Gadea no titubea, se nota que lleva días elaborando las respuestas y hay algunas cosas que quiere dejar claras. Vestido con un impecable traje azul marino, el despacho en el que estamos apenas habla de él. “Es el tercer o cuarto despacho que ocupo desde que estoy en la Audiencia”, se ríe, “se nota que soy el último mono”. Gadea es magistrado juez de refuerzo en el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional. “Para mí la intimidad es un valor que trato de proteger, no soy activista ni tengo un perfil público en redes sociales. Soy muy consciente de que mi posición aquí es temporal y durará lo que dure la medida de refuerzo a la que estoy adscrito”, aclara.
na tarde tórrida de junio. La sede de la Audiencia Nacional de la calle Génova está prácticamente vacía, pero en un despacho de la sexta planta un juez de refuerzo que apenas pasa de los 40 años ha elegido convertir esta tarde en un día memorable. “Me ha costado mucho decidirme, pero una vez que lo he hecho estoy deseando arrancar, dar el paso”, afirma. Joaquín Elías Gadea Francés (Cocentaina, 1981) es un tipo de buena planta que lleva días sin dormir, también por el calor que asola Madrid. Varias veces dirá en la entrevista que él “no es un activista”, y sin embargo su testimonio es un artefacto poderosísimo. Porque este juez no quiere hablar del caso que está ayudando a instruir al juez García Castellón (Villarejo, les sonará) ni de otra cosa que no sea su homosexualidad. ¿Por qué? Él lo explica.
“Cuando me propusieron la posibilidad de hacer esto no lo tenía nada claro y mi primera reacción fue decir que no. Sentía una mezcla de pudor y vergüenza. Pero luego, dándole vueltas a la cuestión, recordé que para mí una entrevista como esta que se hizo hace 16 años fue muy importante [se refiere a la entrevista publicada por ‘El País’ en 2006 en la que Fernando Grande-Marlaska, hoy ministro del Interior, habló abiertamente por primera vez de su condición sexual]. Creo que si soy capaz de llegar al menos a una persona de este país como a mí me llegó esa entrevista, merece la pena dar este paso y hablar públicamente sobre mi homosexualidad y sobre mi condición, que es algo que no había hecho nunca en mi vida”.
Joaquín, ¿qué utilidad puede tener en la España de hoy que alguien como usted hable de su condición sexual?
Cuando uno está en la Audiencia Nacional, aunque sea de forma temporal, como yo, es consciente de que todo lo que hace o dice tiene una repercusión que yo no había sentido en los diez años anteriores de mi trayectoria profesional, y creo que esa repercusión se puede utilizar para dar visibilidad a mi condición.
¿A quién le gustaría que interpelara especialmente su mensaje?
A toda la sociedad en su conjunto, no solo a los homosexuales. Creo que en estos 16 años que han pasado desde que Fernando hizo la entrevista hasta ahora se han producido muchos avances, pero sigue siendo importante que haya referentes y que se visibilice nuestra posición. La primera vez que le conté a una persona que yo era gay fue precisamente después de leer esa entrevista, por eso es tan importante la visibilidad, también para los padres de personas gais que temen que esa condición de sus hijos pueda suponer un problema en su vida. Para mí no lo ha sido. Es importante que esos padres vean que se puede ser gay y alcanzar todas las metas que uno pueda tener en la vida. Me gustaría también mandar un mensaje de integración, sobre todo ahora que estamos en el Orgullo. Yo abogo por la carroza de la tolerancia, en la que caben todos, personas gais y lesbianas pero también heterosexuales.
¿Ha sufrido homofobia en su trayectoria profesional?
No, soy un privilegiado en ese sentido porque no he tenido la sensación de haber sido discriminado por eso ni en mi vida profesional ni en la Asociación Profesional de la Magistratura, donde he desarrollado una actividad plena. Pero eso no significa que no haya otros ámbitos u otras profesiones en las que el hecho de ser gay sí suponga un problema. Una de las razones que me llevan a hacer esta entrevista es precisamente la conciencia de que existen esas dificultades en otros ámbitos. Un ejemplo claro para mí es cuando aprobé la oposición.
