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Edurne Pasaban, fuera del alpinismo: su salud mental, sus empresas y su familia
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Edurne Pasaban, fuera del alpinismo: su salud mental, sus empresas y su familia

Repasamos la trayectoria personal y profesional de una mujer que hizo historia en su deporte y sigue dejando huella en todos aquellos que se cruzan en su camino

Foto: Edurne Pasaban, en una imagen de archivo. (EFE/Ramón Gabriel)
Edurne Pasaban, en una imagen de archivo. (EFE/Ramón Gabriel)

"Mi vida va más allá de lo que he aprendido en las montañas". Con esta declaración, Edurne Pasaban abre su página web y nos invita a conocer todas aquellas cosas que la han llevado a donde está hoy. La suya es una vocación que empezó a fraguarse cuando era una adolescente y, actualmente, se encuentra retirada, centrada en su faceta de madre y empresaria. No obstante, la experiencia y los valores que le brindó convertirse en la primera mujer en ascender los 14 ochomiles del planeta siguen latentes en su día a día.

Edurne Pasaban nació en Tolosa (Guipúzcoa) el 1 de agosto de 1973. Empezó practicando deportes de montaña cuando tenía 15 años; lo hacía junto a su primo Asier, quien, más tarde, se convertiría en el aliado perfecto para alcanzar la cumbre en muchas ocasiones. Nunca se planteó, sin embargo, dedicarse profesionalmente a ello y, de hecho, se licenció en Ingeniería y empezó a trabajar como ingeniera en la empresa de su familia, dedicada al papel.

Su pasión, en cambio, la empujó a querer alcanzar la cima de picos cada vez más altos y en 1998, tras haber ascendido el Mont Blanc y haber escalado en Andes, entre otras montañas, intentó llevar a cabo su primer reto, el Dhaulagiri. Un ochomil ubicado en el Himalaya al que tuvo que renunciar a falta de 200 metros, por la nieve acumulada en la cima. Tiempo después, cuando Edurne tenía 28 años, realizó su primera expedición al Everest y la adicción de subir montañas la invadió para nunca jamás abandonarla.

No en vano, su trayectoria ha estado repleta de luces y sombras, tal y como ella misma indica en su página web. En 2001, fallecía su amigo y montañero Pepe Garcés cuando Edurne Pasaban se disponía a alcanzar la cima del Dhaulagiri que ya había intentado antes. "El día de cumbre, la montaña estaba en condiciones muy peligrosas y Edurne tomó la difícil decisión de no subir", narra en su web. Pepe sí lo hizo y un desafortunado resbalón le costó la vida. Este fue el primer gran varapalo en la trayectoria vital de esta mujer histórica.

El segundo lo encontró, sin duda, en el K2 (una montaña perteneciente a la cordillera del Karakórum, en el sistema de los Himalayas). Su séptimo ochomil lo subió junto al equipo de 'Al filo de lo imposible', de TVE, que grababan un documental de la expedición. En el descenso, Edurne sufrió la congelación de dos falanges de los dedos de los pies y tuvieron que ser amputados.

Este traumático suceso llevó a Edurne a un necesario tiempo de descanso y reflexión. En aquel momento, llegó a plantearse abandonar el montañismo y, de hecho, continuó con sus estudios y buscó trabajo como ingeniera, pero se hizo la gran pregunta: "¿Sería feliz trabajando como ingeniera el resto de mi vida?". Su pasión desmedida y su afán de superación dieron respuesta a esa pregunta y no paró hasta convertirse en un referente del ámbito deportivo

Difíciles momentos que la llevaron a una etapa muy dura en su salud mental. Así lo relataba ella misma a Marta Flinch, durante una entrevista en 'Todo es mentira', ya que comenzó a sentir que su mochila se llenaba de presión y de un 'tener que hacer' impuesto que la condujo a "caer en el agujero de la depresión".

"Yo entrenaba un montón y hacía lo que más me gustaba. Pasaba 6 meses en el Himalaya cada año, pero al regresar a casa me sentía muy sola porque todo mi entorno hacía sus vidas, con carreras, hijos... Te hace replantear muchas de las cosas a las que te dedicas en tu vida". "Llegó un momento en el que yo pedí ayuda. Dije basta, he llegado hasta aquí. Se paró el mundo para mí y pasé 4 meses en un hospital", continuó muy sincera.

Sin embargo, Edurne se ha caracterizado siempre por ir más allá y cuenta con una importante faceta de empresaria, gracias a la cual ha llegado a gestionar distintos inmuebles hoteleros, dar conferencias y charlas de motivación, crear una fundación para ayudar a los niños de Nepal (país que tantas veces ha visitado) o fundar un negocio dedicado a organizar excursiones de trineos tirados por perros y motos de nieve en Montgarri.

Un sueño cumplido al que se suma el de ser madre hace dos años, junto a su pareja, el portugués Carlos Correia. Visiblemente felices y emocionados salían del centro hospitalario en el que tuvo lugar el parto, que fue más complicado de lo esperado, tal y como ellos mismos explicaban entonces a 'Semana'. "No dilataba. Estuvimos dos días para dar a luz". Lejos quedan ya esos momentos y ahora se encuentra disfrutando al máximo de su pequeño, tal y como nos deja ver en redes sociales.

La misma plataforma desde la cual comparte con sus casi 40.000 seguidores todos y cada uno de los planes que realiza, la mayoría de ellos al aire libre. Y es que, aunque está retirada del alpinismo de manera profesional, la montaña es su segundo hogar y no duda en volver a ella siempre que lo necesita. El mejor resumen de su vida lo da ella misma: "Mi vida es una historia de superación personal y profesional en la que he comprendido lo que de verdad significan la valentía, la motivación y el inconformismo".

"Mi vida va más allá de lo que he aprendido en las montañas". Con esta declaración, Edurne Pasaban abre su página web y nos invita a conocer todas aquellas cosas que la han llevado a donde está hoy. La suya es una vocación que empezó a fraguarse cuando era una adolescente y, actualmente, se encuentra retirada, centrada en su faceta de madre y empresaria. No obstante, la experiencia y los valores que le brindó convertirse en la primera mujer en ascender los 14 ochomiles del planeta siguen latentes en su día a día.

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