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Lo que todavía no te habíamos contado de la gran noche de Vanitatis
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XV ANIVERSARIO

Lo que todavía no te habíamos contado de la gran noche de Vanitatis

Una fiesta como la nuestra implica meses de preparación, muchas tormentas de ideas, infinidad de toma de decisiones, algún que otro ataque de nervios y, sobre todo, dejarse llevar en clave cool llegado el día D

Foto: Pablo López o cómo poner el punto final perfecto a la mejor fiesta editorial de la temporada. (Diego Lafuente)
Pablo López o cómo poner el punto final perfecto a la mejor fiesta editorial de la temporada. (Diego Lafuente)

Fiesta. Toda gran fiesta conlleva una gran resaca motivada por el exceso de alcohol —no en nuestro caso— o por las mil imágenes y sensaciones que a la mañana siguiente se agolpan en ese cerebro dormido que se arrastra hacia el primer café del día. Las grandes fiestas —y la nuestra del jueves lo fue, vaya que si lo fue— hay que digerirlas poco a poco, como el arqueólogo que reconstruye la historia de una civilización perdida o el huérfano que asume que Darth Vader es su padre.

Las grandes fiestas se reconstruyen mejor si al día siguiente te reencuentras con parte de los asistentes; en nuestro caso, los compañeros de la redacción. La fiesta del XV Aniversario de Vanitatis, la misma en la que nacieron los Premios Vanitatis a los Hombres y Mujeres del Año —que han llegado para quedarse—, empezó a las siete de la tarde y acabó a distintas horas de la madrugada en función de la edad y energía de los convidados.

placeholder Maxi Iglesias y Ruth Lorenzo. (Mario García para Vanitatis)
Maxi Iglesias y Ruth Lorenzo. (Mario García para Vanitatis)

Para la redacción de Vanitatis, la madrugada fue una concatenación de turnos gracias a la cual nuestra cabecera no dejó de contarle a sus amados (y fieles) lectores todo lo que iba aconteciendo en tiempo real. Fueron varias las personas de esta revista que tras bajarse del tacón, se subieron al teclear frenético mientras otros editaban fotos perfectas que subían vertiginosamente a la red en lo que podríamos definir como el ejercicio periodístico más eficaz de la historia reciente por haberle sacado el máximo partido a la ecuación talento-tiempo. Muy poco tiempo, por cierto.

Así, a las seis de la mañana, mientras unos se iban a dormir, tras 24 horas muy exigentes al pie del cañón, otros tomaban el relevo habiendo dormido poco más de cuatro horas. Todo por la causa, todo por la familia, como diría Nacho Gay, director de esta cabecera y artífice de la fiesta editorial del año. No estuvo solo en el empeño, junto a él, siempre, los mejores profesionales. Y es que quien sabe hacer equipo… sabe hacer equipo.

placeholder Bnomio. (Mario García para Vanitatis)
Bnomio. (Mario García para Vanitatis)

¿Qué podríamos contarte de la gran noche de Vanitatis que no te hayamos contado aún? Infinidad de anécdotas, pero seremos breves. Hubo nervios, muchos nervios a las puertas del día D, porque sí, todo estaba preparado y medido al milímetro, pero los imprevistos existen y tienen la mala costumbre de instalarse cerca de esa parte del cerebro en la que residen. Hubo alegría, mucha alegría al comprobar que lo que habíamos imaginado en los últimos cinco meses estaba tomando forma positivamente. Hubo cuerpos, increíbles cuerpos desencadenando más de un vértigo a golpe de buen gusto y personalidad. Autoconfianza (desfile de) ajena a los complejos, talento en estado puro, seguro de sí mismo, emanando de personas que han venido a este mundo para aportar, no para pasar desapercibidas.

Belleza. Mirases donde mirases, todo era belleza. Canónica o desproporcionada, amable o ácida, ultrajoven o venerable. Belleza, belleza, belleza.

placeholder Ruth Lorenzo. (Mario García para Vanitatis)
Ruth Lorenzo. (Mario García para Vanitatis)

Lo que aún no te habíamos contado es que la primera fiesta de Vanitatis consiguió lo que pocos eventos de estas características alcanzan. Vanitatis logró la comunión de sus 250 invitados, generó una atmósfera, la atmósfera perfecta (con mayúsculas).

Y en esa atmósfera, ideal y protectora como la de un invernadero de flores exóticas, vivimos momentos irrepetibles, como cuando Ruth Lorenzo improviso un precioso homenaje a Tina Turner (adorada) al interpretar ‘You’re Simply The Best’. Grande Ruth. También hubo quien tras recibir su premio como Hombre o Mujer del Año —tranquilidad, no te delataremos—, vio cómo su NFT —Ovo Wise, creado por Juan Díaz-Faes— se le escurría de las manos para aterrizar en la moqueta (benditas tabletas de última generación que sois rocas duras de Chipiona).

placeholder La gran noche. (Mario García para Vanitatis)
La gran noche. (Mario García para Vanitatis)

Hubo juego de sillas, eso siempre. La redacción de Vanitatis y el equipo The Newsroom se pasaron las 48 horas previas al evento diseñando el más equilibrado sitting de la historia —de todos es sabido que dar forma a un buen sitting es más complejo que alcanzar un consenso absoluto en la ONU—. Y como siempre, algunas tarjetitas con nombres y apellidos empezaron a saltar a otras mesas generando alguna confusión (ma non troppo).

Hubo muchos aplausos y vítores durante toda la ceremonia de entrega, pero quien rompió la barrera del sonido fue Luis Zahera, ese actor secundario que a todos nos gustaba, pero al que no le poníamos nombre hasta que su talento —era cuestión de tiempo— se impuso para siempre. De Zahera es el reino, el poder y la gloria.

placeholder Luis Zahera. (Mario García para Vanitatis)
Luis Zahera. (Mario García para Vanitatis)

También nos emocionamos con Cristina Pedroche cuando agradeció a su madre el haberle dado la vida como ahora ella se la está dando a su hija. Por cierto, en la más normal y desenfada de las conversaciones, Luis Zahera le preguntó a Cristina: “¿Y cómo vais a llamar a la niña?”. Solo diremos que el nombre es sonoro y poderoso (como sus padres).

Las fiestas hay que digerirlas con ibuprofenos y el poso de los mejores recuerdos, instantes que con los años, quizá, acaben diluyéndose en la memoria, pero a los que siempre podremos volver gracias al milagro de fotografías tan divinas como las que hemos ofrecido estos días. Un gran aplauso en especial para nuestros estratosféricos fotógrafos Diego Lafuente, Mario González y Daniel González Bonilla.

Fiesta. Una gran fiesta llamada a repetirse el año que viene. ¡Larga vida a Vanitatis!

Fiesta. Toda gran fiesta conlleva una gran resaca motivada por el exceso de alcohol —no en nuestro caso— o por las mil imágenes y sensaciones que a la mañana siguiente se agolpan en ese cerebro dormido que se arrastra hacia el primer café del día. Las grandes fiestas —y la nuestra del jueves lo fue, vaya que si lo fue— hay que digerirlas poco a poco, como el arqueólogo que reconstruye la historia de una civilización perdida o el huérfano que asume que Darth Vader es su padre.

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