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España no es el mejor país para el colectivo LGTBIQ+: dos gráficos y un mapa que lo explican
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España no es el mejor país para el colectivo LGTBIQ+: dos gráficos y un mapa que lo explican

En los últimos años, nuestro país ha ido perdiendo posiciones en el ranking que refleja cuáles son los mejores y peores estados para el colectivo: del 2 al 10, y bajando...

Foto: Una estatua con la bandera gay. (Getty/Pablo Blázquez Domínguez)
Una estatua con la bandera gay. (Getty/Pablo Blázquez Domínguez)

El 3 de julio se cumple el primer aniversario de la muerte de Samuel Luiz. El joven de 24 años fue asesinado en el paseo marítimo de Riazor (A Coruña) sobre las tres de la madrugada mientras hacía una videollamada con una amiga. Otra pareja, que se cruzó con ellos, les interpeló: “Que no me grabes”, dijeron. Lo siguiente fue: “¡Que no me grabes que te mato, maricón!”. Después comenzó una brutal paliza que se prolongó durante 6 minutos y que acabó con la vida de Samuel. La noticia y las duras imágenes dieron la vuelta al mundo. Desde 2013, año en el que se empezaron a contar los delitos de odio por orientación sexual o identidad de género, se han producido casi 2.500 en España. En 2021 este tipo de delito había aumentado un 9,3% con respecto a 2019.

A pocos días de que se cumpla el primer aniversario, la comunidad LGTBIQ+ celebra su día, y aunque muchos consideren que la fiesta, parte reivindicativa, parte festiva, no es necesaria, estadísticas como las citadas siguen avalando que no todo el mundo entiende, comparte o respeta los derechos de un colectivo que sigue sufriendo discriminación, acoso y, en ocasiones, violencia. Este fin de semana, la policía turca detenía a más de 200 personas en el Orgullo de Estambul, un acto prohibido por las autoridades desde 2015. Desde el sábado, Noruega está en máxima alerta tras el ataque terrorista perpetrado por un hombre armado que entro en un pub gay y mató a dos personas.

La lucha por normalizar y visibilizar lo que un día fue entendido como una opción sexual y que cada vez se explica más como una forma de vida ha sido larga y sigue encontrando muchos baches en el camino.

placeholder El desfile del Orgullo en Madrid, en 2021. (Reuters/Sergio Pérez)
El desfile del Orgullo en Madrid, en 2021. (Reuters/Sergio Pérez)

Desde aquella boda entre dos mujeres celebrada en A Coruña, un 8 de junio de 1901, hasta este orgullo de 2022, ha habido muchos hitos reseñables en la historia del colectivo en nuestro país. El matrimonio entre Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga fue el primero entre dos personas del mismo sexo, pero para poder llevarlo a cabo hubo que burlar las leyes: Elisa adoptó una identidad masculina.

Muchos años después, eso ya no fue necesario: nuestro país aprobaba el 2 de julio de 2005 la ley del matrimonio homosexual, convirtiéndose en el tercer país del mundo que en legalizarlo. Por el camino, pequeñas victorias como la apertura en Torremolinos en 1962 del Tony’s Bar (considerado el primer bar gay), la primera manifestación para celebrar el Día del Orgullo Gay (celebrada en Barcelona en 1977) o la despenalización en 1978 de las prácticas homosexuales. Se ha hecho un gran camino, pero como decía el poeta, se hace camino al andar, y aún queda mucha pista por delante.

La cal japonesa y la arena chilena

En septiembre del año 2000, los Países Bajos se convirtieron en el primer Estado en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Desde entonces, muchos han sido los que se han ido incorporando a un listado que cada año, de manera tibia pero continuada, sigue aumentando. El último en sumarse ha sido Chile, que el 10 de marzo de este 2022 celebró su primera boda gay.

Javier Silva, ingeniero, y Jaime Nazar, odontólogo, son pareja desde hacía siete años, viven con sus dos pequeños hijos adoptados, y desde hacía tres años estaban unidos por el Acuerdo de Unión Civil (AUC): "Ahora sí podemos decir que somos familia, que nuestros hijos tienen las mismas condiciones y van a tener, esperamos, un futuro mejor, que no sean discriminados por tener dos papás que se aman".

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En un mes, Suiza permitirá también el matrimonio igualitario. El Ejecutivo de ese país lo anunciaba hace un tiempo con un comunicado oficial: “A partir del 1 de julio de 2022, las parejas del mismo sexo podrán casarse o convertir su pareja registrada en matrimonio, tras tomar nota del resultado de la votación y decidir poner en marcha el proyecto 'Matrimonio para todos".

