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El conde Rudi: "El bautizo de mi hija en brazos de doña Sofía fue como la boda de Lolita"
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ENTREVISTA

El conde Rudi: "El bautizo de mi hija en brazos de doña Sofía fue como la boda de Lolita"

A sus 90 años, sus hijos Sophie y Frederick han recopilado las historias que su padre les contaba para publicarlas en el libro 'El conde Rudi: Un hombre afortunado'

Foto: El conde Rudi y su familia, junto a la reina Sofía. (A.G.)
El conde Rudi y su familia, junto a la reina Sofía. (A.G.)

El conde Rudi pertenece a esa estirpe aristocrática germana que le dio nombre a Marbella. Su deseo constante de salvar a ‘la ciudad del canto sin dueño’ le ha erigido como el ‘protector’ de un pueblo que le quiere y le respeta, y la perfecta simbiosis entre colono de sombrero regio y espontaneidad andaluza le ha servido para encontrar su lugar en el mundo en este particular paraíso de la 'beautiful people'.

Así le han esculpido: como el icono del lujo y del glamour en una tierra de nadie. A lo largo de toda una vida dedicada al turismo, ha recibido reconocimientos como la Cruz Oficial de Isabel la Católica o la Medalla de Plata al Mérito Turístico. Pero ahora, a los noventa años, ha recibido el mejor de los galardones: sus hijos, Sophie y Frederick von Schönburg, le han querido homenajear con el regalo del libro ‘Un hombre afortunado’, donde se relata cómo el protagonista, junto con el príncipe Alfonso de Hohenlohe, pusieron en el mapa el pueblecito de pescadores, aupándolo a lo más alto con el buque insignia de Marbella Club, el hotel de sus sueños.

A partir de este momento, el libro se adentra en la vida del conde cronológicamente, una vida de la que él se siente muy afortunado, pese a que pasó por algunos momentos traumáticos durante su infancia. “Ha sido emocionante que mis hijos me hayan hecho este regalo", explica en una entrevista que concede a Vanitatis. “He tenido mucha suerte, son unos buenos niños. Ha sido todo por sorpresa y me han hecho hasta llorar”.

placeholder El conde, con su libro. (A.G.)
El conde, con su libro. (A.G.)

Sus hijos recalcan que “lo que empezó poniendo en palabras todas las memorias e historias que siempre nos ha contado nuestro padre se convirtió en una andadura preciosa que nos ha llevado a conocerle mucho mejor y a quererle aún más de lo que le queremos, porque hemos descubierto cosas de su vida que no sabíamos de él. Y por eso hemos querido editarlo. Grandes descubrimientos de nuestro sabio padre”.

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En esta obra, escrita por José María Sánchez Robles e integrada por casi un centenar de fotografías de su álbum familiar, la vida del alma del lujo marbellí se va adentrando por los capítulos de una vida marcada por su destino. Parte del libro, además, está compartido con los testimonios de su gran compañera de viaje: la princesa María Luisa de Prusia, que, a manera de diálogo, va hablando con Rudi y tienen retahílas peculiares y divertidas.

El 'charme' de la princesa

En el libro se narra que desde que la princesa apareció, todo cambió en la vida del conde Rudi: “Mi primo Alfonso se puso muy contento con nuestro matrimonio. Él estaba divorciado por entonces y que entrase en nuestras vidas para el Marbella Club una mujer del calado de María Luisa fue un lujo. Necesitábamos la mano de una mujer”.

El 'charme' de la princesa, junto a la nutrida agenda de contactos que tenía, fue un gran impulso para el proyecto de Marbella Club: “Mi mujer siempre me ha reprochado que siempre he puesto toda la atención en el hotel más que en mi familia, y tiene razón. He vivido mucho para el hotel”.

placeholder Ejemplares del libro del conde. (A.G.)
Ejemplares del libro del conde. (A.G.)

Marbella es para Rudi su segunda patria. Al lado de su esposa, la princesa María Luisa de Prusia, y sus hijos Sofía y Federico, ha construido la marca de la ciudad: “María Luisa me vino mandaba del cielo. Conocía muchas chicas de la época, pero siempre pensaba que un día, cuando quisiera casarme, iba a buscarme algo que sea como lo que yo viví. Y cuando conocí a María Luisa, sentí que me la había mandado del cielo mi padre. Yo ya la había conocido de niña, cuando yo tenía 18 años y ella cinco. La conocí en Austria: estábamos de vacaciones y nos vimos en una casa que tenía su abuela. Luego la vi también donde se casaron sus padres y finalmente nos encontramos en aquel aeropuerto de Mogadiscio, y ahí supe que era la mujer de mi vida. Ella estaba de enfermera en Somalia, cuidaba de los hijos de mi hermano mayor, Joaquín, y desde que la vi ahí, supe que tenía que invitarla Marbella y que sería mi mujer”.

Cari Lapique, la ‘celestina’ de Rudi

Se iba a celebrar en Marbella la puesta de largo de Cari Lapique y la fiesta iba a ser todo un acontecimiento. La daban los padres en la propiedad de los Bismarck, que habían alquilado, así que Rudi vio el momento perfecto para que llegara la princesa de sus sueños a Marbella: “Yo pedí a Cari que invitaran a María Luisa y a mis suegros. María Luisa se había mostrado muy reacia y decía: ‘¿Qué voy a hacer yo en Marbella si no conozco a nadie?’. Todo el mundo me decía: ‘Rudi, esta princesa tan guapa y tan simpática... Pareces muy enamorado de ella, que no se te escape’. Y no se me escapó”. La boda, en 1971, de Rudi con la princesa María Luisa de Prusia, bisnieta del emperador Guillermo II y prima de la reina Sofía, fue todo un hito.