¿En qué año fue?
En 2008. Tardé tres años, seis meses y un día en sacar la oposición. Quedé el primero de mi promoción, y yo mismo me generé presión para mantener ese estatus, porque el escalafón puede cambiar durante el periodo de la escuela judicial o el periodo de prácticas. Es una de las cosas de las que me arrepiento, no haber salido del armario mientras estuve en la Escuela Judicial en Barcelona. Tenía miedo a sentirme rechazado y aunque en gran parte era un miedo generado por mis propias inseguridades, también era resultado de una conciencia colectiva que nos lleva a pensar que exteriorizar nuestra orientación sexual puede suponer algún tipo de perjuicio; es algo que todavía desgraciadamente se da en diferentes ámbitos profesionales. A lo largo de mi carrera, además, he tenido casos de agresiones que se han producido contra personas por el hecho de su orientación sexual.
¿Cómo fue su etapa escolar?
No tengo un recuerdo traumático de aquella etapa. Es verdad que yo salí del armario muy tarde, por miedo al rechazo. Creo que, como le ha pasado a mucha gente, una de las cosas que sí recuerdo de mi infancia es que se asociaba la figura del gay al arquetipo del ‘mariquita del pueblo’. Era una figura con ciertas connotaciones negativas. Por eso también es importante visibilizar diferentes formas de vivir la homosexualidad, a veces se tiende a reducir al gay a un estereotipo. Y lo cierto es que en la vida hay tantos gais como personas. Recuerdo interiorizar desde pequeño ese estereotipo, y creo que eso hizo que me diera miedo manifestar mi condición sexual. La verdad es que la evolución sexual siempre es algo complicado, ¿no? Yo pasé por diferentes tipos de relaciones antes de tener muy claro que a mí lo que me gustaba eran los hombres.
Es consciente de su ‘suerte’.
Sí, hace poco estuve en un programa de RTVE en el que se hablaba de los delitos de odio. Escuché el testimonio de varias personas que habían sido víctimas de agresiones. Me conmovió porque quizá uno no valora la suerte que ha tenido en la vida hasta que no la contrapone con las vivencias de otras personas.
Joaquín, ¿a quién le ha consultado antes de dar este paso?
Lo hablé mucho con Leo, mi pareja, que es uno de mis grandes apoyos en la vida y que me animó a hacerlo. Pero también lo hablé con otras personas de mi entorno, con Manolo [García Castellón], con el presidente de la Audiencia, con compañeros de aquí. Me sorprendió el hecho de que no solamente lo vieran bien, sino que me animaran a hacerlo. Qué importante es el apoyo del entorno para empoderarte en determinados casos. Me llamó la atención que personas heterosexuales que aparentemente podrían tener menos sensibilidad en esta materia enseguida entendieron lo importante que podía ser el hecho de que yo diera esta entrevista.
¿Faltan referentes fuera del ámbito de los medios de comunicación y la Cultura?
Sí. Yo quiero agradecer a Marlaska que diera el paso y a toda la gente que, antes que yo, se decidió públicamente a hablar de su homosexualidad en momentos en los que no era tan fácil como ahora. Pero creo que hacen falta más personas de otros ámbitos que den este paso, porque estoy convencido de que este tipo de intervenciones en la sociedad, hablando públicamente y sin miedo de nuestra condición sexual, tienen un efecto positivo. Me llama mucho la atención, por ejemplo, el hecho de que en el fútbol masculino apenas haya deportistas homosexuales. Son personas con una capacidad socioeconómica alta, un entorno más o menos estable, lo tendrían ‘fácil’ para hablar públicamente de su homosexualidad. También me faltan referentes en la empresa privada, en las grandes empresas de ingeniería, por ejemplo. Son lugares donde es más difícil dar el paso y decir públicamente que eres gay.
Los medios de comunicación sacamos listas y rankings de los homosexuales más influyentes, ¿cree que este tipo de medidas son acertadas?
