Las mujeres que habitan en Carmen Calvo

36 horas con Carmen Calvo
Texto. Patricia Izquierdo
Foto. Daniel González
Diseño. EC Diseño

"El feminismo es también una forma de vivir

Son las 10 de la mañana de un frío jueves de febrero. Un día normal si no fuera porque hace apenas unas horas, de madrugada, estalló la guerra de Ucrania y una de las crisis más grandes en el seno del PP. Carmen Calvo nos recibe igual en su despacho saltando de un tema a otro. Se sienta sobre la mesa y, aunque aún queda un atisbo de la implacable mano derecha de Pedro Sánchez desde su escaño en el Congreso, ante nosotros se muestra una mujer cálida, enérgica y cercana.

Es altamente ordenada. Ningún día se levanta más tarde de las 7, “a las 7:05 podría hasta dar una conferencia”, y cumple escrupulosamente con su “yoga de tu autarquía” matutino: se hace la cama, desayuna magdalenas (una de sus grandes adicciones) con un café sin azúcar y friega los platos (aunque confiesa tener ayuda en casa). “Hay cosas que tiene que hacerse una misma”, confiesa.

Imagen de Carmen Calvo bajando unas escaleras

Reunirse con una mujer como Carmen Calvo no parece en primera instancia asunto sencillo. Pasar con ella más de 24 horas seguidas de interminable e intensa agenda laboral, menos aún. Nada más lejos de la realidad. A pesar de su cargo y su bagaje (ha sido vicepresidenta tres veces, dos del Gobierno y una del Congreso, diputada, consejera, es doctora en Derecho Constitucional y ahora preside la Comisión de Igualdad y tiene el encargo del presidente del Gobierno de impulsar los trabajos parlamentarios para la investigación de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia), cuando llamamos a la política para pasar con Vanitatis casi dos días, su respuesta es tan inmediata como segura: “Sí, nos vemos la semana que viene”.

Apenas unos días más tarde, nos reunimos con ella en su despacho. Nos recibe en uno de los edificios de la ampliación del Congreso, justo frente al palacio. Allí se mudó tras dejar su cargo como vicepresidenta primera del Gobierno hace unos meses. Es un lugar frío, con muebles que no reflejan la personalidad alegre, despierta y enérgica con la que nos ha recibido apenas unos minutos antes en el pasillo enmoquetado que conduce a su reducto de paz en este lugar donde tantas batallas ha librado.

Imagen de Carmen Calvo dando un abrazo
"El feminismo es una palanca de futuro. Yo no podría dejar de ser esto el resto de mi vida y si hay siete vidas siguientes, lo sería también"

“Aún no hay nada mío aquí. Bueno, salvo esa foto con mi hija por la que todo el mundo me pregunta”, bromea. En ella salen las dos abrazadas, sonrientes y relajadas. Ella, que siempre ha huido de presumir de ser ‘hija de’ a pesar del orgullo que siente por su madre, es fruto de su primer matrimonio con el historiador José Luis Casas. Ambos, aunque separados desde hace décadas, comparten lo mejor de sus vidas: a sus dos nietos, de los que presume cada vez que tiene ocasión y, por supuesto, a su única hija, con quien habla a diario.

Entre lo que hemos aprendido de ella: que nunca se ha tomado una pastilla para dormir, que las gallinas son parte fundamental de su vida, que repetir tres veces ‘calma’ es el mantra que la saca siempre del atolladero, que ser anónima es algo que echa más de menos de lo que puede llegar a asumir y que la llamada de Pedro Sánchez para ser vicepresidenta tras la moción de censura no le supuso tanta felicidad como creíamos. Bueno, y que los viernes de merienda especial con sus nietos son su momento favorito de la semana (aunque no haya magdalenas).

En la Carmen Calvo que durante tantos años hemos visto batallar desde el escaño de diputada que aún ocupa, habitan muchas mujeres fuertes, decididas y de ‘mente fría’: madre, hermana, política, feminista, hija, amiga, amante… ¿Nuestro objetivo? Intentar reflejarlas todas a través de esta intensa agenda en la que la hemos acompañado y cuyo hilo conductor es, sin duda, el feminismo que vertebra su vida tanto dentro como fuera de la política.

