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Tita Cervera y los veranos felices en Marbella que ya no volverán
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Tita Cervera y los veranos felices en Marbella que ya no volverán

En la Costa del Sol, la baronesa vivió los veranos eternos con su marido, su hijo Borja y Carmen, la madre que siempre fue su punto de referencia

Foto: VA Diseño.
VA Diseño.

Carmen Cervera ha pasado una semana en su villa de Marbella. Ya no le gusta, como en las épocas del barón, quedarse fija en esta casa que para ella tiene los mejores recuerdos. Aquí vivió los veranos eternos con su marido, su hijo Borja y Carmen, la madre que siempre fue su punto de referencia. Acudían a las fiestas que organizaba Jaime de Mora, al chiringuito de Marisa, que era el top de aquellos años dorados de finales de los 80 y donde coincidía con la duquesa de Alba. El matrimonio se dejaba ver en las galas del Cáncer, de la Cruz Roja o en cualquier evento público o privado.

Henry Thyssen disfrutaba de esas noches locas de Marbella donde acababa haciendo la postura del loto (en yoga padmasana) ante el asombro del resto de invitados. Tita era feliz y prefería dejar aparcados los feos que le habían hecho en el pasado, cuando no era baronesa y solo la viuda de Tarzán. No lo tenía en cuenta y aceptaba las invitaciones de la misma gente que la había ninguneado. Lo que no hacía era convidarlos al restaurante del Marbella Club cuando acudía con su marido. Y mucho menos convocarlos en el Mata Mua, que con este nombre bautizó su cuartel general de verano.

placeholder Tita y el barón. (Cordon Press)
Tita y el barón. (Cordon Press)

La casa de Marbella la inauguró en agosto de 1987, como publicó la revista 'Tiempo' en un reportaje exclusivo y gratis. Es una construcción de estilo caribeño en la urbanización Santa Margarita. Un edificio central de seiscientos metros cuadrados, dos bungalows para invitados y piscina de agua salada, que en aquellos años era una originalidad. En ese verano, el coleccionista ya hablaba de la posibilidad de la venta de su colección privada al Estado español, como contaba en la revista: "España es donde he mantenido más conversaciones. Si por fin el destino final es su país, Madrid se convertiría al tener el Prado en la capital mundial del arte”. La firma se cumplimentaría seis años después.

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En aquellos años felices, Carmen Cervera estaba muy arropada por su madre. Era la que cuidaba de Borja y a veces discutían porque consideraba que lo maleducaba. Y tenía razón, como muchos años después reconocería a Vanitatis el propio Borja: “Mi madre me consentía todo. No iba al colegio y si un profesor no me gustaba no volvía. Muchas veces, en vez de dar clase, íbamos a las jugueterías de Lugano y me compraban lo que quería. No estudié mucho y cuando mi madre decía que pilotaba helicópteros me entraba la risa. No tengo ninguna titulación superior”. Sí en cambio recordaba los veranos de Marbella como un lugar muy familiar. Ahora esa unidad vacacional ha desaparecido y cada uno va a su aire.

placeholder Tita, posando en sus veranos felices. (Cordon Press)
Tita, posando en sus veranos felices. (Cordon Press)

Carmen Cervera ha estado estos días en Marbella. Su siguiente plan: volar a su villa hasta su villa de Mas Mañanas en San Feliú de Guixols para estar junto a sus hijas, Sabina y Carmen. Con ellas ha navegado en el megayate Mata Mua por la Costa Azul. Antes, en esas travesías de lujo la acompañaba Manolo Segura, padre biológico de Borja, y la pintora Mercedes Lasarte. Este verano su compañía han sido sólo sus niñas.

Borja Thyssen no se ha reencontrado con su madre en la Costa del Sol ni (por ahora) en ningún sitio. Hace seis años compró su propio barco, muy diferente al Mata Mua. El suyo es un catamarán con todas las comodidades. Desde antes de la pandemia, la agenda vacacional de los Thyssen-Cuesta comenzaba con un viaje por aguas internacionales que, además de mantener la privacidad, le servían para sumar los días que debe estar fuera de España. Han formado una familia estable con Sacha, Enzo, Eric, Kala y la pequeña India. Las relaciones con la madre y suegra son ahora estables, aunque no pasan el verano juntos. No lo fueron siempre, pero como aseguraba Borja, “el tiempo coloca las cosas en su sitio”.

Carmen Cervera ha pasado una semana en su villa de Marbella. Ya no le gusta, como en las épocas del barón, quedarse fija en esta casa que para ella tiene los mejores recuerdos. Aquí vivió los veranos eternos con su marido, su hijo Borja y Carmen, la madre que siempre fue su punto de referencia. Acudían a las fiestas que organizaba Jaime de Mora, al chiringuito de Marisa, que era el top de aquellos años dorados de finales de los 80 y donde coincidía con la duquesa de Alba. El matrimonio se dejaba ver en las galas del Cáncer, de la Cruz Roja o en cualquier evento público o privado.

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