Me los leo todos, ¿eh? Pero es verdad que con estas listas pasa lo que decíamos antes. Esos rankings están llenos de profesionales de determinados ámbitos, como por ejemplo del mundo del espectáculo o de la televisión, pero se notan mucho las carencias en otros ámbitos. Igual solo por eso merecen la pena.
A Pablo Alborán, que trabaja en la música, le costó mucho manifestar su homosexualidad.
Merece todo mi respeto. Como te decía cuando hemos empezado esta entrevista, para mí la intimidad es un valor que hay que proteger. Creo que tal vez en su caso no se trate tanto de querer esconder la orientación sexual como de proteger la intimidad y de no querer tener una exposición pública. Agradezco y valoro mucho estos gestos porque sin ellos probablemente no estaríamos donde estamos ahora. También es verdad que es más fácil hablar públicamente de esto en España, hay otros países en el mundo donde ni siquiera es posible.
Y hay países como Estados Unidos que están volviendo sobre asuntos ya superados. Me refiero al polémico proyecto de ley de Florida bautizado como ‘Don’t say gay’, que prohibiría enseñar sobre orientación sexual e identidad de género en las aulas.
Me preocupa y me entristece. De ahí que sea tan importante montarse en la carroza de la tolerancia ahora que estamos en el Orgullo, como te decía antes, ser capaces de implicar a toda la sociedad en mantener los logros que hemos alcanzado. No soy una activista ni he acudido a manifestaciones, pero eso no significa que no luche cada día por una sociedad mejor, sin ánimo de ser representante de nadie. Yo formo parte de esos gais que de forma silenciosa y callada cada día pelean por que todo esto se vea de forma completamente natural. Es la labor cotidiana de ser uno mismo.
Ese es para usted el verdadero Orgullo.
Sí, ese trabajo diario es donde yo pondría el foco. Al final, orgullo es un sentimiento de satisfacción por algo que te concierne y creo que a mí me concierne esa lucha diaria, invisible y silenciosa por mejorar nuestra situación y por ser nosotros mismos. Es una lucha por sentirse aceptado, que es algo que empieza por uno mismo pero implica a todo tu entorno.
¿Qué opina de la gestación subrogada?
Si tuviera que posicionarme, te diría que estoy a favor de una regulación de la gestación subrogada. Otra cosa es que yo el día de mañana, si quiero ser padre, opte por este método. Esa es otra cuestión que me plantea un debate moral muy profundo, porque viendo la cantidad de niños que hay que necesitan una familia… Para mí quizá no sería una opción preferente, pero sí soy partidario de que se regule sobre esta materia.
¿Qué le diría el señor magistrado al chaval de Cocentaina que andaba con dudas en su adolescencia?
Que no tuviera miedo. Le diría que diera el paso de hablar con su entorno sobre su orientación sexual mucho antes. Creo que uno de los grandes regalos de mi vida ha sido descubrir que no tenía nada que temer en la respuesta de mi familia, en la de mi entorno más cercano o en la de mis amigos cuando les hablara sobre mi orientación sexual. Perdí a mi madre muy pequeño, pero creo que hoy se sentiría orgullosa de mí. No tanto por mi trabajo, sino porque creo que me siento reconocido, querido, respetado y aceptado tal y como soy. Es uno de los grandes regalos que me han hecho mis padres y mi entorno.
Marlaska contó en un libro que su madre se encerró en su cuarto y estuvo días sin salir tras conocer su orientación sexual.
Yo tuve muchísima suerte, porque no solamente se lo veían venir, sino que además les dio igual desde el primer momento. Cuando uno está ahí mucho tiempo sin decir una cosa por miedo a la reacción del otro y luego se da cuenta de que no iba a ningún lado, pues eso es un regalo, ¿no?
Una vez que esto se publique, ¿le preocupa lo que pueda pasar mañana?
Quizá lo único que me da miedo es que se malinterprete. Que alguien piense que yo hago esto porque busco algún tipo de protagonismo y nada más lejos de la realidad. Yo no quiero más fama que la que es propia de mi trabajo. No quiero que piensen que hago esto por soberbia o por ego.