Los hijos no querían llegar

Uno de los capítulos donde el conde y su esposa se abren en canal es contando su tristeza porque los hijos no llegaban. Tardaron siete años hasta que vino Sophie al mundo, ya que el primer embarazo de la princesa se malogró. “Después, los médicos me dijeron que no había problema”, recuerda María Luisa de Prusia. “Que podía tener otro hijo, que ya estaba todo normal. Pasaron siete años de un médico a otro y fue en Ginebra, con el doctor Waterville, que ayudó a Sophia Loren en su parto, cuando por un milagro llegó Sophie. Fue una alegría para nosotros y parecía que toda Marbella se alegraba mucho. Estuvimos en la clínica de San Ramón en Málaga, donde nos atendieron con gran alegría”.

La reina Sofía se ofreció de madrina

La reina doña Sofía, muy allegada a su prima María Luisa, sufrió mucho cuando veía que su familiar no podía tener hijos. Así que, cuando se enteró de que había nacido la niña, se ofreció a ser la madrina: “Siempre han estado muy unidas las dos”, precisa el conde Rudi. “Y la reina Sofía dijo: ‘¡Cuánto has esperado, María Luisa, hasta la llegada de Sophie! ¿Puedo ser la madrina de tu hija?’. Y así mismo se ofreció. Es muy generosa”.

placeholder La reina Sofía, con la princesa María Luisa de Prusia en una imagen de archivo. (EFE)
La reina Sofía, con la princesa María Luisa de Prusia en una imagen de archivo. (EFE)

Poco después se inmortalizó la instantánea: doña Sofía entró con Sophie en brazos en la iglesia. El bautizo fue espectacular: “Más que un bautizo fue casi como la boda de Lolita Flores”, recuerda el conde. “No podíamos entrar a la iglesia de tanta gente. La Reina fue amable y salió y saludó a todos”.

Rudi se jacta de sus amistades: “Tengo amigos de todas las clases sociales y en todas las profesiones. Siento la amistad de la gente en todas partes y he recibido reconocimientos de Andalucía y de España, ¿qué más se puede pedir?”.

Su hijo Frederick quería ser actor

En su memoria residen aún las fiestas más chic, protagonizadas por los famosos y millonarios más destacados de la época. Acercándose a los 90 años, el noble aún recuerda los pastos del terruño de Sajonia. Aterrizó en la Costa del Sol en diciembre de 1956 y ya nunca se fue.

El nombre de Rudolf Schönburg está unido sin remedio a la historia del Marbella Club. Recalaron grandes figuras como Henry Ford, Edward Kennedy, Audrey Hepburn, la Ava Gardner de la época de Luis Miguel Dominguín, Kim Novak, James Stewart, Gina Lollobrigida... Y de todo ese 'charme' se han contagiado sus hijos. Frederick, de hecho, quería ser actor: “Lo hablé un día con Sean Connery y me convencí: yo quería actuar en las películas”. Pero al final destronó la idea y ha seguido los pasos de su padre. Ahora es CEO del hotel Villa Magna: “Ha llegado a todo y es mucho más grande que yo. Estoy orgulloso de mi hijo, que a los 34 años es el director general más joven de un hotel de gran lujo”.

placeholder El conde, con su esposa en Marbella. (A.G.)
El conde, con su esposa en Marbella. (A.G.)

Rudi agrega que “mis hijos quieren comprar un piso para tener un lugar en Marbella para vivir, pero todavía no pueden permitírselo. Sophie tiene más de 20 empleados en su empresa. Empezó con nada. Al volver de Estados Unidos y con la crisis del 2007, pensó: '¿Quién va a comprar algo de Lladró con los problemas que hay?'. Entonces, con 12.000€ que le pagó Lladró creó una empresa y ahora tiene más de 20 empleados. Es una preocupación siempre para ella. Dice: ‘¡Dios mío, tantas familias!’. Y a veces le gustaría dejarlo”.

Con el paso de los años, los Von Schönburg se han convertido en unos abuelazos que les cuentan a sus nietos cómo el conde inventó las 'burradas': “Eran subidas que les hacíamos a los turistas que venían a la pineda de Marbella Club en burritos”. “Un día Sophie me dijo: ‘Yo no me siento ni española, ni alemana, ni inglesa. Me siento europea. Donde voy y donde estoy, voy feliz. Aquí me ven alemana y en Alemania me ven como una alemana muy rara'. Mis hijos se sienten de Marbella”, narra Rudi. Y es que esta familia ya tiene su lugar en el mundo en la 'ciudad del canto sin dueño': “A nuestros hijos no les hemos dejado un capital”, finaliza el conde Rudi la entrevista, “pero sí un patrimonio sagrado que es su educación. Y cuando les miramos de frente, decimos: 'Algo hemos hecho bien'. Hemos tenido suerte con los dos, que han visto en nuestra vida el esfuerzo y ahora ellos siguen nuestro ejemplo”.

El conde Rudi pertenece a esa estirpe aristocrática germana que le dio nombre a Marbella. Su deseo constante de salvar a ‘la ciudad del canto sin dueño’ le ha erigido como el ‘protector’ de un pueblo que le quiere y le respeta, y la perfecta simbiosis entre colono de sombrero regio y espontaneidad andaluza le ha servido para encontrar su lugar en el mundo en este particular paraíso de la 'beautiful people'.

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