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Carmen Cervera y su coronación como baronesa poderosa
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Carmen Cervera y su coronación como baronesa poderosa

Hace treinta años, el barón Thyssen-Bornemisza y Tita recibían a los reyes Juan Carlos y Sofía en el recién estrenado museo ubicado en el madrileño paseo de Recoletos

Foto: Tita Cervera. (Marina G. Ortega)
Tita Cervera. (Marina G. Ortega)

Hace treinta años, el 8 de octubre de 1992, el barón Thyssen-Bornemisza y Carmen Cervera recibían a los reyes Juan Carlos y Sofía en el recién estrenado museo del madrileño paseo de Recoletos. Esa noche quedaba inaugurado oficialmente el edificio que llegaría a formar parte del triángulo cultural más importante de Madrid. La fiesta de apertura tuvo repercusión no solo en España, sino en el mundo pictórico internacional. Había varios países (Reino Unido y Suiza) que estuvieron pujando para comprar la colección privada que desencadenaría la guerra entre los hijos del barón.

Consideraban que no había sido la mejor oferta y echaban la culpa a Tita de ser la mano dominante y manipuladora de su padre. El diario ‘La Tribune’ denominaba la venta como "las primeras rebajas del verano" y aseguraba que todo se debía al don de gentes de Carmen, a la que bautizaban irónicamente como "la pequeña baronesa" que había hecho un favor “a la madre patria”.

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Esta información formaba parte de un reportaje de la revista ‘Tiempo’ que recogía los ataques de varios medios internacionales a Tita e incluía declaraciones de los herederos que no la dejaban en buen lugar. Los litigios familiares fueron duros y todavía los desencuentros entre Carmen Cervera y su hijastra Francesca son habituales. La baronesa se toma las injerencias con sentido del humor, ya que la única hija de Heini Thyssen forma parte del patronato del museo. Cada vez que le han preguntado por la decisión de su marido, ha sido muy clara y, sin necesidad de mostrar una falsa humildad, ha reconocido a Vanitatis: “La colección la traje yo, que nadie lo dude”.

placeholder Tita y el barón Thyssen. (Museo Thyssen)
Tita y el barón Thyssen. (Museo Thyssen)

Después de muchas reuniones públicas, conversaciones secretas y gestiones económicas entre el Estado y el barón, Madrid se convertía en la sede de su colección privada, por la que recibió 44.000 millones de pesetas (265 millones de euros). Según los que criticaban la decisión del barón, se encontraba por debajo del valor real. Estaba catalogada como la colección privada más importante en manos privadas después de la que atesoró la reina Isabel de Inglaterra.

Traje largo y esmoquin

La noche del estreno de Carmen Cervera como la ‘conseguidora’ en la venta, todos esos comentarios daban igual. En la cena posterior a la firma estaba la mayor concentración de poder económico, político y social que nada tenía que envidiar a las recepciones institucionales en el Palacio Real. Y reinando, la que fuera Miss España. La mujer de Lex Barker, uno de los Tarzán de Hollywood, era la anfitriona del jefe del Estado y la reina Sofía, con la que nunca llegó a congeniar. La relación era menos fluida que la mantenida con don Juan Carlos. De hecho, tiempo atrás, la entonces reina no acudió a la fiesta de apertura de la espectacular mansión de La Moraleja y sí el hoy rey jubilado que llegó conduciendo el Porsche 959 de su propiedad.

La revista ‘Tiempo’ ya dejaba a la interpretación del lector esas fisuras entre la consorte real y Tita, que vivía su brillante ascenso al trono social. Y así se describían en el semanario dirigido por Julián Lago esos roces invisibles para la mayoría de los ochocientos invitados. Resulta que Carmen Cervera tenía previsto que fuera una gran cena de gala con los hombres de esmoquin y las mujeres de traje largo.

placeholder Don Juan Carlos y doña Sofía, junto a los Thyssen. (Archivo)
Don Juan Carlos y doña Sofía, junto a los Thyssen. (Archivo)

Desde Zarzuela se comunicó que doña Sofía iría de corto y, por lo tanto, hubo que cambiar el protocolo y comunicar a los invitados la nueva normativa que incluía dejar las grandes joyas familiares en la caja fuerte. Al ser la anfitriona, la baronesa decidió mantener sus preferencias y recibió a los reyes con un impresionante vestido de alta costura de Jean-Louis Scherrer. Y no solo eso, sino que lució en su cuello la 'estrella de la paz', un diamante de 179 quilates único y valorado en tres millones de euros. Fue un regalo del barón cuando la pidió en matrimonio. La joya y su estilismo fue su manera de decir sin decirlo 'aquí estoy yo', con mi cetro y mi diamante. La prensa aseguraba que desde Eugenia de Montijo ninguna española había llegado tan lejos en tan poco tiempo.

Ella misma contaba en ese mismo reportaje de ‘Tiempo’ que el barón, al poco de conocerla, le pidió que no se esforzara en contarle cada detalle de su vida. Y efectivamente, pedirle un currículum cien por cien fiable suponía destruir de un plumazo su leyenda. Y eso lo sabía Heini Thyssen.

placeholder Hans-Heinrich Thyssen-Bornemisza. (Museo Thyssen)
Hans-Heinrich Thyssen-Bornemisza. (Museo Thyssen)

Antes de que comenzara la cena, Tita Cervera fue la cicerone del paseo por el museo. Comenzó la visita, y don Juan Carlos y doña Sofía y los anfitriones estuvieron acompañados por los servicios de seguridad y un agente del CESID, que en aquellas fechas era el encargado de la seguridad del museo. La revista ‘Tiempo’ destaparía después que se trataba de Lobo Azul, un tipo infiltrado en ETA. Gracias a sus informes se abortó un atentado contra los reyes el día de las Fuerzas Armadas, que en 1985 se celebró en A Coruña.

Se han cumplido treinta años de esa inauguración que convirtió al Thyssen en uno de los museos más reconocidos del mundo. Hace quince días, El Confidencial reconocía esta trayectoria con uno de sus premios anuales. Tita no pudo acudir y delegó en su hijo Borja.

“Eran las dos de la madrugada y brindamos los dos solos por lo bonito que se había desarrollado todo. Heini me agradeció que le hubiera ayudado y que hubiéramos vivido juntos esa noche maravillosa. Y yo como española le agradecí que me hubiera escuchado. Después lloré de tantas emociones”. Así lo contaba la baronesa.

Hace treinta años, el 8 de octubre de 1992, el barón Thyssen-Bornemisza y Carmen Cervera recibían a los reyes Juan Carlos y Sofía en el recién estrenado museo del madrileño paseo de Recoletos. Esa noche quedaba inaugurado oficialmente el edificio que llegaría a formar parte del triángulo cultural más importante de Madrid. La fiesta de apertura tuvo repercusión no solo en España, sino en el mundo pictórico internacional. Había varios países (Reino Unido y Suiza) que estuvieron pujando para comprar la colección privada que desencadenaría la guerra entre los hijos del barón.

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