encargos recibe, cada vez más y cada vez más creativos. Cuando le pedimos que nos describa su pedido soñado, no duda. “Si Patricia Urquiola me pide algo, yo me muero; e Iker Ochotorena, me encantaría que me encargara obras para sus casas. Si me lee, que me llame (risas)”.