Laura Baena (Malasmadres): "Las mujeres sienten que pierden el tiempo cuando cuidan de sus hijos"
La fundadora del Club Malasmadres publica el libro 'Yo no renuncio', un relato honesto en el que reflexiona sobre la conciliación a través de su propia historia personal
Primera escena. Laura Baena llama a su madre, está a las puertas de decirle a su jefa que lo deja tras cinco años de trabajo duro, de no conciliar, de salir tarde y de demasiadas lágrimas, pero siente impotencia, llora porque no se atreve y por la injusticia. Su madre la consuela al otro lado del teléfono, "si vas a llorar, no lo hagas. Porque no tienes que llorar. Lo vas a dejar porque tú quieres. Es lo que quieres".
Segunda escena. Laura Baena es la fundadora del Club Malasmadres y acaba de publicar un libro, '
PREGUNTA. En este libro entras a hablar de cosas muy íntimas, de tu historia personal. ¿Te ha costado hacerlo?
RESPUESTA. No, porque ha sido terapéutico. Yo necesitaba contar la verdad de estos diez años para seguir adelante, ¿sabes? Sentía una necesidad personal de compartirlo, pero también de que a partir de mi historia, muchas mujeres y muchas madres rompieran el silencio y comenzaran a escribir su historia de verdad. Eso no quita que haya llorado escribiéndolo, ha sido un viaje emocional y una catarsis.
P. ¿Qué le diría la Laura Baena de hoy a aquella chica que no se atrevía a renunciar a su trabajo? ¿Mereció la pena?
R. Siempre merece la pena, pero fue muy difícil. En ese momento me sentía muy sola, no se hablaba de esto, era una renuncia teñida de mucha frustración y de mucha culpa, incluso de no creerte suficiente, de creer que el problema estaba en ti. Creo que me diría 'no estás sola, hay muchas mujeres que se sienten como tú' y también que este va a ser el inicio de su lucha personal y profesional. Quién me iba a decir a mí que a partir de esa renuncia encontraría mi propósito.
"A mí me dicen a diario: 'Laura, presidenta', me lo dice gente que no se siente representada. Si yo entrara en política sería el fin de mi carrera"
P. ¿Nunca te ha tentado la política?
R. Me gusta mucho la política, pero no el sistema creado alrededor de ella. Yo intento desde mi activismo hacer incidencia política con la intención de liderar un plan nacional de conciliación. Pero lo que veo en política no me gusta, hay muchos intereses y una polarización brutal. Me siento orgullosa de que, después de estos diez años, haya conseguido mantenerme firme ahí sin un color político y luchando por todas. Y no es fácil porque al final tú tienes tus valores y tus creencias. Pero los políticos de este país no me representan. A mí me dicen a diario 'Laura, presidenta', y yo me río mucho, me lo dice gente que tampoco se siente representada. Si yo entrara en política, sería el fin de mi carrera personal y profesional.
P. El Club Malasmadres se ha convertido en un referente, en un lobby de la conciliación. ¿Cuándo te diste cuenta de que teníais la capacidad de hacer presión, de que se os estaba escuchando?
R. La verdad es que fue muy rápido y muy desde el principio, me siento orgullosa de haber sido escuchada casi desde el primer momento. Recuerdo perfectamente en nuestros inicios que yo tenía una presentación en la que ponía que quería que Malasmadres se convirtiera en un lobby de presión en asuntos de mujer y de maternidad, y poco a poco nos hemos convertido en eso. Quizá el punto de inflexión fue en 2015, acabábamos de empezar con el activismo político y promovimos una petición en Change.org que consiguió 300.000 firmas. Eso me abrió el camino al activismo social y político porque empecé a sentarme con los partidos para presentarles esa primera iniciativa que teníamos, que era otorgar incentivos fiscales para pymes que implantaran jornadas continuas con flexibilidad horaria. Esa petición entró en algunos programas electorales y se aprobó en las Cortes de Valencia. Ahí sentí que ralmente nuestra voz contaba.
P. Siempre hay un pero...
R. He evitado la foto muchas veces. He tenido reuniones a puerta cerrada con políticos y políticas y no lo he contado porque estaba trabajando, pero hay veces que hay que hacérsela, para lograr un compromiso. Muchas veces esa foto fuerza que yo luego pueda exigir resultados. Me pasó con Pedro Sánchez [participó en la carrera Malasmadres por la conciliación en 2018], yo no quería correr con él ni salir en la foto, pero entendí que el hecho de que él estuviera ahí conmigo, comprometiéndose, me iba a venir bien. Esa es la foto que yo quiero, la del compromiso. Ahora bien, saber que tenemos ese poder de ser escuchados motiva pero a la vez genera mucha responsabilidad. No es algo que use en beneficio propio o para hacer ruido sin un porqué.
P. En ese sentido, leo algunas críticas sobre cómo el Club Malasmadres se ha convertido en un negocio. Vendéis merchandising, hacéis campañas publicitarias, ¿cómo conseguís no desvirtuar el fin último que es el mensaje de la conciliación?
