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Chicas con suerte en la vida (y no siempre en el amor)
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Opinión

Chicas con suerte en la vida (y no siempre en el amor)

En la portada de esta semana aparecen cinco de esa larga lista a la que no pertenezco. Insisto en que son cinco aunque todas parecen la misma

Foto: Las chicas ¡Hola! están hechas de otra pasta. (Jate)
Las chicas ¡Hola! están hechas de otra pasta. (Jate)

En otra vida espero ser una chica ¡Hola! Y de portada, a ser posible. Mujeres blancas y no siempre solteras que buscan. Que llevan pelo largo, curiosa y primorosamente despeinado, que no descuidan jamás su aspecto. Con trabajos siempre apetecibles y con horarios aún más ideales. En la portada de esta semana aparecen cinco de esa larga lista a la que no pertenezco. Insisto en que son cinco aunque todas parecen la misma.

La chica ¡Hola! tiene una vida agitada como la del resto, pero se le perdona casi todo y, lo que no tiene remedio, se adorna. Cuando acumula relaciones afectivas -para la revista suelen ser un cúmulo de nuevas ilusiones, y alguna que otra actitud cómplice en la noche madrileña o en la de cualquier otro lugar del mundo- puede que simplemente no tenga suerte en el amor. Como si no hubiera parejas que aguantan décadas y no son más que un prado de penas. Pero eso da para otro artículo mucho más intenso y mucho menos divertido.

A veces hacen cosas un poco raras. Como casarse después de tener hijos, aunque lo cierto es que luego quedan monísimos en las fotos, o se quedan embarazadas al ratito de empezar a frecuentar a alguien. Estas son noticias que al principio pillan por sorpresa, pero luego se afrontan con una felicidad absoluta. Eso es un cántico a la vida y lo demás, mamandurrias.

La chica ¡Hola! intenta tener una vida laboral plagada de éxitos, pero cuando sale regular, no pasa nada. Vive aferrada a ese mantra que aprendió durante alguna estancia en Estados Unidos, el único país en el que el fracaso es el camino seguro al éxito. O eso nos han dicho. Le contará a su medio de cabecera que ahora quiere intentarlo con (insertar decoración, eventos, moda, catering, cosmética o coaching). Solo a algunos seres superiores, como Carlota Casiraghi, les da por estudiar Filosofía y se empeñan en convencernos de que se puede vivir de leer a Kant y alguna que otra alfombra roja.

placeholder Carlota Casiraghi para Chanel. (Cortesía)
Carlota Casiraghi para Chanel. (Cortesía)

La chica ¡Hola! no para de reflexionar. Porque decir que tiene muchas vacaciones queda mal. Eso le pasa, por ejemplo, a Sara Carbonero. Que no seré yo la que diga que trabaja poco, pero sí reflexiona mucho. Tiene esa cosa de las chicas de portada de los Sánchez-Junco, que el pelo no se le enfosca con la humedad de la playa, y tienen la habilidad de convertir un vestido largo en el complemento perfecto para pasear con cierto halo de tristeza e hipotensión. Los sitios para hacerlo, por cierto, siempre suelen estar a cientos de kilómetros de la casa en la que viven.

Por la chica ¡Hola! no pasan los años. Eugenia Silva tiene la misma cara ahora que hace 18 años, cuando me casé. El día antes de mi boda la vi en una cafetería de la calle Almagro y fue un bajón para la autoestima de cualquier ser humano. La he visto a veces paseando por el paseo de Rosales (quizá también reflexiona) y sigue siendo miembro de ese selecto club de mujeres a las que los partos no han hecho mella alguna. Aquí no hablo yo, sino la hernia umbilical que me provocó el segundo embarazo. Silva es una mujer que no para de viajar y trabajar y tiene una pareja que no sabemos muy bien a qué se dedica. Podríamos quizá decir que no ha tenido suerte en el amor, pero es Borbón. Punto en boca.

placeholder Eugenia Silva, en una imagen de archivo. (Getty/John Phillips)
Eugenia Silva, en una imagen de archivo. (Getty/John Phillips)

La modelo, empresaria y lo que se le ponga por delante aparece esta semana junto con otras dos mujeres, a las que la revista considera que forman la tríada (trío queda fatal) de “invitadas más elegantes en las bodas más exclusivas”. En '¡Hola!', además, todo esto lo dicen en mayúsculas, que da más empaque al asunto. Sus compañeras se llaman Inés Domecq y Victoria Federica de Marichalar de Borbón.

La primera es una mujer que me genera inquietud porque jamás la he visto sonreír. Tiene cara de que acaba de comerse algo con regusto amargo. Un gesto que no entiendo teniendo en cuenta que sus brazos poseen el grosor de mis falanges, sale siempre en la lista de las mujeres más elegantes (“Qué fachón”, dicen las lectoras de '¡Hola!'), tiene una agenda de contactos enorme que posa con su marca de ropa y su matrimonio es otro de esos oasis en los que una quisiera vivir algún día. Recuerden: siempre va “espectacular”.

placeholder Inés Domecq, en una imagen de archivo. (Limited Pictures)
Inés Domecq, en una imagen de archivo. (Limited Pictures)

A Inés me la encontré una vez en la calle Velázquez y tuve que mirar fijamente más de lo que me educaron mis padres porque pensaba que iba así vestida para una sesión de fotos. Me da mucha envidia la gente a la que imagino escogiendo de forma primorosa todo lo que se pondrá encima sin prisa alguna. Me da mucha más envidia la gente a la que le sienta bien cualquier cosita y te dicen que lo suyo es cosa de “combinar los básicos con algo un poco más especial”.

De Victoria Federica ya sabemos algunas cosas. De algunas se ha encargado ella de contárnoslas. Otras nos las imaginamos. Ha tenido suerte en la vida y es de esas mujeres que parece vivir en una aventura perpetua. Como cuando posó con el cantante Omar Montes con actitud de la que, en el fondo, puede ser como las demás. Me la imagino prometiéndole que algún día irá por Pan Bendito y terminando la frase con un divertido “¡qué personaje!”. Victoria (ya sé que sus amigos la llaman Vic, pero yo no estoy entre ellos) podrá hacer siempre lo que quiera y dedicarse a algo relacionado con la creatividad. La moda, quizá cine, probar suerte en la pintura o hacerse aventurera como Kalina de Bulgaria.

Como para no querer ser una chica ¡Hola!

En otra vida espero ser una chica ¡Hola! Y de portada, a ser posible. Mujeres blancas y no siempre solteras que buscan. Que llevan pelo largo, curiosa y primorosamente despeinado, que no descuidan jamás su aspecto. Con trabajos siempre apetecibles y con horarios aún más ideales. En la portada de esta semana aparecen cinco de esa larga lista a la que no pertenezco. Insisto en que son cinco aunque todas parecen la misma.

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