Imagen de Carmen Calvo mostrando su teléfono móvil

El feminismo es una palanca de futuro

Única niña en casa (solo tuvo hermanos varones) y estudiante del colegio de monjas escolapias de su pueblo, Cabra, en Córdoba, Carmen presume de haber tenido siempre las ideas muy claras. “Una noche incluso dormí con los zapatos puestos. Tendría 5 o 6 años y no hubo manera ni de meterme en la bañera porque no me los quería quitar”, recuerda risueña. “Siempre me han encantado los zapatos”. No es lo único.

Desde jovencita supo que en su mano estaba el abrirse su propio camino. Vivió con su novio en Sevilla antes de casarse (“algo inimaginable con Franco”, recuerda) y rápidamente se erigió como toda una experta en la historia de la mujer en el mundo y en Europa.

Tanto en las aulas donde ha dado clase como en los diferentes cargos públicos que ha ostentado, siempre ha defendido estas ideas que por las que hoy lucha incansablemente desde la Comisión de Igualdad que preside en el Congreso. “Las mujeres estamos en los espacios de decisión y eso es lo que está cambiando la sociedad. Ya no hay vuelta atrás. El feminismo es una palanca de futuro. Es una manera de vivir. Yo no podría dejar de ser esto el resto de mi vida y si hay siete vidas siguientes, lo sería también”, asegura.

Carmen es la primera tras la pancarta en las manifestaciones del 8-M ante las cámaras, pero también en los actos de pequeñas agrupaciones, asociaciones y localidades que han encontrado en ella el mejor altavoz para hacerse oír. Mujeres gitanas, víctimas de violencia de género, profesionales de sectores en los que los hombres aún luchan por no perder su hegemonía… Calvo lucha con una sociedad en la que la igualdad sea “una verdad incuestionable”.

“Estos valores los heredé de mi madre, que era una mujer dulce pero muy moderna para su tiempo, y se los he transmitido a mi hija y también a mis nietos”.

Imagen de Carmen Calvo posando

Despacho en la segunda planta del edificio anexo al Congreso

Cuando nos abre la puerta de su despacho, nos sorprende lo que vemos dentro. Ni rastro del color de sus looks y su personalidad. Algo más de 6 m2 de fría impersonalidad. Una mesa en la que impera el minimalismo, una pequeña mesa para reuniones, un sofá y una estantería llena de cosas que no son suyas. Solo encontramos un efecto personal en toda la sala: una foto con su hija. “Me encanta la decoración, pero aún no me ha dado tiempo. Solo he cambiado los muebles de sitio, fue lo primero y único que mandé hacer. Necesito mirar por la ventana y más por esta que es como un cuadro de Antonio López”.

A pesar de la frialdad del despacho, Carmen es una mujer “cercana, enérgica e incombustible”. No lo decimos solo nosotros. A todos los que hemos preguntado de su entorno coinciden. Como muestra, un botón: nada más entrar en el despacho se sienta sobre la mesa. Tiene hueco de sobra, sobre ella reina, como decíamos, un minimalismo extremo: apenas unos papeles ordenados en tres montones perfectamente ordenados, un bote de bolis, un flexo dorado y un teléfono de centralita; en la estantería, objetos impersonales que heredó de su antiguo ‘propietario’. Casi no pasa tiempo en el despacho. Su vida va de aquí para allá.

"Las magdalenas son sagradas para mí. No concibo la vida sin desayunarlas con un café, eso sí, sin azúcar"

“No te puedes imaginar la cantidad de actos que llevo en el cuerpo. Me he pateado desde septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero y febrero media España. Y lo que me queda. Termino en Rota el día 11”. Ni C. Tangana. “Soy de las que piensa que la política requiere una parte artesanal”.

