Manuel Prado, Inés Balmaseda o Cari y Miriam Lapique, en el aniversario de Mónica Sada

Noche lluviosa y desapacible en Madrid, pero las condiciones climáticas adversas no impidieron que los amigos, colegas y profesionales convocados por Mónica Sada acudieran al aniversario de su firma dermocosmética, Unicskin, que montó en el 2017.

No solo era el cumpleaños, sino que también sirvió para presentar nuevas novedades, como unas gafas especiales con tecnología innovadora y luz led para el contorno de ojos.

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Precisamente, en la fiesta estuvieron miembros de la reconocida saga Fernández Vega. El instituto de Oviedo que lleva el apellido de estos profesionales de la medicina ha sido reconocido como uno de los mejores centros del mundo. Esa noche comentaron que desde el instituto han calificado las gafas como método revolucionario y cien por cien seguro.

Uno de ellos, el catedrático Luis Fernández Vega, cuarta generación de oftalmólogos, ha sido presidente de la fundación de los Premios Princesa de Asturias desde 2018 a 2022. Este año el rey Felipe agradeció públicamente su trabajo en el teatro Campoamor una vez que la princesa Leonor terminó su discurso.

La fiesta en el hotel Ritz era a las 20:30 horas. Fue entonces cuando comenzaron a llegar los primeros invitados. Los más puntuales fueron el empresario Manuel Prado y las hermanas Aguirre, Casilda y Almudena, primas de Esperanza. Esa misma mañana, la que fuera ministra y presidenta de la comunidad de Madrid había participado en unas jornadas de mujeres relacionadas con el mundo laboral y empresarial. De ahí que su nombre saliera en las conversaciones de algunos de los presentes que también tenían constancia del acto.

También asistieron Bárbara Chapartegui e Inés Balmaseda, que además de amiga de la convocante es consejera de la firma Unicskin. Ambas están casadas con dos hijos de Alicia Koplowitz. La primera, con Pedro Cortina, y la segunda, con Alberto, mano derecha de su madre, Alicia Koplowitz. En la presentación del libro de la biografía de Luis Martínez de Irujo, el duque de Alba que más hizo por la Casa, la propia Alicia comentaba con Vanitatis lo orgullosa que estaba de sus hijos y lo feliz que era con los nietos.

Cari Lapique y su hermana Miriam fueron otras de las invitadas que no quisieron perderse la fiesta aniversario. Felipe Cortina, hijo de esta última, es amigo personal de Mónica Sada y no pudo asistir porque se encontraba en París abriendo una de sus tiendas Jimmy Lion. No faltaron Vega y Carla Royo Villanova, así como el príncipe Kubrat de Bulgaria. Carla también fue pionera al poner en marcha una línea cosmética basada en las rosas de una zona del país del rey Simeón, su suegro. Explicaba que le había dado mucha pena cerrar la empresa tras la pandemia, pero que estaba feliz escribiendo sobre viajes en revistas especializadas.

Hubo más amigos que aparcaron la noche lluviosa y se acercaron al Ritz. Ana Cerrato, creadora de las Cayumas, producto español que ya se vende por todo el mundo. Contaba que durante la pandemia tenía la casa llena de cajas de zapatos y cuando ya hubo movimiento, los clientes aparecían por su domicilio a cualquier hora. “Fueron tiempos duros, pero ya nos hemos recuperado”, afirma.

También acudieron la modelo mexicana Renata Collado, novia de Alonso Aznar, Adriana Marín, nuera del duque de Híjar, Alfonso Fitz-James Stuart, y Borja Fraile, sobrino del conocido periodista José María García y cuñado de Ariadne Artiles.

Se sumaron a la velada Juan Sáez de Vicuña, Sonia Folache, Borja Herrera, Sofía Álvarez de Lorenzana, Marile Zaera, Pilar Poblete y los periodistas Israel García-Juez, Teresa de la Cierva y Macarena Pedrosa, que se encarga de la comunicación de la firma.

La presentación del acto estuvo a cargo de Carmen Navarro. Mónica Sada tuvo una intervención muy emotiva. De 29 años, estudió Derecho y Económicas. Trabajaba en un banco en Nueva York y dejó su futura trayectoria potente para crear su propia marca cosmética. Ella padecía problemas dermatológicos y visitaba especialistas que la remitían a las farmacias para que le hicieran fórmulas magistrales personalizadas con principios activos que ni siquiera se vendían. “Era frustrante porque cuando acudía a perfumerías y compraba cremas carísimas, no me servían. Y si las combinaba con tratamientos estéticos, veía que mejoraba. El problema es que no tenía tiempo, como le sucede a muchas personas que, como yo, tienen esos problemas de piel. Fue entonces cuando se me ocurrió crear una marca que uniera el universo beauty y farmacéutico para tenerlo en casa y que fuera asequible. Después de visitar más de veinticinco laboratorios encontré por fin mi marca. Todas las fórmulas están patentadas por mí y son un 94 por ciento de origen natural”.

Cuenta que también viajó para buscar fábricas que le hicieran tecnología personalizada para utilizarla en los domicilios y que fuera económica. Cinco años después, Mónica Sada exporta a más de cien países. El brindis final no podía ser de otra manera que felicitar a la empresaria.