Isa Pantoja, la mujer que necesitamos

Hay gente a la que siempre presto atención cuando habla. No tanto por lo que dice sino por cómo lo dice. Con Isa Pantoja me paro por las dos cosas y casi siempre acabo llegando a la misma conclusión. Semejante reinserción jamás se ha visto. Está a una o dos declaraciones de ser nombrada hija del año e icono del feminismo. Al tiempo.

Escribo esto mientras la ministra Irene Montero responde a la diputada Macarena Olona en la sesión de control al Gobierno. Escribo esto con la resaca de la imagen de la ministra Nadia Calviño cumpliendo la promesa que hizo de que no volvería a posar en una imagen en la que sea la única mujer. Esas cosas que nos interesan a algunos mientras muchos más están como yo en el primer párrafo: pendientes de la anteriormente conocida como Chabelita, luego convertida en Isa P y ahora Isa Pantoja. Doña Isa Pantoja, añadiría.

La revista ‘Lecturas’ destaca en su portada y en letras muy rojas y muy mayúsculas: 'No piensa perdonarlo nunca’. Se refiere a su hermano Kiko Rivera, una persona con la que se me empieza a agotar la empatía, que es una estrella que pesa tanto. Un hombre con sufrimiento y privilegios a partes iguales y con los ojos tan pequeños como los de Richard Gere.

Isabel está harta de perdonar a todo el mundo y de ir por la vida pidiendo permiso. Como si el hecho de ser adoptada y tener otro fenotipo conllevara un trato diferente, como si la vida achispada que llevó de joven fuera algo extraordinario y atípico. Inolvidable aquella llamada que su madre hizo en 2018 a ‘Sálvame’, mientras ella participaba en un reality de Telecinco llamado ‘GH VIP’, en la que gritó como solo Pantoja sabe hacer: “Yo estoy más tranquila de saber que ella está ahí, porque está en un sitio donde sé que no le van a hacer daño. Muy triste no saber dónde está mi hija esta noche, a qué hora llegará, qué le pasará… Ese es el sufrimiento que yo tengo. Por lo menos sé dónde está ahora, no por las calles de noche”. 'Por las calles de noche' es un concepto que solo ella está legitimada para decir.

En cuatro años esa muchacha de vida dispersa es otra mujer. Estudia Derecho con buenas notas, se conforma con la familia que le ha tocado, tiene más vocabulario que la media de colaboradores de cualquier televisión y ha decidido no prestarle ni un minuto de su vida a los vaivenes del hermano. Ese que de pronto las quiere a ella y a su madre y después dice de una que es una mala persona que le ha robado lo que es suyo y de la otra pronuncia perlas como esta: “Pegué a mi hermana una vez, cuando quiso cortarse las venas”.

La revista recuerda este precioso titular y añade: “Esta revelación dolió mucho a Isa”. Diez o doce exclusivas antes había dicho: “Mi hermana para mí no existe, no la considero mi hermana. Me da igual lo que le pase”.

Y Doña Isa, de la que media España recuerda el estribillo de su canción ‘Ahora estoy mejor’ y no perdona que esa noche del estreno nadie de su familia fuera a verla, reacciona como si el mundo (Pantoja) le importara un bledo. “Kiko vive mal de hablar de unas mujeres. No quiero participar de eso”, declara con el enésimo y lamentable intento de su hermano por acercar posturas.

Solo ella ha sido expuesta de esa manera. Solo ella fue capaz de saltar la verja de Cantora para ver a su madre. Solo ella saca dieces en Derecho Penal.

Así que Irene, toma nota. Pero Montero, no Rosales.