Desde que cambió su puesto como mano derecha de Pedro Sánchez por el de presidenta de la Comisión de Igualdad viste cómoda pero elegante: americana de cuadros, jersey de cuello vuelto negro, pantalones a juego y deportivas de estilo calcetín. Viene caminando todos los días desde su casa, eso sí, siempre después de cumplir con su ritual mañanero.

“Soy una mujer muy ordenada y valoro mucho que determinadas cosas de tu día a día las hagas tú misma. Me pareció una noticia preciosa cuando leí que Mandela toda su vida se hizo su cama”, asegura con determinación mientras claramente tiene la cabeza en otro sitio. Está preocupada: un buen amigo que trata de huir de la guerra de Ucrania lleva varias horas sin contestar a los mensajes. En ese momento vibra su teléfono. Le cambia la cara y continúa. Lo hace hablando de una de sus grandes pasiones siguiendo con el tema anterior.

Imagen de Carmen Calvo apoyada en una ventana

Está a mil cosas a la vez y nunca pierde el hilo. “Tengo un problema con las magdalenas (risas). Amigos míos me traen de todas las partes de España. Yo desayuno pase lo que pase magdalenas, incluso en los momentos en los que he estado a dieta, a mi dietista, que es maravillosa, le digo: ‘María, yo no como en todo el día, pero las magdalenas de por la mañana no me las quites porque si no, no quiero vivir’. Las magdalenas son sagradas para mí. No concibo la vida sin desayunarlas con un café, eso sí, sin azúcar. En eso soy muy contradictoria”. Las gallinas que entran por las que salen, que diría José Mota. “Así es”, bromea.

Lo que trae a colación su otra gran obsesión: las gallinas. Como leen. “Mi cocina de Cabra está llena de gallinas. Llevo toda mi vida coleccionándolas. Tengo gallinas de África, de Australia, de América… Me gustan muchísimo. De hecho, de pequeña tenía una gallinita inglesa que se murió de una manera muy curiosa. Uno de mis hermanos, sin querer, la cogió con una puerta y fue uno de los dramas de mi vida. Siempre le digo: ‘Tú ten en cuenta que desde que mataste a mi gallina, me debes una” (risas).

Uno de sus planes para cuando se retire de la política pasa por tener un corral lleno de ellas en Cabra. “Mi hija siempre me lo dice”, afirma, aunque pone énfasis en que aún queda mucho para ello. “Una presidenta de Gobierno en España debe ser feminista”, dirá en uno de los actos de la tarde apenas unas horas después. ¿Lo será algún día?

Por lo pronto, apoyos no le faltan. La acompañamos dando un paseo hasta el edificio de enfrente. Por el camino, un señor se le acerca y grita: “¡Carmen, viva España!”. Ella se para y se lo agradece con una sonrisa. No la pierde en ningún momento del día. Ahora tiene una votación a puerta cerrada y una ponencia de la ley del ‘solo sí es sí’. Termina tarde, cerca de la hora de comer. Como siempre, vuelve caminando de vuelta a casa, descansa un rato y después a seguir con la agenda.

Carmen en política

¿Echas de menos el anonimato?

Lo echo de menos. Soy una mujer discreta a la que le gusta la privacidad.

Te hemos oído decir que el PSOE es una familia, ¿quiénes son tus imprescindibles?

En la política tener amigos es muy difícil, pero yo tengo la suerte de tener compañeros a los que quiero mucho. Antonio Hurtado, diputado también por Córdoba, que es gay pero siempre hemos jugado a ser novios (risas). Muy divertido. Nos queremos mucho y es mi amigo de verdad. Luego Adriana Lastra y María Jesús Montero cenan de vez en cuando en mi casa y cocino yo, ahora que no esperen cosas modernas. Domino lo clásico. También tengo muy buena relación con Meritxell Batet, que también ha venido muchas veces a mi casa. Lo que sí me gusta es poner la mesa muy bonita. Me encantan los floreritos, las vajillas, la porcelana… ¡Tengo un cacharreo...!

Y de amigos a enemigos, ¿cómo llevas las traiciones en política?