En el otro extremo, Japón, donde hace unas semanas el Tribunal del Distrito de Osaka declaraba que la postura del Gobierno japonés sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no es inconstitucional. "No permitir el matrimonio de personas del mismo sexo no viola la Constitución", reflejaba la sentencia.

El de Japón supone un paso atrás en un continente muy atrasado en este aspecto. En la actualidad, el único país asiático que ha legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo es Taiwán, mientras que estados como Israel y Armenia reconocen estos enlaces celebrados en el extranjero. En el continente africano, solo Sudáfrica contempla este tipo de matrimonios (aprobado en 2006), y en Oceanía, Nueva Zelanda (desde 2013) y Australia, cuyo Parlamento aprobó la ley después de más de una veintena de intentos y una consulta popular no vinculante.

Así las cosas, la mayoría de los países que sí reconocen la unión entre dos personas del mismo sexo siguen estando en Europa (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino, Suecia y Suiza en breve) y América (Canadá, Argentina, Brasil, Uruguay, Estados Unidos, Puerto Rico, México, Colombia, Ecuador, Chile y Costa Rica).

El décimo y bajando

El ya desaparecido autor norteamericano Ernest J. Gaines lanzó una vez una pregunta al aire de esas que nos hacen reflexionar como individuos, como sociedad y como sistema. Decía el Medalla Nacional de la Artes 2012: “¿Por qué como cultura estamos más cómodos viendo a dos hombres sosteniendo armas que sosteniéndose de las manos?”.

Según informes de Amnistía Internacional, existen aún muchos países en el mundo que castigan la homosexualidad con la pena de muerte: en algunos, con plena certeza jurídica (Arabia Saudí, Brunéi…); en otros, como Afganistán o Emiratos Árabes Unidos, donde potencialmente se impone este castigo. El resto del mapamundi es ambiguo en este sentido: en casi setenta estados (como Egipto o Irak), los actos sexuales entre personas adultas del mismo sexo son considerados ilegales. Países como Barbados y Guyana contemplan la cadena perpetua, y en otro medio centenar existen penas de prisión que van desde uno hasta 20 años, como ocurre en Malasia.

placeholder Los malteses celebrando en La Valeta la aprobación del matrimonio igualitario en abril de 2014. (Reuters/Darrin Zammit Lupi)
Los malteses celebrando en La Valeta la aprobación del matrimonio igualitario en abril de 2014. (Reuters/Darrin Zammit Lupi)

Por suerte, hay un extremo muy diferente donde las relaciones entre personas del mismo sexo no solo no están penadas, sino que cuentan con el respaldo de políticas y leyes que las respaldan. Muchos de ellos están en nuestra vieja Europa.

ILGA es una federación mundial de 1200 organizaciones miembros de 110 países que luchan por los derechos para lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersex. ILGA Europa confecciona cada año Rainbow Europe, un ranking que recoge los países menos discriminatorios con las personas LGTBIQ+. Los menos y los más. Este año, España ocupa la décima posición, en una clasificación liderada por Malta (con una puntuación de un 92%) y que cierra Azerbaiyán (con un 2,4%). A priori, ser el décimo de 46 países no parece un mal puesto, pero la cosa cambia cuando comprobamos que en 2011 éramos los segundos y en los anteriores oscilábamos entre quintos y sextos. ¿Qué ha pasado para que la situación en España sea peor que hace una década?

Desde la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales, Intersexuales y más (Felgtbi+) explican que este descenso de puestos ha sido motivado por el no reconocimiento de las personas no binarias, el requerimiento del diagnóstico de trastorno de identidad de género y de intervención médica obligatoria para las personas trans. También precisan necesidades de mejora en la prohibición de las terapias de conversión y a la hora de implementar políticas públicas sobre los motivos de orientación sexual, identidad y expresión de género y características sexuales. Y apuntan: "Se está ralentizando el progreso de los derechos del colectivo en el territorio español". Así que no, España no es a día de hoy el mejor país de Europa para pertenecer al colectivo, y bajando...

El 3 de julio se cumple el primer aniversario de la muerte de Samuel Luiz. El joven de 24 años fue asesinado en el paseo marítimo de Riazor (A Coruña) sobre las tres de la madrugada mientras hacía una videollamada con una amiga. Otra pareja, que se cruzó con ellos, les interpeló: “Que no me grabes”, dijeron. Lo siguiente fue: “¡Que no me grabes que te mato, maricón!”. Después comenzó una brutal paliza que se prolongó durante 6 minutos y que acabó con la vida de Samuel. La noticia y las duras imágenes dieron la vuelta al mundo. Desde 2013, año en el que se empezaron a contar los delitos de odio por orientación sexual o identidad de género, se han producido casi 2.500 en España. En 2021 este tipo de delito había aumentado un 9,3% con respecto a 2019.

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