Fernando Roca Rey, el vínculo y mejor referente de Andrés

Fernando y Andrés Roca Rey se llevan diez años -entre ambos está Juan José, el intelectual de la familia, escritor y poeta-; sin embargo, y pese a esa significativa diferencia de edad, sus intereses siempre han ido en una misma dirección: el toreo.

Para el pequeño, Andrés, su hermano mayor ha sido y sigue siendo su maestro. Como dicen allá, “lo ama”.

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El que el menor de los hermanos sea actualmente -en opinión de crítica y aficionados- probablemente el torero más valorado del escalafón es una realidad aceptada con naturalidad por Fernando y vivida entre los dos con y desde una admiración mutua.

Andrés viajó a España solo, siendo un adolescente, con el esportón por llenar y un único propósito: no el de ser torero, que ya lo era, sino el de convertirse en figurón del toreo. Y a fe que esa meta la ha logrado, y con amplio margen.

Ha cumplido los 25 y lleva varias temporadas con el cetro del toreo en su mano. Su día a día es bien diferente al de un joven de su edad. Muy diferente. Tiene asumido que cada tarde que pisa un ruedo puede ser de drama. Como este pasado jueves, en el coso de Bilbao, cuando resultó cogido por sus dos toros. Afortunadamente, los morlacos no le calaron la piel, pero sí le reventaron por dentro.

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Hoy tiene programada una revisión médica para valorar el alcance de la brutal paliza que recibió y decidir si finalmente podrá acompañar a su hermano Fernando mañana domingo en Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Sería el primer y único paseíllo que ambos harían juntos en España porque Fernando ya ha anunciado que se retira de los ruedos a final de esta temporada en América.

Peruano de nacimiento, Andrés Roca Rey también es español desde 2017 al serle concedida por carta de naturaleza la nacionalidad española, vía de obtención de la ciudadanía española que concede el Gobierno de manera discrecional y en Consejo de Ministros por concurrir en el solicitante circunstancias excepcionales. Curiosamente, el B.O.E., que publicaba la concesión al diestro peruano, también recogía el mismo día otras dos más: la de Maya Ruiz-Picasso Walter, hija de Pablo Picasso, y la del deportista paralímpico Vasile Agache.

En esto, en lo de la doble nacionalidad -no tuvo que renunciar a su nacionalidad peruana-, es en lo único con lo que Andrés bromea con su hermano mayor recordándole de vez en cuando que le gana por un 1-2. Porque como torero, Andrés no tiene dudas: Fernando es su espejo, su mejor referente y al que mañana, aún dolorido y maltrecho, estará apoyando desde una barrera si por prescripción facultativa no pudiera hacer el paseíllo junto a él.