No me he tomado la molestia de vengarme nunca. Cuando ha llegado el momento de la venganza, que tengo que decir que la vida me ha tratado muy bien y sobre las personas que a veces me han hecho daño innecesario, he podido resarcirme, he abandonado el terreno de la revancha. No merece la pena.

¿Qué pensaste cuando Pedro Sánchez te llamó para ser vicepresidenta?

Me llamó la primera. Fue terrible. El que no tiene experiencia previa se pone contento. Pero yo, que sabía lo se me venía en todo lo alto, pensé: “Me ha tocado y ya está”. Me he sentido honradísima, es mi país y ha merecido la pena.

¿Cómo te imaginas que será la primera presidenta?

Ante todo, feminista.

Imagen de Carmen Calvo en un despacho

Madrina durante la II edición de CIMA Mujeres en el Museo del Traje

Tras pasar la mañana entre comisiones y votaciones en el Congreso, Carmen llega con fuerzas y look renovados a su primer acto de la tarde. Ha dejado de lado su outfit cómodo de por la mañana para sustituirlo por un conjunto de falda de seda ‘animal print’ y jersey de punto en tonos verde hoja seca. Sobre los hombros, un abrigo de lana estupenda verde botella, botines de tacón y maquillaje y peinado en perfecto estado de revista. “No tengo estilista, ni peluquero ni nada de eso. Todo me lo hago yo, hasta los rulos”, presume nada más bajarse del coche.

Llega dando besos y abrazos a todo el mundo. No hay duda de que se siente en familia. Carmen ayudó a levantar CIMA durante su etapa como ministra de Cultura con Zapatero. “Para nosotras, Carmen es fundamental. Ella siempre ha estado pendiente de que nos recibiera quien hiciera falta y por eso es la madrina. Es una mujer feminista, comprometida con todas las mujeres, solidaria, que lucha por la justicia y el trato con ella es fantástico. Puedo decir con orgullo que para mí es incluso una amiga. Siempre siempre está. Sin su apoyo y su ayuda, esto no habría sido posible”, asegura Cristina Andreu, presidenta de esta asociación de mujeres, entre cuyas fundadoras encontramos nombres tan relevantes como Isabel Coixet, Icíar Bollaín y María Ripoll, entre otras muchas.

"Adriana Lastra y María Jesús Montero cenan de vez en cuando en mi casa y cocino yo, ahora, que no esperen cosas modernas"

El acto cuenta con una ponencia de Carmen al principio del evento. Habla sin papeles ni atisbo de duda sobre el protagonismo de la mujer en el cine y en la sociedad, sobre que “ya no hay vuelta atrás” y sobre la importancia de los pasos dados. Su público aplaude, ella se entrega y sonríe orgullosa de lo que esas mujeres han levantado. Muchas veces ha presumido públicamente de ser “feminista antes que socialista” y durante este acto despliega todo su potencial. Su discurso es imbatible.

A la salida, comenta lo orgullosa que está de ellas; también del legado de su familia y de cómo ha llegado a ser quien es. Nos enseña la mano y nos explica lo especial que es la única joya que lleva: un anillo camafeo que siempre llevaba su abuela. “Lo heredé cuando falleció mi tía, son mis abuelos”, señala. “Es la joya más especial que tengo en casa”.

Imagen de Carmen Calvo enseñando un anillo

Carmen y la moda

Te llegaron a apodar ‘la vicepresidenta Inditex’. ¿Zara es la tienda donde más compras?

Antes me gastaba mucho dinero y compraba mucho en grandes firmas, pero luego me di cuenta de que no compensaba, entre otras cosas porque yo me gasto muchísimo dinero en libros. En esta fase de mi vida me interesas unas cuantas prendas buenas y mezclar. Son diferentes momentos de la vida. Con la de cosas monas que hay en Zara...

Nos han hablado de tu debilidad por los zapatos…

Los zapatos me gustan mucho. Prefiero no decir cuántos pares tengo porque puedo tener problemas hasta con el psiquiatra (bromea). Desde pequeña, es una cosa loca. Y no solo compro para mí, también para mis nietos y para mi sobrina nieta -la Carmen Calvo chica-. Los ‘pepitos’ los tienen de todos los colores.

