Raphael, en sus propias palabras: los rumores, sus días oscuros y su boda secreta

Quizás fuera Francisco Umbral quien mejor definiera nunca a Raphael, "un artista hecho a mano". El prolífico escritor y columnista escribió una ya pretérita biografía del artista, descatalogada y prácticamente imposible de localizar, lo que puede explicar también que fuera él quien presentara sus memorias '¿Y mañana qué?', que Plaza & Janés publicó en 1998. Sin embargo, no fue precisamente para enfatizar exclusivamente lo mejor de este lanzamiento, sino también para poner el foco en las carencias de este libro que abarcaba desde su nacimiento hasta los años 70.

"Su mejor lectura está en la primera parte del libro, es la etapa dura del comienzo, de sus padres, sus inicios como cantante del coro infantil, su descubrimiento del sexo y la difícil y astracanada conquista del Madrid de los años 70, que lo rechazó primero y después se lo disputaba. La segunda parte del libro, la cascada interminable de éxitos, tiene menos interés", aseguraba el ganador del Premio Cervantes.

"A Raphael le pasa lo que a todos los artistas, que se engolan en sus triunfos. Todo escritor profesional sabe que es más interesante la pobreza que la riqueza, más sugestivo el fracaso que el éxito, es más importante Dostoievski que Corín Tellado. El libro va a ser un éxito, aunque a mí me ha fatigado un poco su lectura", manifestaba el autor de 'Mortal y rosa' ante un 'front row' en el que se encontraban su mujer, Natalia Figueroa, y sus hijos, además de Lucía Bosé, Alaska y María Dolores Pradera, entre otros, según recogía la crónica de 'El País'.

Una carrera brillante

Raphael no se extendió mucho en la puesta de largo de su libro, ya que, según manifestó, "soy un hombre de miles de canciones y de pocas palabras". Aunque todo aquel que conoce al intérprete de 'Escándalo' y 'Yo soy aquel' (ardua tarea sería encontrar alguien que cumpla la excepción a la regla) sabe que no ha sido el irrepetible artista de Linares muy de esquivar el bulto o de vetar preguntas a los periodistas. Quizás el único eufemismo al que ha recurrido en sus 60 años de brillante carrera es 'los hijos de mis hijos', porque la palabra 'abuelo' no entra en su vocabulario. Un pequeño gesto de coquetería al que siempre se ha referido con su reconocido sentido del humor.

Por eso, cuando en 'Vanity Fair' en octubre de 2015 le preguntaron por cómo podía interpretarse la letra de uno de sus mayores éxitos, 'Digan lo que digan', y los rumores sobre su supuesta homsoexualidad, no se puso de perfil: "A mí estos rumores me han pasado siempre de largo. Me puede enfadar que me digan que una cosa es verdad cuando sé que no lo es. Como nunca ha sido verdad, me pasa de largo, pero estoy muy a favor de todos los movimientos estos que hay y ellos lo saben muy bien. No soy ambiguo en ese sentido, apoyo esta clase de colectivos, pero yo no pertenezco a ellos. Lo veo normalísimo, pero a mí me pasa de 'lao".

Ahora llega a Movistar+ la serie documental 'Raphaelismo', que, según la habitual nota de prensa promocional, es "un retrato íntimo que ahonda en los éxitos, secretos, miedos y sueños del artista, con material audiovisual inédito, que lo convierten en el primer y único documental con la implicación directa del propio Raphael, su familia, RLM y Universal Music Spain". Estrenado en el pasado Festival de San Sebastián, es una gran oportunidad de adentrarnos en el universo personal y profesional del artista y, quizás, nos encontremos ante la gran oportunidad para que las 'debilidades' de su libro de memorias a las que apuntaba hace ya casi un cuarto de siglo el iconoclasta y siempre provocador Francisco Umbral se conviertan en 'fortalezas'.