R. Lo conseguimos básicamente diciendo muchas veces que no, analizando y revisando muchísimo lo que hacemos. Yo tengo un equipo de 14 personas que son familias y que tienen que comer como tú y como yo a final de mes. Si la gente piensa que los proyectos que hago y las camisetas que vendo son para enriquecerme, está muy equivocada. La mayoría de los proyectos que hacemos se reinvierten en los proyectos que vamos a hacer. La mayoría de las 'malasmadres' entienden que cuando se compran una camiseta están ayudando a seguir trabajando por todo nuestro proyecto y por la conciliación. Somos una pequeña empresa, pero hemos destinado casi 40.000 euros a la Fundación Aladina para ayudar a los niños con cáncer,. Con las camisetas también sustentamos el teléfono amarillo de la conciliación o el servicio de atención psicológica que tenemos. Duermo muy tranquila todas las noches sabiendo que realmente hay un fin social y que he dicho muchísimas veces que no. Yo no soy una influencer, no hago publicidad de producto ni acepto regalos.
Y en cuanto a la publicidad, vamos a seguir apostando por marcas como Danone, que pone una aportación anual en la asociación 'Yo no renuncio' para que nosotros podamos seguir haciendo el trabajo de investigación social, las jornadas, los encuentros, los talleres mensuales. Tengo claro que las empresas con las que trabajamos tienen que cumplir unos estándares en cuanto a su responsabilidad social corporativa a nivel de igualdad, conciliación y corresponsabilidad. No te creas que todas las empresas quieren trabajar conmigo y con Malasmadres porque saben que hay un compromiso ahí. Saben que si tú te comprometes como marca, yo no renuncio. Si se 'casan' conmigo, ese compromiso les va a llevar a mejorar en conciliación para sus empleados y empleadas y además va a permitirnos a nosotros crecer como asociación porque cada vez necesitamos más recursos. Ojalá esos recursos vinieran de las instituciones y de la administración pública, pero hoy por hoy son las empresas privadas las que están poniendo su granito de arena. Esto no es un negocio, es un proyecto con un fin social que da de comer a 14 familias también.
"No soy una influencer, no hago publicidad de producto, ni acepto regalos. Esto es un proyecto con un fin social que da de comer a 14 familias"
P. Me llama la atención que con la de cosas que sabemos de tu vida, de tus hijas y demás, no hayas querido hacer público nunca el nombre de tu marido. En el libro no se le nombra ni una sola vez.
R. Para mí hay una línea muy fina entre lo que hago y compartir mi intimidad. Es una decisión personal de ambos y de querer reservar nuestra vida personal y familiar. Muchas veces me pasa que voy por la calle y la gente, más que en mí, se fija en con quién voy. Tienen curiosidad por saber quién es y cómo es.
P. Tu pareja también se ha convertido en un ejemplo y en un referente de la corresponsabilidad familiar.
R. Sí, por eso me apetecía hablar de él en este libro. Ser corresponsable es compartir la carga mental, el cuidado, las tareas domésticas, las que se ven y las que no se ven. Lo feo y lo bonito de la paternidad. Y en nuestro caso hemos crecido los dos juntos a nivel de pareja y hemos ido haciendo nuestro modelo propio. Yo no estaría aquí contigo si él no hubiera dado un paso atrás un momento en su carrera y hubiera apostado por el club, por mí y por nuestro propósito, que es de los dos.
"No estaría aquí si mi pareja no hubiera dado un paso atrás un momento en su carrera y hubiera apostado por mí y por nuestro propósito"
P. La segunda gran decisión familiar llega cuando en pandemia decidís volver a vivir en Málaga y dejar Madrid. ¿Hay ciudades que ayudan más a la conciliación?
R. Sí, hay ciudades que favorecen la calidad de vida porque es más fácil hacer tribu, tejer esa red familiar de apoyo a la conciliación. Para nosotros ha sido una de las mejores decisiones de nuestra vida. Si no llega a venir la pandemia y no nos hace repensar el modelo laboral y personal que estábamos siguiendo, no lo hubiéramos hecho. La tercera maternidad me llegó como un regalo en ese momento, además, porque yo me estaba alejando de la conciliación en casa para poder pelear por la conciliación fuera.
P. Era perverso.
R. Exacto. Liderar un proyecto como este e intentar conciliar no es fácil. Yo no estaba bien... y fue muy rápido. El confinamiento empezó en marzo y en mayo nosotros ya decidimos que volvíamos a Málaga. Nos plantamos y dijimos: '¿Qué es esto?'. Esta rueda infernal del producir, producir, producir que nos está alejando de nuestra vida personal. Fue una oportunidad para volver al origen, también a nivel de proyecto, y para replantearnos nuestra vida. El precio es que tengo que viajar más. Noto últimamente que todo lo que hemos aprendido en pandemia parece que empieza a olvidarse y la rueda vuelve a girar.