¿Cuál es el look del que más te arrepientes? ¿Y el que te pondrías sin parar?

Mira el que me volvería a poner es aquel vestido de seda de colores que me puse de Agatha Ruiz de la Prada durante la ceremonia de los Goya del año 2006. La gente pensó que si me había vuelto loca, pero en cuanto pueda me lo vuelvo a poner que todavía me vale.

Presentación del libro ‘Nadie nace en un cuerpo equivocado’ en el Ateneo

La agenda continúa y aunque sabe que hoy le costará llegar a todo por lo apretado del planning, lo cumple a rajatabla, llegando puntual y sin equipo que la acompañe. En el coche me habla de la importancia de apoyar la presentación de este libro cuyo título “dice tanto”. “Nadie nace en un cuerpo equivocado”, lee mientras sostiene el volumen en el coche. “Este es un libro que cierra un debate muy complicado que hay ahora mismo. Es muy significativo y merece la pena el esfuerzo”.

Una vez más, besos y abrazos a su llegada. Sube la escalera a la carrera subida a los tacones de vértigo con los que afrontará toda la tarde y saluda a gente ya sentada en el patio de butacas. Sus escoltas, la esperan en la puerta. “Tan solo estará aquí unos minutos. Ha venido a saludar”. Lo hace, largo y tendido. No se deja a nadie, no se deja nada. Cumple y se marcha. Tiene otro compromiso ineludible en la otra punta de la ciudad.

Imagen de Carmen Calvo aplaudiendo
Imagen de Carmen Calvo hablando en público

Sus aficiones secretas

Carmen se confiesa nada más subirnos de nuevo en el coche como una auténtica apasionada del cine. “No se puede vivir en la ansiedad de la actividad. Los sábados muchas veces les digo a mis amigos que no voy a hacer nada y termino llamándoles para comer o ir al cine. Pero todo de manera improvisada”, cuenta. “La última película que he visto, ‘Belfast’. Maravillosa y este fin de semana iré a ver ‘Muerte en el Nilo’. El detective Poirot es uno de mis personajes favoritos. Cuando no sé qué ver, vuelvo a ver su serie”.

Una costumbre que arrastra desde hace décadas. “Cambié la misa por el cine y voy casi todas las semanas. Me encanta lo de la pantalla, la oscuridad, un montón de gente haciendo lo mismo que tú, todo pacífico.. Suelo ir a los de la calle Fuencarral: al Proyecciones, al Paz… Y también voy algunos lunes a las 18 de la tarde a ver documentales de arte y me encanta. Allí somos como mucho 4 personas. Y de ahí me voy a la SER, que están todos como torbellinos (allí comparte mesa de debate con el exministro José Manuel García-Margallo y el exvicepresidente Pablo Iglesias) y yo en paz después de ver dos horas de documental sobre Leonardo” (risas).

No es su única afición secreta. “También me gusta mucho coser y no se me da mal. Ahora me estoy haciendo una bata de casa. Toda mi ropa me la arreglo yo: de coger un bajo a estrechar una americana. Tengo varias máquinas de coser: una antigua preciosa que la tengo al lado de la chimenea de mi casa que es una pasada (tiene más de 100 años) y luego tengo una eléctrica maravillosa que fue el último regalo que me hizo mi madre antes de morirse. El único regalo de Navidad que hizo mi madre ese año”.

Imagen de Carmen Calvo en un pasillo

Día del Militante en la Agrupación del PSOE de la localidad de Barajas

Si durante el día el baño de multitudes ha sido constante, nada comparado con lo que nos encontramos al bajar del coche en la puerta de la agrupación socialista de la localidad madrileña de Barajas. Un acto humilde, sencillo y familiar al que Carmen asiste por petición de una de las mujeres más prometedoras del PSOE-M, Mercedes González, delegada del Gobierno en Madrid y secretaria general del PSOE Madrid Ciudad.

