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Inés Martín Rodrigo: "Ya es hora de que las mujeres pasen a ocupar el centro"
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Inés Martín Rodrigo: "Ya es hora de que las mujeres pasen a ocupar el centro"

La periodista, ganadora del Premio Nadal por 'Las formas del querer', se suma al 'boom' de nuevas voces femeninas que está sacudiendo el panorama literario en castellano

Foto: La periodista y escritora Inés Martín Rodrigo. (Lucía Faraig/Cedida)
La periodista y escritora Inés Martín Rodrigo. (Lucía Faraig/Cedida)

Desde que, el pasado 6 de enero, Ediciones Destino anunció su nuevo premio Nadal, la vida de la periodista cultural Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) ha dado un vuelco. Autora de una biografía novelada, de una antología de entrevistas y de varios cuentos, ha sido 'Las formas del querer', un libro escrito con la tinta de las tripas y la memoria, el que ha logrado que se vea a sí misma como una escritora con todas las letras. El éxito de su novela se suma al de otras autoras que están 'revolucionando' el panorama literario en castellano de un tiempo a esta parte. Por eso, y porque en su novela las mujeres y el feminismo son protagónicos, hablamos con ella para este especial por el Día de la Mujer.

¿Hay un boom de la literatura escrita por mujeres? ¿Cree que los lectores y las editoriales de repente prestan más atención a las voces femeninas y jóvenes de la literatura? Estoy pensando en Inés Martín Rodrigo, pero también en Sara Mesa, en Irene Vallejo, Luna Miguel, Fernanda Melchor o Mariana Enríquez al otro lado del charco... ¿O es una cuestión de marketing puro y duro?

En mi caso, es cierto que el Premio Nadal ha sido un altavoz poderosísimo. La novela está siendo muy bien recibida y está llegando a los lectores, que al final es lo más importante. Pero volviendo a tu pregunta, Isabel Allende siempre recuerda que ella nunca fue considerada miembro del llamado 'boom latinoamericano'. Ese fenómeno literario estaba ocupado por muchos señores que escribían muy bien. Había señoras que escribían tan bien como ellos o incluso mejor, pero no tuvieron la oportunidad de demostrarlo. Es cierto que en los últimos años hay una mayor proyección para las autoras jóvenes en nuestro país, pero es que durante décadas la historia literaria nos la han contado los hombres, en todos los sentidos. Yo creo que al final las cosas tenderán a equilibrarse.

placeholder Irene Vallejo, autora de 'El infinito en un junco'. (EFE)
Irene Vallejo, autora de 'El infinito en un junco'. (EFE)

En este punto, Inés agrade a sus antecesoras el haberle abierto camino. "Las mujeres hemos peleado para llegar hasta aquí. Y si Irene Vallejo, si Sara Mesa, si Edurne Portela y tantísimas otras autoras, como yo misma, estamos hoy aquí es gracias a todas esas grandísimas autoras que estuvieron antes que nosotras como Laforet, Matute, Martín Gaite, Mercè Rodoreda y tantísimas otras. Acordémonos de las sin nombre también. Esas mujeres que formaron parte de la generación del 27 que tampoco salían en la foto, pero estaban ahí. La mayor parte de lectores en nuestro país son mujeres, y las mujeres compartimos una cierta sensibilidad, un universo muy propio. Entonces, qué quieres que te diga, ¡ya era hora!".

"Acordémonos de las sin nombre también. Esas mujeres que formaron parte de la generación del 27 que tampoco salían en la foto, pero estaban ahí"

Es un libro protagonizado por mujeres en que vemos cómo va evolucionando el propio movimiento feminista y cómo reflexionan a menudo sobre las desigualdades de su día a día y las dificultades a las que se enfrentan por su condición.

La novela en realidad es un friso bastante detallado de los últimos 80 años de la historia de nuestro país, a lo largo de esas ocho décadas se muestran los cambios que ha experimentado nuestra sociedad y también el feminismo, claro. La novela está protagonizada por un grupo de mujeres muy valientes, muy poderosas, que además se ayudan las unas a las otras. El peso tan significativo de esas mujeres probablemente haya sido algo intencionado por mi parte. Todas están ahí porque quería darles un protagonismo que no han tenido en la historia reciente de nuestro país. Hay un momento en el que la protagonista, Noray, dice que son personajes que han vivido en los márgenes de la sociedad, en los márgenes de la realidad. Pues ya es hora de que pasen a ocupar el centro.

Critica en la novela el lenguaje manoseado del feminismo, como la palabra matriarcado.

Sí, yo creo que hay palabras que de tanto usarlas mal, de tanto manosearlas, se han vaciado de significado. Cada vez que decimos la palabra patriarcado, realmente tenemos que ser conscientes de lo que estamos diciendo. Igual que cuando usamos la palabra matriarcado o feminismo, creo que debemos ser conscientes de las realidades que hay detrás. A mí no me gustan las etiquetas porque solo sirven para encasillar cosas y como herramientas discriminatorias. Yo no concibo que una mujer no sea feminista, o un hombre. Es algo de sentido común, una cuestión de derechos humanos, pero la etiqueta siempre tiende al reduccionismo.