P. ...Ay ese teletrabajo que venía a salvarnos la vida y se fue tan rápido como vino.
R. Nos engañan como quieren, ahora nos dicen que a las mujeres no nos interesa teletrabajar porque nos invisibiliza más, que es un arma de doble filo. Pero por qué no lo vemos de otra manera y buscamos estabilizar el teletrabajo para todos, mujeres y hombres, y ya veremos qué beneficios o desventajas nos aporta.
P. Cito a Juan Luis Arsuaga: "La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado". Tú estás trabajando por la conciliación no solo de las madres, poder conciliar la vida laboral y personal es un bien común.
R. Yo no hablo solo de conciliación familiar, hablo de conciliación personal a partir de la experiencia de las madres. Muchas veces, las mujeres sentimos que perdemos el tiempo cuando estamos cuidando a nuestros hijos. Carl Honoré lo ilustra muy bien en 'Elogio de la lentitud'. Él se dio cuenta viendo en Amazon el anuncio de un libro, los cinco cuentos más rápidos para leer en un minuto. Cuántas veces te has visto leyendo el cuento a tus hijos y agobiada porque estás perdiendo el tiempo, porque tienes que tender una lavadora, todavía no has cenado, no has mandado el mail que te falta, no has mirado la agenda del día siguiente, ni otras 1.500 cosas. La relación entre la vida y el trabajo no funciona, no es sostenible y está impactando muy duro en la salud mental. Absolutamente todo lo personal hay que ponerlo fuera de un horario laboral infernal, ir al médico, a la compra, es imposible vivir así.
"La relación entre la vida y el trabajo no funciona, no es sostenible y está impactando muy duro en la salud mental"
P. Ha habido mucha controversia esta semana por el tema de la jornada continua en las escuelas. Un estudio dice, entre otras cosas, que aumenta la brecha de género porque son las mujeres en su mayoría las que tienen que reducirse la jornada para estar por las tardes con sus hijos.
R. Eso es otra forma de engañarnos. Ahora nos quieren hacer creer que los horarios escolares son el gran causante de la brecha de género. Es tendencioso y peligroso dar ese enfoque a este problema porque el quid de la cuestión no son los horarios escolares, ¡sino los horarios laborales! Nadie puede salir a esas horas. Las que pueden salir son las mujeres que han renunciado en esa trampa que es la jornada reducida, que le sale gratis al Estado porque ya la pagamos nosotras. Es increíble que ahora nos pongan sobre la mesa el debate absurdo de la jornada continua. No, no y no, los horarios laborales son el problema, porque aquí no concilian las madres, pero tampoco los demás. Es perverso.
P. Otra trampa, las cuidadoras. Reconoces en tu libro los celos que a veces sienten las madres cuando ven a otras mujeres cuidando de sus hijos.
R. Es una cadena que ocurre sobre todo en ciudades grandes como Madrid. Pagas a otra persona para poder seguir adelante con tu carrera profesional, te empobreces igualmente y además impides que esa otra mujeres pueda conciliar. No pasa nada por contratar a otra persona para poder cuidar de tus hijos, es más, de eso va la conciliación. Podría haber incentivos fiscales en esos contratos. La conciliación tiene que permitirte eso, tiene que permitir los recursos suficientes para todas las familias para que puedan elegir y no tengan que renunciar.
"Es tendencioso decir que los horarios escolares son el gran problema de la brecha de género. El quid de la cuestión son ¡los horarios laborales!"
P. Una fórmula de conciliación es la flexibilidad laboral.
R. Exacto, trabajar por objetivos. Yo soy autónoma y tener tu propio proyecto te permite la libertad de elegir cuándo parar. Nosotros no tenemos oficina, teletrabajamos todos. Es la flexibilidad total. Yo no recibo un justificante médico, yo lo que quiero es que saques tu trabajo. Me da igual que seas de las que se levanta a las ocho o de las que trabaja por la tarde. Aunque no todo el mundo se lleva bien con esa flexibilidad. A veces se ha quedado gente por el camino porque necesitaba ese modelo estricto con un horario.
P. Laura, para terminar... En este libro resumes la trayectoria que te ha traído hasta aquí. ¿Qué grandes errores y qué grandes aciertos crees que has cometido en estos años?
R. No he vivido nada como un error. Siempre he hecho aquello en lo que creía con honestidad y con la tranquilidad de saber que estoy haciéndolo lo mejor posible. Quizá ha habido frustración, tristeza, grandes crisis en las que no sabía si realmente merecía la pena luchar por todo esto, pero lo he vivido como un aprendizaje y el apoyo de las malasmadres ha sido fundamental cuando me han flaqueado las fuerzas. Mi misión en la vida es esto, dar voz a tantas mujeres que no la tienen.
Primera escena. Laura Baena llama a su madre, está a las puertas de decirle a su jefa que lo deja tras cinco años de trabajo duro, de no conciliar, de salir tarde y de demasiadas lágrimas, pero siente impotencia, llora porque no se atreve y por la injusticia. Su madre la consuela al otro lado del teléfono, "si vas a llorar, no lo hagas. Porque no tienes que llorar. Lo vas a dejar porque tú quieres. Es lo que quieres".