“Es un acto muy sencillo pero muy entrañable. Y muy importante. Se le va a entregar un premio a los responsables de esta agrupación, entre los que se encuentra Mercedes, por eso ella quería que la acompañara”, nos explica antes de llegar. En el modesto salón del que disponen, están reunidas algo más de 30 personas. Entre ellas, muchos familiares y amigos de los que hoy recibirán un premio por su trayectoria o por su calidad de nuevos militantes. No hay duda de que Carmen está en su salsa, más aún tras ser piropeada por una de sus pupilas en el partido.

“Carmen marcará mi vida. Creo que es un ejemplo impresionante. Yo la defino siempre con dos características: tiene el socialismo en el corazón y el Estado en la cabeza. No hay duda de que gran parte de los avances de este Gobierno en materia social han sido gracias a una mujer feminista, socialista, que ha luchado denodadamente por que las mujeres socialistas no perdiéramos nuestra posición feminista y nuestra identidad. El Gobierno le debe mucho, pero las feministas le deben mucho más”, señala Mercedes durante su discurso. Unas palabras que emocionaron visiblemente a Calvo, que la escuchaba desde la primera fila de las sillas dispuestas en el salón.

Entrega los premios, unas tazas con el logo histórico del partido con el puño y la rosa -”creo que hacer de azafata era de lo poco que me quedaba por hacer en este partido”, bromea-, y la cola para hacerse una foto con ella es interminable. Intercambio de alabanzas, preguntas sobre el Gobierno y anécdotas de tiempos pasados alimentan el alma de la exvicepresidenta, que en algún momento recuerda que hay temas “de los que no puede hablar”. Es una mujer de partido y se nota.

Habla de feminismo, como en el acto con CIMA y en el que tendrá al día siguiente en Ciudad Real y las caras se iluminan entre su audiencia. “El trabajo más importante que tiene la democracia ahora mismo es la igualdad entre hombres y mujeres. Tarda nada ya en llegar que las mujeres decidamos el destino político de este país, pero no porque accedamos a los cargos sino porque seamos conscientes de la potencia electoral que tenemos, y esto es lo que hace este partido cuando, además de llamarse socialista, se llama feminista”.

Aplausos, más fotos y cierre de este día en el que lo más posible es que termine cenando algo rápido y viendo algún capítulo de su preferido, el famoso detective creado por Agatha Christie. Al día siguiente, toca viaje.

"Cambié la misa por el cine y voy casi todas las semanas"
Imagen de Carmen Calvo dando un abrazo

Una abuela orgullosa

“Soy una abuela sin fronteras”, presume orgullosa. Carmen es abuela de dos niños y, aunque todavía son pequeños, mantiene con ellos “unas conversaciones interesantísimas”. “Me tienen como una coleguilla, creo que ellos no me ven como una adulta. Y eso me hace tan feliz… El otro día me preguntaron que si me llamaba Abu de nombre porque de abuela no podía ser”, relata divertida.

“Los viernes me llevo a mis nietos a merendar a una conocida pastelería y nos ponemos de cruasanes hasta arriba. Antes, los baño y los peino, y luego cuando los arreglo, les pongo colonia. ‘Mamá, la imagen que se me va a quedar toda la vida es tú corriendo detrás de los niños con el bote’, me dice siempre mi hija. Estoy loca loca con mis niños”.

Estación de Atocha

Carmen Calvo llega de nuevo en perfecto estado de revista a la estación de Atocha. Lo hace tan solo acompañada por una de sus escoltas y vestida con un traje de chaqueta color arena que le sienta como un guante. Recordamos su agilidad con la máquina de coser. Lleva de nuevo la sortija con el camafeo y un nuevo complemento que llama poderosamente nuestra atención: el bolso de Louis Vuitton que, durante una comisión, los periodistas pensaron que pertenecía a Irene Montero.