Una boda casi secreta

Raphael, el único artista español que recibió un Disco de Uranio tras acreditar 50 millones de unidades vendidas, en 1982, alcanzó tal celebridad que era un reto logístico y de lealtad conseguir casarse sin que su boda se convirtiera en un tumulto como la de Lolita Flores y Guillermo Furiase en Marbella. Los novios optaron por Venecia, epítome del romanticismo. Y para que no trascendiera, los invitados recibieron billetes distintos, con escalas incluidas, para mantener el secreto, algo que finalmente resultó imposible. Fueron una decena los reporteros que se personaron en la ciudad italiana para inmortalizar el enlace en la iglesia de San Zacarías y el banquete nupcial en el hotel Danieli Royal, situado a solo 200 metros de la plaza de San Marcos y con espectaculares vistas a la laguna de Venecia. El cliché 'un marco incomparable' está en este caso más que justificado.

"Habíamos pensado en Versalles, pero cambiamos de idea, creyendo que además de un bello lugar, no muy lejos de Madrid, estaríamos a salvo de periodistas, no queríamos una boda con tumulto… ¡Figúrate si la hacemos en Madrid! Solo con la presencia de las fans de Raphael ya habría sido un follón…", le confesaba Natalia Figueroa a Manuel Román, uno de los periodistas que cubrió el acontecimiento, que coparía las portadas de las revistas del corazón de la época y las páginas de crónica de sociedad de los periódicos.

La pareja celebrará este año los 50 años de casados y el pasado 2021, cuando aún la cifra no era tan redonda en términos numéricos, que no afectivos, Raphael le decía a su mujer en su perfil de Instagram, donde tiene más de 130.000 seguidores: "Ella. Mi todo!!!! Desde hace 49 años doy gracias todos los días por la inmensa fortuna de tenerla a mi lado, y lo seguiré haciendo todos los días de mi vida!! Te adoro Natalia!!!”".

Un matrimonio férreo

No podemos perder de vista que, durante décadas, la periodista y escritora Natalia Figueroa, hija de María Gamboa Moreno y Agustín de Figueroa, marqués de Santo Floro, y nieta del conde de Romanones, fue una de las mujeres más envidiadas de España e Hispanoaamérica, donde el artista siempre tuvo y sigue teniendo una legión de fans. Padres de tres hijos -Jacobo, director de diversas series de televisión y videoclips; Alejandra, que trabaja en el departamento de restauración del Museo Thyssen, y Manuel, director general de Virgin Music Label & Artist Services en España-, Raphael y Natalia han sobrevivido a las adversidades, a la erosión del paso del tiempo, que tantas parejas se lleva por delante, y, sobre todo, han dado muestras de una unión y un amor inquebrantables.

Uno de los momentos más duros que tuvieron que hacer frente fue el trasplante de hígado al que fue sometido el intérprete de 'Toco madera' y 'En carne viva' en 2003. Aunque inicialmente se pensó que su situación médica era consecuencia de la hepatitis B de la que estaba aquejado desde los años 80, fue él mismo quien desveló en 'Mi casa es la tuya', en diciembre de 2016, la verdadera causa del deterioro de su salud.

"Yo nunca había bebido ni fumado, pero empecé a beber alcohol porque me hacía dormir. Bebía botellitas pequeñas de las de los hoteles. Jamás pensé que eran las dichosas botellitas, es una enfermedad tan traicionera que no da la cara nunca, yo no era consciente. También es cierto que yo no quería enterarme. (...) Cuando estaba haciendo 'Dr. Jekyll y Mr. Hyde' pasaba un día y otro y otro, y ya era una cosa que yo no podía seguir. No mintiendo, sino ocultando lo que estaba pasando", reconocía.

Un momento muy duro

Aunque inicialmente era reticente a someterse a esta intervención, se puso en las manos del doctor Enrique Moreno, premio Príncipe de Asturias y uno de los cirujanos más eminentes del mundo -los habituales de la crónica social le asociarán también a Cayetano Martínez de Irujo, a quien operó en unas circunstancias en las que su vida corría peligro-, y en un tiempo récord el 'engranaje Raphael' funcionaba a la perfección: "Me operaron en abril, en junio grabé un disco y en septiembre debuté en el Teatro de la Zarzuela", recordaba en el programa de Bertín Osborne.

Y el resto es historia... Raphael a sus 78 edad sigue más vigente que nunca. O como decía la letra de 'Yo sigo siendo aquel', escrita por su compositor fetiche, Manuel Alejandro: "Eterno caminante, que vive en cualquier parte, y muere cada noche un poco. Que vuelve a equivocarse y vuelve a levantarse. Y que ama con la fuerza de un loco".