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Blanca Fernández Ochoa y el día que tocó la gloria: hablamos con sus familiares y amigos
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Blanca Fernández Ochoa y el día que tocó la gloria: hablamos con sus familiares y amigos

Ejemplo de lucha y superación, la inigualable esquiadora logró hacer historia tal día como hoy, hace 30 años

Foto: Blanca Fernández Ochoa tras ganar su medalla de bronce. (Cortesía)
Blanca Fernández Ochoa tras ganar su medalla de bronce. (Cortesía)

La historia deportiva de Blanca Fernández Ochoa es una historia de superación, de tenacidad y de lucha; de mejorar, durante años, en cada descenso sobre los esquíes, de asumir cada derrota para lograr alcanzar el triunfo; de hacerlo, además, con el peso a su espalda de la medalla de oro conseguida por su adorado hermano, Paquito Fernández Ochoa.

Este domingo 20 de febrero se cumplen 30 años de la proeza de Blanca Fernández Ochoa: convertirse en medallista de bronce en el eslalon de esquí alpino de los Juegos de Albertville (Francia), en 1992, y en la primera mujer medallista olímpica española.

La imagen de Blanca siempre había estado ligada, inevitablemente, al nombre de su hermano Francisco, quien fue elevado a héroe nacional tras lograr el oro olímpico en el eslalon de Sapporo'72 (Japón), la primera medalla que tenía España en unos Juegos Olímpicos de Invierno.

Foto:   Cabecera del documental de Blanca Fernández Ochoa. (Movistar+)

“Sonrío mirando al cielo porque allí están los dos, haciendo juntos un gran eslalon y brindando también con todos nosotros. Han pasado 50 años de la medalla de oro y 30 de la de bronce. Por la huella imborrable que han dejado, parece que fue ayer. ¡Eternos!”, nos dice Paula, sobrina de Blanca e hija de Francisco.

placeholder Blanca Fernández Ochoa en los Juegos de 1992. (Getty/Picture Alliance/Frank Leonhardt)
Blanca Fernández Ochoa en los Juegos de 1992. (Getty/Picture Alliance/Frank Leonhardt)

Con su medalla de bronce, Blanca adquirió entidad propia y, al igual que su hermano, se ganó la admiración de todos. No fue un camino fácil para una mujer que, según recuerda la periodista Olga Viza, quien vivió una relación muy cercana con la esquiadora, “siempre fue más generosa con los demás que consigo misma”.

Lola Fernández Ochoa, su hermana, destaca la gran capacidad que tenía Blanca para el deporte, una fuerza física que quedó desbordada en muchas ocasiones por la gran sensibilidad de su alma: “Como deportista era un gato. Tenía unas cualidades físicas espectaculares. Era pura fuerza y puro coraje. Tenía una capacidad de sacrificio y esfuerzo tremenda. Era brutal. Lo que pasa es que psicológicamente era más débil. Ni ella misma se lo creía. Si hubiese tenido la cabeza de Paco, habría ganado el triple de cosas. Como persona es la más sensible que he conocido en mi vida. Excesivamente sensible…”.

Todos los que la conocieron, destacan por encima de sus grandes logros deportivos sus grandes valores como persona. “Blanca fue una mujer valiente en la vida e incluso en la muerte”, nos cuenta el alpinista César Pérez de Tudela, amigo de Blanca. “La conozco desde que era una niña. Además, a ella le gustaba mucho la montaña y por ese motivo teníamos relación. Fuimos compañeros en algunos proyectos. La recuerdo en el albergue juvenil Francisco Franco. Fue una mujer que mereció todo lo bueno que le pasó. Era grata con todo el mundo y una gran campeona”, añade en este día tan señalado.

“Blanca no tenía un ápice de maldad. Tenía un punto de inocencia que la hacía todavía más adorable. No pensaba mal de nadie y tenía esa idea de tribu. A su familia la llevaba muy arraigada”, afirma Olga Viza.

placeholder Blanca Fernández Ochoa, rodeada de periodistas, a su llegada al aeropuerto de Barajas tras ganar la medalla de bronce en Albertville, Francia. (EFE/Foto: Kote)
Blanca Fernández Ochoa, rodeada de periodistas, a su llegada al aeropuerto de Barajas tras ganar la medalla de bronce en Albertville, Francia. (EFE/Foto: Kote)

Blanca Fernández Ochoa sentía especial predilección por su hermano Paquito. La admiración hacia él era infinita y, tras ganar este el oro olímpico, se convirtió en una fuente de inspiración para la gran esquiadora. Por ello, el batacazo de la deportista en Calgary, en 1988, cuando se le escapó de las manos una medalla que parecía asegurada, supuso para ella una decepción horrible. Sentir que de algún modo había defraudado a su hermano y que se había fallado a sí misma y a los demás, la superó.

Olga Viza, que vivió muy de cerca aquel episodio, tiene grabado el momento en la memoria. “Me tocó vivir extraordinariamente de cerca el golpe de Calgary cuatro años antes de que lograra la medalla de bronce en Alberville porque una de mis misiones en Canadá en el 88 fue pegarme a Blanca desde que llegara a los Juegos de Calgary y se bajara del avión hasta que se fuera, supuestamente con medalla. Viví muy de cerca aquel episodio, aquel mazazo tremendo para ella. Blanca se quería retirar después de Calgary. Un grupo de periodistas españoles la estábamos esperando al final de la pista cuando ella, teóricamente, iba a ganar una medalla. Tras perderla, se puso a hablar con nosotros y en un momento se apoyó en mi hombro y se puso a llorar. Blanca y yo lo hablamos después muchísimo. Yo sabía que si por ella hubiera sido, no habría seguido”.