Le preguntamos y se ríe al recordar el momento: “Claro, este es. Es el que uso cuando tengo que ir de viaje porque llevo muchas cosas. Fue mucho más increíble lo que yo me reí. Cuando salgo, me encuentro a los periodistas preguntando y les contesté tres cosas (a mí me gusta mucho la ironía): uno, el bolso es mío; dos, es un auténtico Vuitton, y tres, no os voy a contar quién me lo regaló porque esa sería la auténtica noticia”, rememora entre risas.

Durante el viaje en tren, Carmen nos habla de lo que le gusta organizar meriendas en casa con jamón, champán y tisanas, y de lo que odia picar entre horas. También de su buena relación profesional con Cuca Gamarra -se recuerda a sí misma que tiene que llamarla- y con Soraya Sáenz de Santamaría, para quien tan solo tiene buenas palabras. El viaje dura algo más de una hora, pero se pasa volando.

‘Conversaciones con Carmen Calvo’ en el NH de Ciudad Real
Imagen de Carmen Calvo saliendo por una puerta
Imagen de Carmen Calvo mirando por la ventana dentro de un coche
"Los viernes me llevo a mis nietos a merendar a una conocida pastelería y nos ponemos de cruasanes hasta arriba"

Tras una breve parada en el ayuntamiento de la ciudad, donde mantiene una conversación privada de varios minutos con la alcaldesa, de Ciudadanos, y firmar en el libro de honor del consistorio, ponemos rumbo al hotel donde celebrará la charla que nos ha traído hasta esta ciudad. Un coloquio enmarcado en el programa de cultura para festejar el 8 de marzo ante más de 100 personas, en el que de nuevo se luce hablando de su temática estrella. Habla también de “la guerra de Putin” y de “otras realidades complejas”. El título de la conferencia es ‘La mujer en democracia’; su eje central, ‘la igualdad radical de los seres humanos en este mundo’.

Carmen siempre fue una niña rebelde y adelantada a su tiempo. Se casó a los 19 años, pero vivió con su novio antes de hacerlo. Algo completamente revolucionario en lo que sus padres siempre la apoyaron. Fue madre, se separó y se volvió a casar por segunda vez (ninguna de ellas vestida de blanco); exigió un cambio desde sus cargos políticos, también desde su plaza como profesora titular de la Universidad de Córdoba, a donde volvió cuando no estuvo de acuerdo con los mandados de su partido. Desde ahí, construye un discurso que rápidamente emociona a muchas mujeres que la escuchan y aguardan el momento de acercarse al final.

Tras una ronda de preguntas (“nunca acepto algo así si no incluye preguntas al final”, nos comenta) vuelven las fotos, los abrazos, los detalles con ella y hasta el capear a algún ‘infiltrado’ poco de acuerdo con sus ideas.

"Al mundo le falta un poco de silencio, creo que huir de la soledad no es una buena cosa"

Otro baño de multitudes que sin duda no será el último de la semana. En el almuerzo posterior, ya tan solo rodeada de un grupo reducido de mujeres, habla sin tapujos de su vida personal: de que es mejor estar sola que mal acompañada y que, para ella, la soledad es fundamental para conocerse a uno mismo.

“Al mundo le falta un poco de silencio, creo que huir de la soledad no es una buena cosa. Creo que hay una parte de la soledad imprescindible para estar equilibrado y creo que hay un exceso de exhibicionismo que no conduce a ningún sitio porque cuando se apaga el foco, te tienes que quedar contigo. Tu imagen no eres tú. Tú eres otra cosa”.

Gallinas, magdalenas, sus nietos, su Carmen Calvo chica, su pasión por la igualdad de la mujer… Por último, le preguntamos qué le escama. Qué es eso que le hace perder los nervios. “La gente que no es ella. Cuando estoy delante de alguien que está activando un personaje, me molesta enormemente. A esas personas, las que detecto muy rápido… Creo que lo más difícil e importante en la vida es conocerse a uno mismo, saber quién eres tú, ir un poquito sin trampa ni cartón por la vida es muy digno. Yo soy tal cual se me ve, para bien o para mal”.

Imagen de Carmen Calvo sentada en un coche mirando su teléfono móvil