Con discursos y sin tarta nupcial: así ha sido la celebración de boda de Carmen Tello y Curro Romero

Curro Romero, a sus 89 años, y Carmen Tello, de 66, han cumplido su deseo: casarse por la iglesia, tal y como desde un primer momento habían querido. La pareja lo anunció el año pasado, en el mes de diciembre, cuando se estrenó el documental ‘Curro Romero, el maestro del tiempo’. Al fallecer Concha Márquez Piquer, primera esposa del torero, el 18 de octubre del 2021, Curro podía volver a contraer matrimonio religioso, pero decidieron esperar un tiempo prudencial antes de hacerlo en señal de respeto.

La pareja contrajo matrimonio civil en el año 2003 y lo hicieron ante la imposibilidad de darse el ‘sí, quiero’ por la iglesia. Carmen tenía la nulidad de su primer matrimonio con el marqués de Valencina, Miguel Solís Martínez Campos, padre de sus cuatro hijos (Fernando, Carmen, Miguel y Enrique). Sin embargo, Concha siempre se opuso a la nulidad de su matrimonio con el diestro.

Una boda íntima

Carmen y Curro querían una ceremonia íntima y discreta, nada de alardes ni multitudes. Algo familiar, con algunos amigos muy íntimos. Los duques de Segorbe, Ignacio Medina y Fernández de Córdoba y María Gloria de Orleans-Braganza y Borbón, ofrecieron el palacio Casa Pilatos de la casa Medinaceli para celebrar el enlace religioso dada la amistad que tienen con el matrimonio y también contactaron con el obispo de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza. Los duques se volcaron preparando la capilla del palacio, en la planta baja.

La capilla de la Flagelación es la parte más antigua del palacio, declarado Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España y uno de los más importantes de Andalucía. En la capilla, las treinta personas que estaban invitadas pudieron escuchar la misa, que duró una media hora con una homilía “breve pero bonita”. La novia no llevó flores y lució un conjunto de vestido y abrigo en color rosa claro. Como joyas, unos pendientes en coral rosa, regalo de su marido, un broche y la pulsera de brillantes de pedida de su madre, ya fallecida.

Carmen estaba muy emocionada, sus hijos la acompañaban, y sus dos hermanos, Carlos y Javier. Este último fue además su padrino. Las hermanas de Curro, María, de 91 años, que fue la madrina, y Buendía también arroparon al torero, y algunos íntimos amigos. Como anécdota diremos que los novios olvidaron las arras y al ser solicitadas por el sacerdote comentaron: “Hemos traído las alianzas, pero las arras no”. Al acabar, Curro, con su forma de hablar tan peculiar, comentó: “Ha salido todo tan bien que no descarto casarme una tercera vez, pero con Carmen, claro”.

Convocatoria telefónica

Entre ese grupo reducido de treinta personas se encontraban los doctores Francisco Trujillo y Miguel Ángel Muniain, y también el médico que intervino al torero de un tumor en la laringe. Entre los invitados, Alfonso Diez, viudo de la duquesa de Alba; el periodista José María García y su esposa, Montse Fraile; el director de ‘ABC’ de Sevilla, Alberto García Reyes, con su esposa; Enrique Miguel Rodríguez; Isabel Herce, la esposa de Antonio Burgos; la ganadera Rocío de la Cámara; Marta Talegón y su marido, íntimos de Carmen; y Javier Arenas con su esposa, Macarena Olivencia.

Tras el sacramento, cambiaron a otra estancia para un cóctel que duró una hora aproximadamente y antes de las nueve comenzó la cena, ya en la planta superior del palacio. Todo adornado con flores y un gusto exquisito en mantelerías, candelabros y vajilla. Los invitados fueron convocados por teléfono apenas una semana o diez días antes, y se les rogó discreción. Tampoco hubo tarta nupcial tradicional, pero sí una exquisita tarta de queso. José María García, antes de marcharse, dijo unas palabras a modo de discurso a la pareja y a continuación cedió el turno al duque de Segorbe, pero este declinó en Javier Arenas, íntimo amigo del matrimonio, que cerró el turno de discursos.

Sobre las once y media se daba por finalizada la celebración. Alfonso Diez salió un poco con mal cuerpo por la humedad y el frío en Sevilla, solo llevaba una gabardina que no se quitó durante el cóctel. Carmen conducía su propio coche y se marchó con Curro como copiloto. Ambos felices y muy contentos de cumplir su deseo dentro de la intimidad familiar. La delicada salud de Curro y su carácter reservado han sido los principales factores para que decidieran celebrar su boda religiosa con la máxima discreción. No habrá viaje de novios y pasarán las navidades en Sevilla.