Afortunadamente, no tiró la toalla y en Albertville logró esa medalla de bronce que supuso un antes y un después para los deportes de invierno; pero, sobre todo, para el deporte femenino español.

Su hermana Lola nos relata con detalle cómo vivieron aquel día. Ella, sus hermanos y varios amigos no dudaron en viajar a Francia para apoyarla: “Nosotros queríamos ir a verla aquel día, pero su entrenador nos dijo que no porque la podíamos despistar. Nos juntamos todos los hermanos y decidimos que iríamos igualmente porque teníamos que estar para animarla tanto si Blanca se caía como si ganaba algo. Hicimos una pancarta gigante en la que ponía “Torera” y organizamos el viaje a Francia. Nos fuimos todos los hermanos y cuatro amigos de Cercedilla. El viaje fue sublime y de todos los que he hecho en mi vida, fue el más especial y auténtico. Llevábamos pancartas, banderas de España, parábamos en todas las gasolineras de Francia, cantábamos el ‘Viva España’ de Manolo Escobar… Blanca no sabía nada y el día de la carrera, muy temprano, subimos a pistas y nos pusimos debajo del cronómetro. Nos vio en el intermedio y no se lo podía creer. Le dio mucha alegría vernos allí”.

placeholder Familiares y amigos de Blanca Fernández Ochoa en Albertville, en 1992. (Cortesía)
Familiares y amigos de Blanca Fernández Ochoa en Albertville, en 1992. (Cortesía)

Lola recuerda los nervios vividos durante la competición y la apoteosis final, cuando Blanca logró la medalla. “El momento de la segunda manga fue uno de los más angustiosos de mi vida porque Blanca iba segunda y cuando bajó quedó tercera y faltaba aún por bajar la americana, la que iba primera. Cuando esta bajó, yo solo pensaba: 'Que se caiga (risas). Cuarta Blanca, no, por favor'. La americana llegó a meta y quedó cuarta por lo que Blanca se colocó tercera. Ahí fue la alegría absoluta. Me supo más que la medalla de Paco. Fue sublime. Pasado el tiempo, Blanca me dijo que aquel día le dimos alas”.

César Pérez de Tudela también recuerda esa alegría inmensa por la victoria: “Recuerdo el día que ganó aquella medalla con gran júbilo. Creo que era la única persona que podía ganarla. Lo viví con emoción y con ilusión. Blanca fue un ejemplo de buena voluntad, de fortaleza, de ilusión”.

Por su parte, su sobrina Paula no puede disimular el orgullo que siente cuando recuerda los logros de su tía y de su padre: “La medalla de Blanca nos supo a oro a todos por lo muchísimo que luchó para conseguirla y porque fue la primera medalla olímpica de una mujer para España. ¡Un hito histórico! Tuvo a mi padre Paco como un referente, ¡como un héroe! Y siguió su estela con absoluta admiración. Lograron algo único y sentimos un inmenso orgullo”.

A esa emoción se suma Olga Viza, quien tras ser testigo directo del triste momento vivido en Calgary, supo que esta vez la medalla no se le escaparía a una campeona como Blanca Fernández Ochoa: “Una vez en Alberville, yo sabía que ella ya había trabajado la presión y yo estaba muy confiada. Cuando la vi bajar, estuve convencida de que esta vez la medalla no se le escapaba. Todo eso lo viví narrándolo desde el plató. Luego pudimos hablar con ella y vimos la ceremonia. Fue la sensación de que el deporte había hecho justicia con ella. Lo vivimos con enorme alegría. Yo sabía que ese día salía con una medalla”.

placeholder Blanca Fernández Ochoa en una imagen de 1992. (Cordon Press)
Blanca Fernández Ochoa en una imagen de 1992. (Cordon Press)

Blanca Fernández Ochoa hizo historia porque superó todas las barreras. Su espíritu de superación fue admirable. “Como deportista, la vi entrenar muchas veces, incluso una vez la seguí durante todo un día en los Alpes suizos. Vi todo su trabajo. Se levantaba a las 4 de la mañana y aprovechaba la primera luz para empezar a entrenar. Al final de la jornada, a las 6 de la tarde, ya sentadas con una infusión, recuerdo que me preguntó: '¿Qué te parece el deporte de élite?'. Yo le contesté que me parecía admirable lo que hacía. Era una mujer de una voluntad extraordinaria y más generosa con los demás que consigo misma. Ella y yo siempre tuvimos una relación muy sincera. Me contó muchas cosas sobre ella que me ayudaron a entenderla”, confiesa Olga Viza.

Ese mismo tesón y esa misma fortaleza estuvieron presentes en su vida, en su día a día, en su parcela más personal e íntima. Con valentía luchó contra la depresión hasta que las fuerzas le fallaron. Pero para el recuerdo dejó en la memoria de todos, la imagen imborrable de una mujer buena, humilde y trabajadora que nos llevó de su mano a la cima del éxito deportivo gracias a la constancia y al coraje.

Su sobrina Paula la describe con estas palabras que desbordan amor: “Blanca era todo corazón y eso se reflejó tanto en el deporte como en su vida más personal. Vivía con mucha intensidad, siempre queriendo superarse, siempre queriendo hacer felices a los demás. Era bondad y fuerza. La recordaremos siempre con su eterna sonrisa, Blanca Nieves”.

La historia deportiva de Blanca Fernández Ochoa es una historia de superación, de tenacidad y de lucha; de mejorar, durante años, en cada descenso sobre los esquíes, de asumir cada derrota para lograr alcanzar el triunfo; de hacerlo, además, con el peso a su espalda de la medalla de oro conseguida por su adorado hermano, Paquito Fernández Ochoa.

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