'Batalla' en el condado de Villaverde: tres familiares reclaman el título del tío Pola

“El tío Pola era un cachondo, un hombre divertido, cercano y amable”. Lo recuerda para este medio un familiar que prefiere no dar su nombre porque no quiere verse inmiscuido en la batalla que hay por la herencia del tío Pola. Una herencia simbólica, porque heredar un título nobiliario no conlleva nada más en sí mismo. Lo contamos: José María Ramírez de Haro y de Ulloa murió en 2020, sin hijos. Era el conde de Villaverde (no confundir con el marqués) y ese condado ha sido reclamado por tres familiares, tal como ha publicado el BOE este mes de octubre.

Desde Vanitatis hemos hablado con la familia y aseguran que Rocío Ramírez de Haro y de Alós, una de las reclamantes, es quien tiene más posibilidades de lograr ser condesa. Es la sobrina directa del tío Pola, miembro de una familia aristocrática en toda regla.

La familia ostenta otros títulos nobiliarios, como el marquesado de Cambil, un título que es ahora de Diego Ramírez de Haro de Alós, hermano mayor de Rocío. “Diego podría reclamar el condado de Villaverde pero lo normal, si hay buena relación, es que le ceda ese derecho a su hermana, así todos los títulos quedan en familia y toda la familia tiene título”. Diego es además conde de Villamaciel.

Sobrinos, nietos y más

Hay otras dos personas que han reclamado el título: Gonzalo Cuadras Suárez, sobrino nieto del anterior conde, y Víctor García García, un desconocido para la mayoría de la familia, de quien fuentes cercanas aseguran a Vanitatis que podría ser un pariente lejano, como segundo sobrino nieto o aún más distante.

Sí saben quién es Gonzalo Cuadras: nieto de María Mercedes Ramírez de Haro y Ulloa y de Alfonso Cuadra, teniente coronel de aviación. Ambos fallecieron, él en 1967 y ella en 1990. María Mercedes era hermana de José María, el anterior conde, y de su matrimonio tuvo tres hijos: Alfonso, Esperanza y Fátima. Alfonso, el único hijo, fallecido en 2012, se casó dos veces y tuvo dos hijos del primer matrimonio y uno del segundo. Y es precisamente este último hijo, sobrino nieto del conde, quien reclama el título nobiliario.

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José María Ramírez de Haro se convirtió en conde de Villaverde en 2004, tras el fallecimiento de su hermano Diego, que había ostentado el título desde 1958. Da la casualidad de que los tres familiares han esperado a reclamar ahora este título, meses después de que muriera la viuda de José María, María de los Ángeles Ochoa Abril, fallecida en marzo de este año.

Quién lo creó

Este condado no incluye grandeza de España, pero es muy valorado por su antigüedad. Fue creado por el rey Felipe III en mayo de 1602 y su primer titular fue Lope de Guzmán y Portocarrero. Hace siglos que los Ramírez de Haro ostentan el condado de Villaverde (el primero fue en 1793) y se dice en los libros de genealogía que son descendientes de Cristóbal Colón. En 1958, el condado pasó a llamarse condado de Villaverde de Madrid, en sustitución del original de condado de Villaverde.

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“Es un título precioso”, dice a este medio una persona de la familia, “sobre todo por su antigüedad, se remonta a 1600, y es importante tener en cuenta quién lo otorgó para darle todo su valor”. Nos preguntamos, también, para qué sirve un título nobiliario en la actualidad. La misma persona ríe y bromea: “En realidad, para nada, sobre todo en España. Es una cuestión de recuerdo, de salvaguardar la herencia familiar y mantener la tradición, el respeto y el cariño a la familia. Eso sí, en el extranjero sirve para algunas tonterías, como por ejemplo conseguir una buena mesa en un restaurante. En Inglaterra, un amigo aristócrata logró una suite maravillosa por el precio de una habitación normal cuando supieron de su título nobiliario”.

Un proceso largo y mecánico

El procedimiento para decidir quién será finalmente el conde de Villaverde es sencillo y muy mecánico, tal como aseguran a este medio desde la Diputación de la Grandeza de España. “Cuando fallece una persona que posee un título nobiliario, la sucesión por quien se considere con derecho al título debe pedirse en vía administrativa y no judicial. Tiene lugar ante el Ministerio de Justicia y el procedimiento se regula en el Real Decreto de 27 de mayo de 1912. La solicitud se anuncia en el Boletín Oficial del Estado durante un plazo de 30 días hábiles para que puedan oponerse quienes se consideren con mejor derecho al título”.

Desde este organismo añaden: “Transcurrido el plazo, nadie más puede presentarse en el procedimiento administrativo. El Ministerio de Justicia tramita estos procedimientos, convoca a los comparecientes para que en el plazo de 15 días hagan las alegaciones que cada uno tenga por conveniente. En el plazo de un año desde esa convocatoria, los interesados pueden aportar la documentación en la que fundan sus derechos. Transcurrido el año, se envía el expediente a la Diputación de la Grandeza de España y Títulos del Reino, la cual examina los derechos de las partes y emite un informe, que se dirige a Justicia y se le devuelve el expediente. La División expone su criterio al respecto y luego remite el expediente al Consejo de Estado, el cual, tras estudiar por su parte el expediente, emite dictamen para el Ministerio de Justicia”.

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Una vez revisados todos los informes, se dicta una orden a favor de una de las personas reclamantes. El interesado debe pagar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados para que se expida la Real Carta de Sucesión firmada por el Rey y refrendada por el ministro de Justicia. A partir de este momento, para reclamar cualquier derecho ante el título, se debe acudir a los tribunales.

Quien logre ser reconocido con el título que nos ocupa será el decimoquinto conde de Villaverde de Madrid, que se remonta a siglos atrás, dándole una pátina de antigüedad muy apreciada entre aristócratas. Además, está entroncado con otras casas nobiliarias como la de Villamaciel, la de Cambil o la de Villariezo. Lo que no heredarán serán otras distinciones del fallecido, como la de ser caballero del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid.