Habla Gunilla: "Victoria Federica se enfadó mucho. Debería aprender de Letizia"

Ya lo anunciaba Gunilla von Bismarck a Vanitatis a principio del verano: “Este año nos vais a ver mucho a Luis y a mí porque tenemos muchas ganas de disfrutar de la vida, después de los malos tiempos que hemos pasado”. Y así está siendo. La pareja volvió a aparecer públicamente en Starlite, justo el mismo escenario donde hace unas semanas la condesa alemana protagonizaba una de las anécdotas del verano al llevar en la gala el mismo traje que Victoria Federica Marichalar, de la firma Amen Style. Este hecho las inmortalizó en todas las portadas del papel cuché con la consiguiente polémica.

Gunilla se ríe cuando le preguntamos sobre el tema: “Me está divirtiendo mucho esta historia interminable. Lo mejor de este suceso es que mi amiga Simona Gandolfi ya ha vendido tres trajes más, idénticos a los que llevábamos, por la polémica que se generó”. Gunilla, la reina del saber estar y del glamour en Marbella, habla a Vanitatis con simpatía del suceso, que todavía hace correr ríos de tinta en algunas publicaciones.

Afirman que Victoria Federica derramó lágrimas ese día por la coincidencia de los trajes. Gunilla lo explica: “Es verdad que la nieta del rey emerito se enfadó mucho. Tal vez está muy mal aconsejada, porque ella decía que debía ser la única que debía posar con el vestido. Le sugerimos que podíamos posar juntas, al fin y al cabo la veteranía tiene un grado. Yo ya llevo muchos años en esto y hay que tratar estas situaciones con alegría. Podríamos haber hecho algo muy simpático, que le habría quitado mucho hierro al asunto. Esta niña es muy joven y debería ser más sencilla y aprender de su tía, la reina Letizia, y de cómo reaccionó en una situación similar. Ella es muy joven, aún le queda tiempo para aprender”.

La valquiria del glamour marbellí ha tenido muchos apoyos y llamadas. En redes sociales todos aplauden la actitud positiva de Gunilla. Muchos de esos comentarios dicen que Marbella tiene una reina sin corona, que se ha ganado con su simpatía el cariño incondicional del pueblo: “Me ha emocionado mucho cómo la gente ha hablado cosas tan bonitas de mí. Siempre se agradece. Mi familia y yo queremos con sinceridad a Marbella”.

La aristocracia marbellí sigue “haciendo bromas” con el 'affaire' del vestido. Así, el príncipe Hubertus de Hohenlohe, esposo de Simona Gandolfi, la aristócrata que vendió el vestido a Gunilla, ha posado al lado del traje en la tienda de su esposa en Marbella Club, diciendo: “¿Qué pasaría si yo me pusiera también el vestido? ¿Qué pensarían Victoria Federica y Gunilla?" La musa marbellí, a la que ha hecho gracia el post, aprueba con un gesto a este medio: “Sí, por favor, que se ponga el vestido Hubertus… Sería genial”.

Al lado de Gunilla aparece un Luis Ortiz renovado y con buena salud, que se une a la entrevista y bromea apostillando sobre el tema de la actitud de Victoria Federica: “Vamos, que viene una extraña a Marbella y ya se quiere quedar con la corona. A Marbella hay que conocerla. Ja, ja. Gunilla estaba espléndida, como siempre, y yo tan orgulloso de aparecer posando a su lado”.

En nuestro encuentro vemos a Luis muy divertido y con muchas ganas de vivir: “Es que, vamos, yo estoy de puta madre pero la gente piensa que estaba muerto”. Y siguiendo con las chanzas, canta: “No estaba muerto, estaba de parranda”. El rey de los Choris sufre desde hace unos años un cáncer de próstata: "Pero ahí vamos, capeando. Hasta ahora venciendo la batalla. Voy todos los martes y los sábados a mi diálisis. Me limpian por dentro y salgo como nuevo. Aquí me tienes, estoy disfrutando como nunca de la vida”.

Y ahí está un Luis con el mismo sentido del humor que siempre le ha caracterizado y que no quiso perderse el concierto de Luis Fonsi, que disfrutó con 'su otra mitad' al completo. La historia de amor de Luis y Gunilla siempre ha sido de ida y vuelta, pero llevan juntos toda una vida y forman un tándem perfecto. Gunilla dice que no hay nadie como Luis, "buena gente, decente, no distingue entre un rey y un jornalero. Nunca he visto un personaje como él. Es increíble, no me lo creo ni yo. Nos llevamos mejor que nunca: jugamos al golf, bailamos, vemos a amigos... Nos divertimos juntos. Creemos que nos complementamos a la perfección”.

No pueden llamarla abuela

Francisco Ortiz von Bismarck y su esposa, Elisabet Dutú, acompañan a Luis y a Gunilla este verano y también pudimos hablar con ellos. Lis, como la llaman todos, nos dice: “Queremos vivir a tope todo ahora. Muchas ganas de conciertos y disfrutar. Todos hemos pasado por el covid y ahora queremos que lo que haya alrededor sea vida”. La pareja vive ajena a todo el mundanal ruido de Marbella. La nuera de Gunilla nos habla de sus dos hijos, Luis y Francisco, marbellíes y con un carácter mezcla de alemanes y aragoneses: “Los chicos crecen muy rápido, están muy bien, nos dan un respiro para que podamos salir de concierto. Su abuela los adora, pero no la pueden llamar abuela, ja, ja. Gunilla no lo permite. La llaman mamá”.

Fran asiente y sonríe a las palabras de su esposa. Él se toma la vida de otra manera diferente a la de sus padres. Ser el tataranieto del canciller Otto von Bismarck imprime carácter, pero con los años Fran se ha soltado la melena (que recoge en una coleta). Tras el susto de la enfermedad de su padre, Fran ve con otra óptica la vida: “Estamos muy felices de ver a mi padre tan bien y sobre todo de poder disfrutar juntos de estos buenos momentos”.