Así era Alicia Senovilla hace 24 años en 'Como la vida', su gran salto a la fama
La presentadora madrileña, que exigió hace dos décadas su trono como reina de la mañanas televisivas frente a María Teresa Campos, revolucionó los espacios de testimonios
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En una etapa no tan lejana, pero difuminada por el poder del streaming, se libró una batalla televisiva por la audiencia, en clave femenina, que día a día entronizaba o destruía a sus reinas. Hoy todavía se mantiene esa guerra entre Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, pero no tan feroz. En aquel escenario televisivo de la primera década del siglo XXI apareció Alicia Senovilla, una madrileña con mucho desparpajo, que se movía con soltura en los ‘talk show’, aquellos programas donde ciudadanos anónimos relataban sus vivencias.
Su escuela había sido Canal Sur con ‘¡Qué buena gente!’, y Telecinco se fijó en ella como sustituta de Ana García Lozano durante su baja maternal para ‘Ana’, otro espacio que había abierto la veda a las confidencias. Su compromiso con la privada se alargó dos años, donde logró tener dos programas propios: ‘Ya empezamos’ y ‘Las tardes de Alicia’, hasta que Antena 3 la tentó para convertirla en la rival de María Teresa Campos, entonces líder de las mañanas de Telecinco con ‘Día a día’.
Alicia pasó a presentar ‘Como la vida misma’, magacín que, a pesar de sus buenos resultados, sufrió numerosos vaivenes. Vivió una primera etapa solvente, con audiencias hoy impensables, entre 1999 a 2001. La cadena volvió a reclamarla en 2003 tras experimentar con otros rostros, como Juan Ramón Lucas, para reflotar el ya llamado ‘Como la vida’. Un reto complicado que superó hablando de noticias del corazón con Karmele Marchante y Ernesto Neyra, entre otros, y recibiendo cada día a 8 personas para que expusieran sus vivencias.
El objetivo, no siempre conseguido, era imponer “el buen gusto sobre cualquier otra cosa”. Pero Alicia Senovilla sufría más con los dardos lanzados por su rival en la cadena ‘enemiga’. “La relación que tenía entonces con María Teresa era el reflejo de la brutal competencia. Era como estar en un campo de batalla: yo disparaba con pistolas de plástico y ella respondía con bombas nucleares”, confesó al periódico ‘20 Minutos’.
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Aguantó una temporada más hasta que Antena 3 resolvió contratar directamente a la Campos para cubrir sus mañanas. Luego, se hicieron amigas y hasta la veterana comunicadora, ahora con una delicada salud, le aconsejó en “un momento personal duro”. De aquella época, Alicia Senovilla tiene el mérito de haber dado la primera oportunidad a Belén Esteban para hablar de su ex, Jesulín de Ubrique. “Recuerdo que siempre decía ‘es la primera y última vez que hablo de este tema'. Y oye, mira, ella tenía muchas ganas de aprender y aprendió muy bien”, contó a la revista ‘Lecturas’.
Aunque no acabó bien con la que se convirtió en ‘la princesa del pueblo’. “Le molestó que yo dijera que había sido su hermana mayor. Lo hice porque la había protegido, cuidado y mimado, y le enseñé según mis posibilidades”, reveló. Después, Alicia Senovilla presentó todo tipo de formatos en todas las cadenas, hasta probó en YouTube, y recuperó su papel de sustituta dejando, eso sí, su impronta.
Rostro imprescindible en la actualidad de la autonómica de Castilla-La Mancha, presenta desde 2021 'Mi gran tarde’, su espacio natural y libre de rivalidades profesionales. Con 54 años, Alicia Senovilla disfruta también de un estupendo momento personal con José Manuel Gómez Villar, conocido cirujano de los famosos. Atrás queda el polémico divorcio que tuvo con su exmarido, Erasmo Ubera, padre de sus dos hijos, Cándela, de 20 años, y Erasmo, de 16.
En una etapa no tan lejana, pero difuminada por el poder del streaming, se libró una batalla televisiva por la audiencia, en clave femenina, que día a día entronizaba o destruía a sus reinas. Hoy todavía se mantiene esa guerra entre Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, pero no tan feroz. En aquel escenario televisivo de la primera década del siglo XXI apareció Alicia Senovilla, una madrileña con mucho desparpajo, que se movía con soltura en los ‘talk show’, aquellos programas donde ciudadanos anónimos relataban sus vivencias.