Hablamos con Lita Trujillo sobre su relación con Jaime Ostos y el epitafio que le dedica

Lita Trujillo se despidió del mundo social hace tiempo. Durante años fue uno de los personajes principales e imprescindibles de la prensa social. Fue amiga y musa de Paco Umbral. Aparecía en sus columnas en las que la llamaba por su nombre artístico, Lía Milán. Resaltaba su parte mundana, pero sobre todo su manera empírica de ver la vida.

Lita, mujer culta e inteligente, ha vuelto a la actualidad con la muerte de Jaime Ostos. Durante dos décadas, de 1973 a 1993, vivió su romance con el torero. Fue Ángel Peralta quien le presentó al que sería su compañero de vida aunque nunca quiso definir su relación, como ahora ha señalado en esta charla con Vanitatis. “Ni novio, ni pareja, ni formalidad, ni nada de eso. Cuando estábamos juntos, juntos; y cuando no era así, separados. Esa es la historia. No hay ninguna otra. Nunca miento”.

No le gusta hacer declaraciones, pero sí tiene palabras de cariño para el que oficiosamente fue una relación muy importante: “Jaime Ostos es parte de mi memoria histórica. Todos lo somos de ese recuerdo vital de los demás”. Y señala cuál es la dedicatoria que hoy le quiere ofrecer al torero que falleció el sábado 8 de enero en Bogotá.

“Mi epitafio para él sería: 'Los viejos toreros nunca mueren, simplemente se desvanecen”. Esta frase forma parte de una canción en memoria de los soldados que murieron en la Segunda Guerra Mundial y Lita Trujillo ha sustituido la palabra 'soldados' por 'toreros'. También ha querido rememorar versos de Pablo Neruda: “Tanto él como yo podemos apropiarnos de las palabras del poeta en las que afirmaba: ‘Confieso que he vivido’. Nosotros lo hemos hecho a tope. Me gustaría morirme de esta manera, cantando y bailando como lo hizo Jaime. Ha tenido una gran suerte”.

Para Lita, Jaime Ostos no fue en su vida su primer amante torero, como recuerda en esta charla. Antes que él estuvo Luis Miguel Dominguín, con el que después mantuvo una amistad en el tiempo: “Hasta que se casó con Rosario (Primo de Rivera). A partir de ahí, dejamos de hacer ‘juntaderas’ para tomar café y solo tuvimos contactos telefónicos. Soy un libro abierto y he vivido muchas vidas. Tuve mi ‘affaire’ con Paul Newman cuando rodamos juntos en Hollywood y nos veíamos en Nueva York, en Los Ángeles”.

​Una vida de cine

Trabajó en el cine con Steve McQueen y Anthony Quinn, y mantuvo amistad con Nat King Cole y el magnate norteamericano Howard Hughes, que fue su protector. “Estuve con los hombres más deseados mucho antes de ser conocida en España como viuda de Trujillo. Quizá tuve yo la culpa de que aquí no me reconocieran la carrera de actriz que tuve en Hollywood y que, cuando lo dejé, estaba camino de la cima. Para todos era la nuera del dictador dominicano”.

Con Vargas Llosa mantuvo una relación de sube y baja. Se trataron antes de que el nobel escribiera ‘La fiesta del Chivo’, donde aparece novelada la vida de Rafael Leónidas Trujillo, dictador dominicano y suegro de Lita. “Admiro su talento y su brillantez, pero no me gustó su ocultación cuando venía a casa y charlábamos horas y horas de temas ajenos a los que escribió en su libro ‘La fiesta del Chivo’. Me decía: ‘Yo tenía que escribir sobre ti y no sobre tu suegro porque tu vida es más interesante”.

Lita Trujillo, con dotes adivinatorias, le dijo: “Por este libro te darán el Nobel”. Y así fue. Desde su retiro elegido, la que fuera mujer indispensable en la vida social quiere seguir manteniendo esa intimidad ahora rota por la muerte de Jaime Ostos.