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'Tus ojos, o una lunita': carta de Juan Carlos de Laiglesia a su amiga Ouka Leele
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'Tus ojos, o una lunita': carta de Juan Carlos de Laiglesia a su amiga Ouka Leele

El periodista y escritor era amigo personal de la fotógrafa y ha escrito para Vanitatis una hermosa misiva de despedida

Foto: Ouka Leele, en una imagen de archivo. (EFE)
Ouka Leele, en una imagen de archivo. (EFE)

“Te robo el título que pusiste a una foto tuya, donde mis ojos eran la fuente de un río que fabricaste con papel de plata, querida Bárbara. En esos años de áticos, latas de sardina e improvisaciones a los que la Historia ha nombrado ya. Cuando luchabas por vencer al Dr. Jekyll que adivinaste oculto en mi aparente Mr. Hyde.

Eras, eres, una bellísima y muy soñadora artista con dotes de médium y poder de adivinación. Para el mundo exterior, una extraña entre los fotógrafos y una intrusa en el planeta de los pintores que, mojando pinceles en tu paleta mental, construías el mundo pedacito a pedacito, fiel a los colores de tu infancia.

Yo quería publicar un libro sobre todos los que se movían en aquel tiempo, y empecé el proyecto con Alberto Alix, pero él se enamoró de la primera foto (Ana Curra), así que seguimos tú y yo para adelante. Al final fallé yo, claro. Y una noche de El Sol, atravesé la rendija prohibida que me abrió tu mundo.

Asustabas de verdad cuando te ponías profética, porque se cumplían todas tus visiones. Si un actor de La Fura dels Baus faltaba a la cita para fotografiarse en nuestro proyecto, decías por lo bajinis: “Ya verás cómo este deja el grupo”, y al mes siguiente anunciaba su despedida.

Solo otro ejemplo de premoniciones, y este más doloroso. En la temporada 85-86, el Ministerio de Industria te encargó un fotón con ropa de Sybilla que hicimos en Mallorca. El epicentro de esa escena bucólica, poblada de personajes inmersos en su propia acción, era un yo taciturno sujetando entre los brazos a una mujer yacente (¿dormida, muerta?) como si de una Pietá a la inversa se tratara. Nada más entrar en el Museo del Traje, a la derecha, se conserva una toma de aquella sesión en gran formato.

Hiciste aquella imagen un mes de junio, y mi madre moría en agosto, mientras tú y yo estábamos en la Menéndez Pelayo. “Me pasan estas cosas con las fotos. No lo puedo evitar”, decías.

placeholder Bárbara Allende Gil de Biedma, conocida como Ouka Leele, en una imagen de 2019. (EFE)
Bárbara Allende Gil de Biedma, conocida como Ouka Leele, en una imagen de 2019. (EFE)

La ternura de Bárbara era sobrenatural. Ultrasensible de nacimiento, cuerpo y mente se le hicieron una misma cosa tras su batalla juvenil contra el cáncer. Enfermaba con el desamor, temblaba con los disgustos, sufría con una violencia que no es de este mundo. Su dulzura negociaba con la crudeza, con esa voz que le salía del estómago y la chocante expresión de una mujer aldeana que se mueve por los instintos más básicos cuando se trataba de amor o de dinero. De lo importante. Todo eso no hacía sino acrecentar su morbo, resaltar su originalidad. La chica vasca de familia bien arrastrada necesariamente por su sino a la bohemia, a vivir rodeada de libérrimos y asociales canuteros. El más límpido espejo de la pulcritud no encajaba del todo en ningún ambiente.

Algo después de la foto de Mallorca, Miquel Barceló le concertó a Bárbara una cita con su galerista, Yvon Lambert, en París. Supe más tarde que nunca llegó a aquella cita por mi causa, con el consiguiente cabreo de Barceló. ¡Pero París nos ofrecía tantas distracciones! Desayunos de ostras con champagne en La Coupole… y más, y más…

Pasaron muchos, muchos años y un día me convidó a almorzar, inopinadamente. Se había autoimpuesto la obligación de agradecerme que la hubiera sacado de situaciones y yugos que yo desconocía cuando atravesé aquella rendija prohibida.

Nunca perdimos el contacto del todo. En 2017 tuvo la generosidad de publicar mi novelita pendiente hasta entonces, 'La tumbona de Peter Lorre', en su colección Los Libros de Ouka Leele. Así me presentaba: “Conocí a Juan Carlos de Laiglesia en esos momentos en los que has decidido salir de un infierno ya demasiado insoportable, has bajado, te has quemado y ya solo quedan dos opciones, abrasarte hasta morir entre siniestras llamas o salir a encontrar aire puro y fresco”.

placeholder Juan Carlos de Laiglesia, fotografiado por Ouka Leele para la contraportada de 'La tumbona de Peter Lorre'. Colección Los Libros de Ouka Leele. Huerga y Fierro Editores. 2017
Juan Carlos de Laiglesia, fotografiado por Ouka Leele para la contraportada de 'La tumbona de Peter Lorre'. Colección Los Libros de Ouka Leele. Huerga y Fierro Editores. 2017

Intensa y persuasiva, nadie más hubiera logrado que me uniera a un coro semiparroquial para cantar el ‘Va, pensiero’ de Nabucco, convenciéndome de que soy un pasable barítono.

Eso eras, eres, tú, Barbarita. ‘Puro amor puro’, como he colgado hoy en el Facebook tras enterarme de lo tuyo.

Nunca diría: “Buen viaje, allá donde estés”, como dice la gente cuando no sabe qué decir. Porque sé muy bien dónde estás.

Esta mañana he mirado al cielo pensando en ti, como por casualidad. Y dos nubes han formado el arco de tus ojos.

De tus ojos, o de una lunita.

Y te he despedido agitando la mano, como si pasaras en tren.

Por eso sé que estás requetebién. Quizás, mejor que nunca".

“Te robo el título que pusiste a una foto tuya, donde mis ojos eran la fuente de un río que fabricaste con papel de plata, querida Bárbara. En esos años de áticos, latas de sardina e improvisaciones a los que la Historia ha nombrado ya. Cuando luchabas por vencer al Dr. Jekyll que adivinaste oculto en mi aparente Mr. Hyde.

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