La trastienda de los Goya: Blanca Portillo en zapatillas y fiestas con medidas

Fue la noche de 'El buen patrón' (y de numerosos premios inesperados, como 'Las leyes de la frontera'), de las reivindicaciones y de los discursos alargados sin fin. Muchos espectadores aún se recuperan de la verborrea incontrolada de algunos ganadores y de una gala que, a todas luces, desmejoró bastante a la telemática que presentaron Antonio Banderas y María Casado hace justo un año. El cansancio que se vivió en el Palau de Les Arts de Valencia fue diferente y tuvo más que ver con el ajetreo que suponen cada año horas y horas de alfombra roja, entrevistas, flashes y docenas de cámaras. Una vez finalizada la ceremonia, muchos de los ganadores llegaron a la sala de prensa completamente agotados. "¿Qué más necesitáis saber? ¿No estáis cansados?", decía entre risas Javier Bardem, acompañado de Fernando León de Aranoa y de los Goyas que habían ganado como mejor actor y director respectivamente.

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Jose Madrid. Valencia

Los dos recordaron el triunfo, hace casi dos décadas, de 'Los lunes al sol'. También hablaron, por enésima vez después de tanta entrevista, de lo que podía suponer que Bardem gane el Oscar al Mejor Actor por 'Ser los Ricardos'. Tras el tándem de 'El buen patrón', entró en la sala Blanca Portillo, la flamante Mejor Actriz de la noche, que también preguntó a la prensa si no querían irse a dormir cuando ya pasaban las dos de la madrugada.

El agotamiento de esas horas también se reflejaba en ella. Portillo, que durante su discurso elogió con verdadera emoción a la auténtica Maixabel, llevaba unas zapatillas blancas debajo de su vestido de gala rojo. Había cambiado los zapatos que llevó durante horas por la comodidad para no desfallecer tras una infinidad de posados, sonrisas y cumplidos. "Ha sido como volver al cole", comentaba Blanca acerca de la posibilidad de volver a la presencialidad y ver a sus compañeros de profesión tras el parón virtual y forzado por el covid que supuso la gala del año pasado.

Sin embargo, la pandemia aún planea sobre muchas de las aristas de la organización, sobre muchos de esos detalles que el público no ve en televisión. Por ejemplo, la enorme seguridad que rodeaba el recinto y que, nos decían, tenía que ver con la presencia de los miembros del Gobierno, de Pedro Sánchez a Yolanda Díaz y Miquel Iceta. Los curiosos que trataban de ver alguna cara conocida en las proximidades del Palau de Les Arts comprobaban el enorme perímetro policial que impedía el paso y velaba por el confort de todos los presentes en el evento.

También hubo hermetismo respecto a todo un clásico de los Goya, las fiestas posteriores que tienen lugar tras la ceremonia. Nos consta que hubo una organizada por la productora de 'El buen patrón', que se celebró en un local bastante cercano al Palau de Les Arts. Sin embargo, el flyer de entrada era muy cotizado y las medidas de seguridad estaban muy presentes para evitar contagios o invitados no deseados. La conocida firma de champagne Moët & Chandon también organizó su propia fiesta propia, llena de influencers (muchos de ellos ni siquiera habían pasado por la alfombra roja) y de actores de relumbrón. Sin embargo, dio la sensación de que la jarana que rodea a los Goya sigue sin recuperar el fuelle y la normalidad de antaño, aunque ya no viva instalada en los miedos de la pandemia.

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Si hablamos de premios, se constató el enorme éxito de 'El buen patrón' con sus seis Goyas, el inesperado triunfo de 'Las leyes de la frontera' con sus cinco galardones o la recompensa hacia el trabajo actoral de 'Maixabel' con tres para tres de sus actores. También la ausencia de premio para la almodovariana 'Madres paralelas', toda una paradoja teniendo en cuenta su innegable carrera internacional.

Si hablamos de la sensación general que dejó la gala, habría que aludir al sopor que muchos espectadores manifestaron en redes y de discursos alargados más allá de lo considerable. También, de la agradable cercanía de Penélope Cruz y Javier Bardem. El actor incluso se permitió hablar de sus hijos (y de su madre, la añorada Pilar Bardem) en el discurso de agradecimiento, algo que habría resultado impensable en otros tiempos. Lástima que instantes tan emotivos como ese (o como el discurso de la propia Blanca Portillo) estuviesen afeados por una ceremonia a la que le faltó ritmo y alma.