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Usted nació ya en los años 80, tras generaciones y generaciones de españoles educados en el machismo.

En mi generación ya se nota un cambio significativo en ese sentido, pero no suficiente para obviar la historia que arrastramos y que cargamos sobre nuestras espaldas. Ese machismo está tan enraizado en nuestra sociedad que incluso hay mujeres a las que les cuesta mucho trabajo desprenderse de él. En las nacidas en los 90 sí se nota un salto muy importante, están muy concienciadas y son muy guerreras en el mejor sentido de la palabra. Es evidente que la España de los años 40 y 50 no es la España de los años 2000 en adelante.

placeholder Inés Martín Rodrigo, con el Premio Nadal. (EFE)
Inés Martín Rodrigo, con el Premio Nadal. (EFE)

Los protagonistas de aquella España son hoy personas mayores, muchas veces invisibilizadas por la sociedad y también por la literatura. Más allá del feminismo, Martín Rodrigo ha elegido con su novela darles voz, rendirles homenaje. "Es que mis mayores son mis referentes. Yo he tenido la suerte de crecer rodeada de figuras de gente mayor que me han moldeado como la persona y la escritora que soy. Es un honor rescatar esas vidas que han vivido la guerra, la posguerra, la transición..., que se han tenido que adaptar a un mundo cada vez más moderno y más complejo. Ahora, al final de sus vidas, les toca vivir una pandemia. Considero que es un homenaje merecido y necesario que yo he querido hacer también a través de la oralidad. No son las batallitas del abuelo, es un legado que no debemos olvidar y al que no debemos renunciar".

Foto: Leticia Álvarez e Irene Savio, haciendo la cola para comprar comida en Ucrania.

En esa oralidad de la que habla Martín Rodrigo, "una fuente de historias muy poderosas, el germen de la literatura", sobreviven las palabras que una vez usamos, las expresiones como 'prenda', 'mestresiesta', huella de la memoria lingüística de un castellano cada vez más empobrecido por los mensajes breves de las redes sociales "o los anglicismos". "Es un ejercicio intencionado, es el vocabulario con el que yo crecí [Inés pasó su infancia en un pueblo de Cáceres]. Esas palabras me acunaron. Otra forma de querer es el amor hacia las palabras, me daba mucho miedo que esos términos desaparecieran cuando murieran las personas que siguen usándolos. Lo que quería con la novela era de alguna manera apresarlas, retenerlas".

"No encontraba ninguna novela que describiera lo que yo viví con la anorexia, así que me puse a hacerlo yo"

La parte más descarnada de esta novela cosida a base de recuerdos es la que más enfrenta a la autora con su pasado y con la anorexia que sufrió siendo más joven. Inés Martín Rodrigo hace a su protagonista, Noray, transitar por los mismos caminos que lo hizo ella hace veinte años.

Ha sido la parte "más dura" de escribir, según ha reconocido.

La novela no es biográfica, pero sí es verdad que la historia me pidió contar, desde la distancia que te permite la ficción, mi propia experiencia relacionada con la anorexia. Yo enfermé con 14 años, y ahora voy a cumplir 39. Al volver a esa experiencia a través de la literatura, me he dado cuenta de que era una puerta que no estaba tan cerrada como yo pensaba. Lógicamente yo estoy curada y ahora llevo una vida perfectamente normal y tengo una relación muy plena y muy satisfactoria con la comida. Probablemente sea de lo que más orgullosa me siento en mi vida. Yo soy una gran lectora y me sentía un poco huérfana de esa historia. No encontraba ninguna novela que describiera lo que yo viví, así que me puse a hacerlo yo.

Para "sobrevivir a la escritura" tuvo que hacer un ejercicio de contención en la narración. "Ha sido muy duro, pero estoy bastante orgullosa. Se me acerca mucha gente para darme las gracias por haber escrito esto, porque esa orfandad que yo sentía no era única, era compartida por más gente. Una lectora se me acercó para que le firmara la novela porque la había comprado para su madre, que con 68 años seguía enferma de anorexia".

De nuevo y casi sin darse cuenta hace un alegato feminista, para concluir: "Nos pensamos que esa enfermedad es algo que padecen únicamente las mujeres jóvenes, normalmente por una cuestión estética, ¡estamos tan confundidos! Noray entra en un infierno por una depresión que la lleva a perder el apetito, no tiene nada que ver con su aspecto, como pasa tantas veces".

Desde que, el pasado 6 de enero, Ediciones Destino anunció su nuevo premio Nadal, la vida de la periodista cultural Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) ha dado un vuelco. Autora de una biografía novelada, de una antología de entrevistas y de varios cuentos, ha sido 'Las formas del querer', un libro escrito con la tinta de las tripas y la memoria, el que ha logrado que se vea a sí misma como una escritora con todas las letras. El éxito de su novela se suma al de otras autoras que están 'revolucionando' el panorama literario en castellano de un tiempo a esta parte. Por eso, y porque en su novela las mujeres y el feminismo son protagónicos, hablamos con ella para este especial por el Día de la Mujer.

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